Si bien el número de desplazados se acerca a los 6.000, cabe destacar que aún hay numerosas familias residentes en Mosul que no pueden abandonar la ciudad sitiada a pesar de que sus vidas corren peligro. Un artículo publicado en Al Jazeera recoge el testimonio de un padre con tres niños que narra la cruda realidad en la ciudad que está a punto ser el principal escenario de los enfrentamientos: «No hay salida para nosotros como familia. Incluso si pensamos en huir de la ciudad, por el momento no es posible. Estamos retenidos como rehenes; el Estado Islámico tomó toda la ciudad de Mosul como rehén». William Spindler, portavoz de la agencia de ayuda humanitaria de las Naciones Unidas, ha declarado: «Los temores de que la ofensiva para la toma Mosul produzca una catástrofe humanitaria son reales, y puede producir una de las mayores crisis de migratorias de los últimos años». El asalto de Mosul cuenta con el respaldo de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, que está prestando apoyo a las fuerzas del Gobierno de Irak. En las primeras 24 horas de la ofensiva, 20 aldeas situadas en las afueras de la ciudad de Mosul fueron rescatadas, y el jueves, diferentes medios internacionales informaban que al menos 95 miembros del grupo terrorista Estado Islámico habían muerto en operaciones de las tropas iraquíes apoyados por los estadounidenses. Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, cayó en poder de ISIS en junio de 2014 y actualmente es su último bastión importante en el país. Si bien el avance de recuperar la ciudad se percibe como algo positivo y parece que está llevándose a cabo más rápido de lo esperado, la ofensiva plantea riesgos que amenazan la vida de los civiles que intentan huir o quedan atrapados en el fuego cruzado.