«’Parliament’ desnuda a españoles, italianos, ingleses o alemanes. Como en toda comedia, amplifica sus defectos de forma extrema. También los de la política europea.»
Lo único que se antojaba seguro en la sede de Cs es que su plana mayor compondría, mano sobre mano, una de esas piñas (en almíbar) que estallan en alborozo. Como a los borrachos del cántico futbolero, el resultado les daba igual. Los 7 escaños logrados en el PE (tan sólo 1 más que los que sumaron UPyD y Cs en 2014) quedaban muy lejos de las previsiones de la mayoría de sus dirigentes, pero la euforia contumaz, prescriptiva, que rige la vida pública de Cs no se para en barras.
«La vida es ondulante, decía Montaigne, y lo cierto es que llevamos desde 2008 inmersos en un periodo de incertidumbre que describe un final y anuncia un inicio»
¿Pueden los socialdemócratas y los liberales torcer el vigoroso brazo de eurófobos y nacionalistas?
Sí, que gane «Podemos», que se independice Cataluña y que se proscriba el Cristianismo. Empiezo a pensar que es la única forma de que España despierte de una pesadilla que empezó en 1898.
Decía Francisco Silvela que una de las mejores maneras de evitar la cursilería consiste en no seguir las modas sino de lejos. Pues en política internacional también conviene desconfiar de las tendencias.