Antes de que enero nos catapulte al futuro con sus propósitos de comienzo de año, dejémonos juzgar por diciembre, el mes de los balances. El propósito es como una flecha que lanzamos al horizonte, que vuela por los meses y que esperamos ver, al final del recorrido, clavada en la diana. Bajar kilos, subir escalones en la carrera profesional, enderezar esa miseria recurrente que nos hace tan arduo el reflejo del espejo, la media maratón…
David Foster Wallace empezó a llevar su característica bandana en el pelo cuando se marchó a estudiar a Tucson, Arizona. El calor le hacía sudar tanto que las gotas manchaban las páginas de lo que escribía o leía. Ese trozo de tela lo evitaba. «Luego se convirtió en una gran ayuda en el 87 en Yaddo, porque las gotas caían en la máquina de escribir, y me preocupaba la posibilidad de electrocutarme».