Joan Didion, la irónica maestra de la literatura del trauma
Random House recupera ‘Una liturgia común’, una historia sobre dos mujeres que tratan de darle sentido al mundo
Random House recupera ‘Una liturgia común’, una historia sobre dos mujeres que tratan de darle sentido al mundo
Se va la pionera del periodismo narrativo, pero nos deja como aprendizaje que el dolor forma parte de la aventura de la vida
A Didion se le acredita haber introducido el «nuevo periodismo» con sus ensayos sobre la vida en Los Ángeles durante los tumultuosos años 60
«Los procesos deben ser profundamente escrupulosos en todo momento y en todos los detalles porque los atajos no sirven necesariamente para beneficiar a los débiles»
Será que la obligación de leer por trabajo le quita literatura al asunto, o que el morro se vuelve con el tiempo más y más fino, o simplemente que no he sabido elegir buenos títulos, o que no los he sabido leer bien, pero este 2018 que se acaba no ha sido para mí un año de lecturas deslumbrantes. Ninguna me ha dejado sin habla, aunque sí ha habido un puñado de libros que me han gustado hasta el punto de querer recomendarlos en esta lista -otra más- de lecturas del año que nadie necesita ni reclama. Y, sin embargo…
Joan Didion: The Center Will Not Hold, un proyecto dirigido por el sobrino de Didion, el cineasta y actor Griffin Dunne, es esa primera vez que muchos precisaban para deshilar las capas de cebolla de una de las plumas más lúcidas y honestas de las últimas décadas. Una mujer que recibió de las manos del ex presidente de Estados Unidos Barack Obama la Medalla Nacional de Artes y Humanidades, además del «Premio Nacional a la No Ficción» por su obra The Year of Magical Thinking y de la «Medalla por contribuciones distinguidas a la Letras estadounidenses» otorgada por la Fundación Nacional del Libro. No obstante, los premios son meras consecuencias de una trayectoria que se impone a la muerte y al dolor para encontrarle un nuevo sentido a la vida mediante las palabras.
Querida Joan: cada vez que abro mi libreta, esa que siempre llevo en el bolso, me sorprende, anotada en una esquina, tu dirección postal. Hace un par de años, cuando trabajaba en una pequeña editorial de Nueva York, la encontré entre archivadores, papeles y contratos, y la apunté. Fue un instinto, algo que hice rápido como si hubiera cámaras y estuviera asumiendo un riesgo mortal.
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