«Nunca pensé que caminaría tan tranquilo con el cañón de una tanqueta sobre nuestro grupo o el de un fusil de asalto apuntando a nuestras cabezas»
El Líbano, ese pedacito de Oriente Medio con dos importantes puertos, Trípoli y Beirut, recibe inversiones de todos ellos.
Hezbollah, aliado o títere de Irán-Persia, combate en Siria contra Estado Islámico. La noticia es que lo hace también en Irak. Es una noticia antigua, muy antigua.
Aunque nos revistamos del eufemismo misiones de paz, estamos en guerra. En este caso, teóricamente, la ONU contra toda laya de insurgentes, guerrilleros y terroristas.
La aparición de los yihaidistas del Estado Islámico (EI) vuelve a poner en peligro la estabilidad de un país acostumbrado a los sobresaltos de las bombas.
La ONU habla ya de más de un millón de desplazados en 130 campamentos. Un informe señala que su asistencia alcanza al 77% de la población afectada. El resto sobrevive como puede.
Esas maletas pueden parecer muchas, así, amontonadas en una acera de una calle de Beirut. Pero tengan en cuenta que metidas en ellas van varias vidas. Las de 300 personas que lo han perdido casi todo, pero que aún así pueden considerarse afortunadas.
Recordarán El planeta de los simios. Cualquiera que la vea por primera vez se queda impactado por esa última escena en la que el astronauta Charlton Heston descubre que no ha viajado en el espacio, sino en el tiempo.