Algunos ya no respetan ni el descanse en paz, amén. Debo reconocer que en algunos velatorios a los que he asistido no hubiera sido extraño ver una escena como la foto que ilustra la noticia. No digo yo que velar a un cadáver se deba convertir en un paño de lágrimas, pero otra cosa es convertir aquello en una especie de mercadillo donde todos hablan a grito pelado.
Se confirma que la estupidez humana no tiene límites. Es evidente que tenemos que cuidar esta carcasa llamada cuerpo humano, hay que procurar estar razonablemente en forma, sanos, etc, pero sin pasarse de rosca.
En España ya vivimos nuestra guerra civil. Algunos siguen empeñados en desenterrar muertos y volver a buscar el enfrentamiento. Yo no viví ese momento, pero he conocido historias muy tristes de ambos bandos.
No voy a jugar a ser sociólogo, pero parece evidente que el Gobierno americano debería reflexionar y revisar temas clave como la educación en valores, la familia y redefinir una legislación permisiva sobre el acceso a las armas.
Lo del Estado Islámico empieza a dejar de ser una utopía, y quienes pensaban que era un grupo de iluminados que sería aplastado más pronto que tarde se han equivocado.
Raúl (y Fidel) deben una segunda oportunidad al pueblo cubano. Las nuevas relaciones económicas no pueden quedarse solo en captar inversión extranjera o potenciar el turismo.
El combate del siglo superó todos los récords de audiencia y bolsa de dinero, pero no el resultado no fue justo.
Soy uno de los que han escuchado los 48 minutos del discurso de Raúl Castro en la pasada VII Cumbre de las Américas.
Es evidente que los cristianos están siendo perseguidos, decapitados, violados y asesinados de forma despiadada por los del Estados Islámico y sus filiales.
De todo este triste acontecimiento, hay algo que no me está gustando. No es aceptable que algunas televisiones estén convirtiendo el suceso en un lamentable reality.
Los niños hoy enjaulados posiblemente se quedarán sin habla cuando ya adultos- sean conscientes de que un día fueron figurantes de una macabra protesta.
Cuando no hay argumentos, cuando la razón es enterrada por la pasión y el fanatismo, las armas pasan a convertirse en el único símbolo. No hay banderas, no hay argumentos, no hay corazón: estás conmigo o estás contra mí. Así será complejo resolver un conflicto de este calibre.