Carles Escolà y Jorge Fuentelsaz
«Si una de las partes contratantes se terminase desentendiendo del acuerdo, y basta con observar la conducta electoral de lugares como la Comunidad de Madrid para preverlo, el Estado del Bienestar español estaría políticamente condenado»»»
Al observar de cerca los resultados electorales de las derechas radicales en Europa en los últimos tiempos, se aprecia que la brecha de género ha ido disolviéndose
Ante discursos populistas que hablan de “crisis de migración”, nuestra colaboradora Áurea Moltó explica cuál es la situación real de los flujos migratorios en el mundo: hay 244 millones de migrantes internacionales, lo que supone el 3,3% de la población. ¿Qué hacer para que la inmigración tenga los efectos positivos deseados? La respuesta es clara: abrir vías legales a la inmigración.
Acerca de la inmigración en España hay dos evidencias que relumbran más que el sol: la primera, que hace falta un debate al respecto; la segunda, que va a ser extraordinariamente difícil que tal debate mantenga unos mínimos de inteligencia (por no hablar de cordialidad).
La semana pasada Keith Kahn-Harris publicó un interesante artículo en The Guardian titulado : «Negacionismo: lo que impulsa a las personas a rechazar la verdad». Las personas mentimos, pero no todas las mentiras son iguales. A veces mentimos por la benévola intención de no ofender, y otras tantas lo hacemos por descarado interés. Y sí, también nos engañamos a nosotros mismos.
Italia dio un giro en su reciente historia la noche del 4 de diciembre de 2016. Los italianos rechazaron la reforma constitucional de Matteo Renzi, quien dimitió, y abocaron al país a un futuro incierto.
Pocos demonios son tan familiares como los demonios de la otredad: porque con los otros tenemos que convivir. Salta a la vista, sin embargo, que las sociedades europeas viven estos meses la reaparición de un tipo particular de otredad, representada no por quienes viven entre nosotros, sino por quienes aspiran a hacerlo en busca de una vida mejor. Es una otredad imaginaria, desmentida sin ambages por antropólogos y genetistas, que sin embargo produce efectos políticos reales. Porque no son ficticios los mecanismos psicobiológicos que saturan afectivamente nuestra percepción del otro: la historia de la xenofobia se ha escrito sobre los renglones torcidos de un rasgo evolutivo que nos empuja a colaborar con los miembros de nuestro grupo y competir con sus presuntos enemigos. De esa disposición atávica se aprovechan los actores políticos que agitan el fantasma de la islamofobia o alertan contra la contaminación cultural de las viejas tradiciones nacionales: en Italia, Estados Unidos, Hungría, Cataluña. De modo que si queremos evitar que la crisis migratoria se lleve por delante el proyecto europeo, el realismo es el primer mandamiento: ninguna apelación lírica a la coexistencia fraterna logrará persuadir a quienes aplauden la idea de elaborar un censo para gitanos.
Berlanga hacía cine futurista. El comité de bienvenida en el puerto de Valencia a esos pobres desgraciados, en el que no habría desentonado una paella para 600, asemejaba un Mr. Marshall coloreado, remasterizado y, ay, pixelado, un remedo levantino de Villar del Río donde el decreto de algarabía tendiera a confundir a redentores y redimidos en una misma e improbable falla estival.
Prato, en la Toscana, proporcionalmente es la primera en Italia en número de ciudadanía inmigrante y está considerada la segunda de Europa con mayor número de población china.