Sangre en Venezuela
Hay escasez de materias primas elementales y sobran sinvergüenzas al mando de la cosa. Se expropian hasta los partidos políticos. Sí, como lo leen. El último Podemos (el venezolano, el original).
Hay escasez de materias primas elementales y sobran sinvergüenzas al mando de la cosa. Se expropian hasta los partidos políticos. Sí, como lo leen. El último Podemos (el venezolano, el original).
No es demagogia. No quiero decir que Grecia sea Venezuela, ni que Varufakis sea Marco Torres, ni Tsipras Maduro.
Como todas las enfermedades es odiosa. Pero además, tiene efectos que generan vergüenza. Y mutila, como tenemos delante. Y hoy no debiera existir, pero ahí está.
Se ha puesto de moda como eslogan ser otro. Unos son Charlie. Ahora en Argentina el personal es Nisman. No son casos equiparables. Yo soy yo, y bastante tengo con soportarme y convivir conmigo mismo para ser otro.
Pues no, yo no soy Charlie, y yo no me manifestaría con tipos tan poco recomendables como estos, que mienten tanto, que cargan en sus carteras presidenciales y ministeriales tanto cinismo y tanto fracaso en el combate de este terrorismo insoportable.
Kony y su mesnada han elevado a la enésima potencia el secuestro de niños para convertirlos en soldados y de niñas para hacer de ellas esclavas sexuales.
A mi no se me ocurre un plan más perezoso para un día de fiesta. No viajo en grupo y si lo hago, por ahorrar en el billete, me separo del colectivo según aterrizo.
No es la única dictadura del mundo con la que Gobiernos de países democráticos se relacionan apelando a la necesidad de hacer política. Pero en Cuba son demasiados años ya.
Los seres humanos no dejan de sorprenderme. La maldad existe. Cada día me desespera constatar cuantos tipos son capaces en todo el planeta de abusar de los más desprotegidos.
Porque es el racismo, pero es además una Justicia escandalosamente de dos velocidades. La de quienes tienen dinero y la de quienes no lo tienen.
No se que rostro tendrá la máquina, el humanoide del Congreso de Madrid. Pero si se que cara tienen los seres humanos que pueblan tantos mundos que nos son ajenos, la mayoría. Rostros cargados de biografía.
Pero en México no están para mucho baile. Me refiero a la mayoría de los ciudadanos. Allí los tres poderes del Estado están trufados con el crimen organizado.
Hace falta mucha fuerza, a veces más incluso que la del agua, para resistir las embestidas de tantos seres humanos que gobiernan desde la podredumbre o que desde su poder criminal, a veces tan parecidos, siegan la esperanza y la vida de los más desfavorecidos, por fuertes que estos sean.
Vuela la silla en la foto de Jorge Dan López. Porque vuela la indignación en México, un Estado no ya fallido, sino en putrefacción en el que no se distingue a las autoridades, a quienes tienen la obligación de gestionar la cosa pública, de los delincuentes y los asesinos que pueden con todo. No hay forma de despeinar el miedo en México, donde no hay quien no llore a un muerto y donde la vida no vale nada.
Pero en España ha anidado el pesimismo, y la desconfianza en los que mandan. Y desbarra la demagogia barata, de quinta. Los verdaderos expertos son escuchados por pocos y a la mayoría le gusta el lío, el jaleo, montarla parda. Ahora es el perro. Otras veces puede ser un gato. O un pajarillo.
No reclamo limosnas ni lavados urgentes de conciencia. Si reclamo solidaridad activa y compromiso. Aunque solo sea un poco. Puede ser mucho. De eso se trata esta tormenta. De que no seamos los mismos cuando salgamos de ella. Y saldremos.
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