
La casa de oro
Cuando finalmente una conspiración acertó con el precio del pretoriano, el recuerdo de Nerón era tan odioso que, según la tradición, se decretó la damnatio memoriae: la cancelación de su memoria en discursos y monumentos. Un fenómeno que parece congénito al ejercicio desvergonzado del poder: el de la caída en desgracia. Como si todo aquel que pretenda disponer para sí de la casa de oro haya de recorrer, antes o después, el camino que lleva del pedestal al cadalso.