Andreu Jaume y Eduardo Jordá, dos poetas entre la memoria y el porvenir
El editor y crítico literario deslumbra con ‘Poemas de agua’ y el novelista forja su propia antología en ‘Doce lunas’
El editor y crítico literario deslumbra con ‘Poemas de agua’ y el novelista forja su propia antología en ‘Doce lunas’
«La poesía es un territorio sintáctico, de sintaxis del alma: el sitio predilecto en el que atrincherarse de los patanes que nos rodean»
«Jordá es también un excelente poeta y en sus artículos –además de numerosas menciones a la poesía– late una aspiración a lo que permanece»
«Esa mujer será una mujer libre mientras esté leyendo ese libro, pase lo que pase cuando deje de leer y tenga que volver a sus ocupaciones domésticas»
En una de sus novelas, Julian Barnes se burlaba de las coincidencias un tanto inverosímiles que poblaban la gran saga de Anthony Powell, “Una danza para la música del tiempo” –escrita entre 1951 y 1975-, en la que los personajes –muchísimos, casi quinientos- se encontraban fortuitamente a lo largo de los años en fiestas de debutantes y en cantinas militares y en hoteles solitarios y en congresos de literatura celebrados en Venecia. Y para ello, Barnes se inventaba la historia de doce comensales que coincidían en una cena y que al poco rato descubrían que todos ellos acababan de empezar a leer “Una danza para la música del tiempo”.
Es la era de la ansiedad. Una ansiedad que nos habita y nos corroe como una carcoma. Una ansiedad que no nos abandona en ningún momento. Una ansiedad que se ha convertido en un reflejo condicionado. Y esa ansiedad se ha agudizado desde que en el año 2007 llegó la crisis económica
Alexander Poskrebyshev era hijo de zapatero.
La idea de este artículo no es original. Incluso me copio a mí mismo, que ya es el colmo, pues ya hice dos acciones de gracias al nacionalismo catalán, una por su tozudez, y otra, aquí mismo, por la maravillosa pax catalana que reina en los chats familiares del resto de España. Muchos otros colegas han escrito artículos de gratitud al independentismo por esto o por aquello. Yo no vengo aquí, pues, a ser rompedor, sino sistemático y meticuloso. A poner mis agradecimientos en fila y numerados ahora que se avecina un cambio de tercio. También a cumplir religiosamente con una españolísima ley, que recordaba en otro artículo de gratitud el filósofo Ruiz Zamora: “Es de bien nacidos el ser agradecidos”.
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