En dos minutos han solventado el trámite. Quim Torra, afamado escritor de textos supremacistas, de claro corte nazi, ha tomado posesión como presidente de la Generalitat. Es un presidente vicario, títere, que va a permanecer en el cargo poco tiempo, lo que le permita la justicia o hasta que los independentistas logren que sea restituido en el cargo Puigdemont, el huido. Ha estado muy solo, rodeado únicamente por los suyos, en un acto en el que no han tenido cabida otras instituciones como el Gobierno de España o los Ayuntamientos, o los grupos con representación en el Parlamento catalán, y tampoco la prensa, que ha tenido que seguir el acto a través de la señal de TV facilitada por la presidencia de la Generalitat. Todo muy simbólico, porque Torra no representa a los ciudadanos catalanes, se representa a sí mismo, ya que ni la mayoría de su partido está en las posiciones radicalmente supremacistas que representa Torra, al menos en teoría.