«El sufrimiento exige un lenguaje íntimo que sólo el arte y el amor saben articular. Paseas, con la cabeza gacha, mirando el suelo, por las calles vacías de las ciudades, sin turistas en las terrazas de los bares o los restaurantes»
«Tras años de infantilización sufrimos las consecuencias de lo que Johnathan Haidt llama «las mentes mimadas»».
«Hablamos, en suma, de un terreno abandonado desde que todos nuestros argumentos éticos se basan en una sola cosa: rehuir el sufrimiento propio y ajeno, porque ya no sabemos darle sentido a ningún sufrimiento»
María Jesús Espinosa de los Monteros
«Narrar la pesadilla no es tarea fácil y la minuciosidad de notario que Lançon despliega en la escena de la masacre en Charlie Hebdo es, probablemente, una de las más descorazonadoras de un libro profundamente amargo»
El perdón es el gran tema de nuestro tiempo, aunque en la mayoría de los casos aparezca como una sutil sombra de las grandes polémicas que nos enfrentan. Y es que hablar de perdón es hacerlo también de identidad, de memoria o de justicia. Por su esencia y por sus múltiples aristas, nunca podemos referirnos en abstracto al acto del perdón.
Un Santo Tomás – ¿infielmente? – imbuido de liberalismo moral y desdoblado en varios personajes razona como sigue
Ante el continuo debate social sobre el aborto y si debería estar permitido o no, nuestra colaboradora Luján Artola habla sobre el dolor al que se enfrentan las mujeres que abortan y se pregunta si quienes están en el poder se preocupan realmente por ellas o si nos están haciendo trampas.
Si no fuera mujer me habría perdido llevar minifalda y que un montón de chicos guapos me invitaran a sus fiestas. Me habría perdido escuchar piropos que me han hecho mucha gracia y piropos (fallidos) que me han dado mucho asco.
Dolor nada más conocer la noticia. Me encontraba en mi casa de Málaga disfrutando de agosto, como las víctimas que paseaban por Las Ramblas de Barcelona. Me he enterado en uno de los vistazos a Twitter. La última vez que estuve en Barcelona me alojé cerca de donde ha salido la furgoneta, en un hotel de la calle Pelayo. El paseo por Las Ramblas lo iniciaba –como tantos barceloneses y turistas– en el lugar de los atropellos de hoy. No he necesitado ver las imágenes para imaginar el horror. La muerte en un lugar lleno de vida.