Sánchez transmite la sensación de que no sabe para dónde tirar con tal de mantenerse en el gobierno … y que la Constitución le importa lo justo
Rusia quiere al mismo tiempo ser y no ser parte de Europa. Esta contradicción refleja tanto los vaivenes del país en el cuarto de siglo transcurrido desde la caída de la Unión Soviética como los dilemas sobre su propia identidad colectiva (la idea rusa) y su lugar en el mundo.
En Cataluña Radio le preguntaron al Presidente Torra si se sentía carcelero de sus propios compañeros. Por aquello de que son presos políticos durmiendo al fin en cárceles catalanas. Dijo Torra que no se sentía tal cosa, que quien los ha encarcelado es la legislación española. Pero el carcelero no es el juez, sino quien administra los barrotes. Y quien administra los barrotes es su gobierno, es decir él, por aquello de que la administración de las cárceles está transferida a la Generalitat. Si a Torra se le pregunta sobre lo que siente y si Torra responde sobre lo que no siente es porque todo el mundo sabe que a estas alturas y ante semejante panorama no merece la pena discutir sobre lo que piensa hacer al respecto, que es nada. Porque si Torra cree que son presos políticos y tienen las llaves de su celda, o las usa para liberarlos o se convierte en cómplice.
Aunque el presidente Trump y su sospechosa ‘Russian-Connection’ hayan hecho saltar las alarmas en la Comunidad de Inteligencia, parece improbable que los intercambios de información entre distintos servicios dejen de incrementarse en los próximos años ante la persistente amenaza terrorista. El atentado de Mánchester ha vuelto a imponer la realidad del mundo frente a los sueños “emancipadores” de fantasmales soberanías recuperadas que nos mantendrán seguros en nuestro perímetro.
La noticia llamativa del día es que la primera reedición desde 1945 de ‘Mein Kampf’, de Adolf Hitler, ha sido un éxito editorial en Alemania. Menos llamativa, pero probablemente más importante, ha sido la del superávit en la balanza comercial de la Unión Europea en 2016, que ha alcanzado los 296.000 millones de euros, de los que 280.000 millones los ha aportado por sí sola Alemania. Pero lo trascendental de verdad es Alemania a secas, la Alemania de 2017, la que económicamente lidera Europa pero políticamente sigue en ese limbo en el que se encerró para expiar la terrible docena de años en los que se dejó llevar por Hitler a una cadena de crímenes y horrores que las generaciones posteriores no han acabado de asimilar.
Los talibanes son lo peor: sucios, violentos, gandules, piojosos y declaradamente incapaces de colaborar en el progreso de la Humanidad. Pero además son prepotentes en su inutilidad zarrapastrosa y han matado, según el jefe de ellos “como brillante regalo de Navidad”, a seis marines norteamericanos en Kabul. Envían por lo tanto un regalo sangriento a Occidente para celebrar el nacimiento de un niño judío en un portal de Belén. ¿Osadía o simple estulticia? En cualquier caso un regalo envenenado que debería ser cumplidamente retribuido, porque ningún país merece contar entre sus habitantes con semejante gentuza. Y Afganistán, que fuera un hermoso país con una bella cultura milenaria, tampoco lo merece.
Debajo de ese guardapolvo negro, aparecen los colores de la vida, es un canto a la esperanza y a la libertad. Ella representa la imagen de la lucha de todas esas mujeres que han logrado sobreponerse a la tragedia que asola a países cómo Siria e Irak.
Estoy convencido que Ucrania no volverá a ser el país que era, ni en el mejor de los escenarios. El este del país tiende a ser una zona inestable con muchas dificultades para que sus ciudadanos se reconcilien.
Ambos se alegran del cierre de muchos McDonald’s en Rusia. Hablan de su patria con gran admiración, defendiendo a Putin como el único capaz de gobernar un país que no está preparado para hablar de democracia.