María Jesús Espinosa de los Monteros
Elegir qué juguete comprar se está convirtiendo casi en una decisión moral. ¿Y si aplicamos la dieta Benjamin estas fiestas? ¿Y si nuestros niños apenas se las ingeniaran con una muñeca, una pelota o un barrilete?
Han pillado al senador Espinar con un par de aquellas Coca-colas que pretendía prohibir. Y le han acusado de hipocresía e incoherencia. Injustamente, a mi parecer. Porque el único vicio de Espinar ha sido el de no ser lo suficientemente fuerte como para resistir a la tentación. Y lo único que debería preocuparnos es que ese vicio privado pretenda hacerse pasar por virtud pública.
Cuando, hace unos años, se instaló entre nosotros la crisis económica, casi todos acudimos con interés a escuchar a los economistas. Esperábamos que nos explicaran por qué había sucedido lo que había sucedido y cómo salir de tal entuerto. Fue una época gloriosa para ellos: los periódicos reclamaban sus artículos, las radios les entrevistaban, incluso empezaron a aparecer en programas de máxima audiencia en televisión.
Más de 200 trabajadores camboyanos se han desmayado esta semana en una fábrica de ropa de la compañía sueca Hennes & Mauritz (H&M). «Sufrían dolores de cabeza y mareos y fueron llevados al hospital», indicó Keo Pisey.
La semana pasada debutaba en bolsa King Digital Entertaiment Plc, la empresa creadora del adictivo juego Candy Crush Saga. El éxito fue tal que me he permitido rebautizar el juego como Candy Crash.
Las bayas, como los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y… mueren