En el texto, Francisco pide en varias ocasiones «perdón» por un pecado que reconoce que le «avergüenza», «lamenta» y «llora». «Nos unimos al dolor de las víctimas y su vez lloramos el pecado. El pecado por lo sucedido, el pecado de omisión de asistencia, el pecado de ocultar y negar, el pecado de abuso de poder». En otro momento de la misiva, escribe que la iglesia «llora no sólo frente al dolor causado en sus hijos más pequeños, sino también porque conoce el pecado de algunos de sus miembros: la historia, el dolor de los menores que fueron abusados sexualmente por sacerdotes». Francisco ha instado a los obispos a tener también «coraje» para proteger a los niños de lo que llama «los nuevos Herodes, que fagocitan la inocencia de nuestros niños» a través del «trabajo clandestino y esclavo», la «prostitución», «las guerras» o «la emigración forzada».
«Miles de niños han caído en manos de pandilleros, de mafias, de mercaderes de la muerte que lo único que hacen es fagocitar y explotar su necesidad», critica el papa. Y denuncia con cifras oficiales los abusos que padecen los niños en todo el mundo. Unos 75 millones de niños, debido a las emergencias y crisis prolongadas, han tenido que interrumpir su educación. En 2015, el 68% de las víctimas de abuso sexual eran niños. En el año 2016, se calcula que 150 millones de niños han realizado trabajo infantil viviendo muchos de ellos en condición de esclavitud. El jefe de la Iglesia Católica cita el último informe elaborado por UNICEF y lanza un grito de alarma.
«Si la situación mundial no se revierte, en 2030 serán 167 millones los niños que vivirán en la extrema pobreza, 69 millones de niños menores de 5 años morirán entre 2016 y 2030, y 60 millones de niños no asistirán a la escuela básica primaria», añadió.