Se ha salvado una bola de partido, otra más, y parece que Europa se dispone de nuevo a hacer honor a su tradición de avanzar desde la agonía
«Con la victoria del trumpista Farage, tal vez el Brexit empiece a ser también la noticia menos mala para los ciudadanos de la Unión»
«Hoy Pablo Casado ha salvado los muebles. Dos apuestas suyas, Martínez Almeida y Díaz Ayuso, gobernarán la capital y su región»
Era el momento menos oportuno: las ocho de la tarde en la Plaza de Olavide, entre la cuarta y la quinta caña. Ante la mesa llena de amigos, los niños que al jugar al fútbol parecen tener de portería la silla en la que estoy sentado, las marujas que a la distancia compiten por ver quién tiene el peinado a la vez más cristiano y anarquista, la cacofonía de los carritos de bebé y sus alaridos, el mesero que habita cualquier mundo menos este, los espectáculos de amor adolescente en los banquitos, la caña que aún no llega – no debería haber tenido tiempo, en fin, en tal panorama de vitalidad urbana, en tal muestra de salud de la España llena, para haberme hecho la pregunta. Pero por algo soy distraído, y me la hice:
«La vida es ondulante, decía Montaigne, y lo cierto es que llevamos desde 2008 inmersos en un periodo de incertidumbre que describe un final y anuncia un inicio»
Los alcaldes con sus bomberos de gala, los europeístas con su piscina de estrellas para los burócratas, como un anuncio de champán; los políticos de autonomía todos como castellanos de castillo. Va a resultar difícil pensar en ellos el domingo, pensar en el camión de la basura o en el precio mundial del cereal, cuando aún no hemos podido olvidar las elecciones generales. La sensación es que quedamos todos, los votantes y los políticos, mal votados, así que el voto del domingo tiene algo de testamento, de refutación, de segunda oportunidad, de arrepentimiento y de castigo.
«Si el señor Junqueras no tiene de qué preocuparse, la democracia española va a tener muchos motivos de preocupación»
Que el PSOE está de dulce y que será la fuerza más votada en las tres urnas parece un axioma a estas alturas. Aun así, la del 26M será una de las noches electorales más difíciles de seguir e interpretar.
¿Pueden los socialdemócratas y los liberales torcer el vigoroso brazo de eurófobos y nacionalistas?