«Cs perdió la centralidad, y con ella la versatilidad, cuando no dejó resquicio alguno abierto a poder entenderse con el PSOE»
“Mejor la destrucción, el fuego”, como terminaba Cernuda un poema. Sigue latiendo ese impulso. La tentación del cortocircuito. Hay un alivio de fondo en volver a la abstención (¡las manos limpias!), porque el no votar a Ciudadanos no se va a traducir en votar a los demás partidos, que me siguen pareciendo lamentables.
A las pocas horas de la ruptura corrían ya rumores sobre una hipotética reuncia de Valls a la regidoría barcelonesa e incluso a la política española. Se dice que Valls habría renunciado a fundar, liderar o apoyar ningún proyecto político del espacio presuntamente huérfano del centro derecha catalanista. Es sorprendente que alguien que venía a Barcelona para quedarse, para gobernarla y para salvarla, la deje tan pronto y tan sola y tan desamparada como la encontró.
Entrevistaron a Marta Pascal en La Vanguardia y aprovechó para marcar distancias con Puigdemont y Torra hasta el punto de insinuar con simpatías la creación de un nuevo partido. Un partido independentista-pero. Esta podría ser una buena noticia. Si hoy fuese ayer.
Me he pasado al mal llamado “lado oscuro”. Muchos periodistas calificamos así a los consultores políticos. Quizá porque la mayoría de las veces desconocemos su labor y la imperiosa necesidad de trabajar juntos. Ambos actores se necesitan. Ahora lo sé. En estos diez años como cronista política he observado que los pocos que se han acercado, enseguida los hemos calificado de “vendehumos”. Sobre todo, cuando matizaban lo pronunciado por su candidato para que la frase, un poco salida de contexto, no abriera portada al día siguiente.
Si la democracia está en crisis allí donde se ejerce, su idea como faro y destino de regímenes autoritarios o dictaduras económicamente eficaces se ha resentido de forma alarmante, si no definitiva. La desafección democrática en Occidente difícilmente acabará con ella, pero más peligroso para el futuro de nuestras sociedades es la renuncia de China no ya a ejercerla algún día, sino la desinhibición con la que muestra su tránsito acelerado hacia un régimen dictatorial, vigilante y, ahora, otra vez personalista. Hasta la llegada de la crisis, el consenso de los análisis veía muy probable la llegada a medio plazo de valores democráticos y liberales a un país donde la clase media crecía por millones cada año.
A menudo Rajoy resulta simpático. Sus deslices, sus momentos de sinceridad espontánea, sus frases míticas e ininteligibles, sus balbuceos, son graciosos, carne de meme. Rajoy, si no fuera tan vago, podría ser un buen líder populista, aunque le falta garra. Podría defender un lenguaje auténtico, llano, para el pueblo.
Los pocos minutos que los planes de estudio le dejan a uno para explicar algo de constitucionalismo histórico español, se suelen dedicar a mostrar a los alumnos que nuestro país no es ajeno a los movimientos europeos que durante todo el siglo XIX trataron de incorporar la tradición liberal y democrática bien de forma revolucionaria […]
La polémica volvió a estallar durante la semifinal madrileña de la Champions poniendo de manifiesto, de nuevo, la imparable escalada de sentimentalización que se expande por el fútbol español. El origen estuvo en una pancarta que apareció en el fondo sur del Santiago Bernabéu. Ésta recordaba las copas de Europa obtenidas por el Real Madrid a lo largo de su historia, destacando las dos ganadas a su rival (Lisboa y Milán) con una frase que alimentó la discordia: “Decidme qué se siente”. Se puede discutir sobre la dudosa oportunidad de un tifo tan torpe como banal justo antes de un partido trascendental, pero acostumbrados – por suerte, cada vez menos- a los cánticos insultantes o a las múltiples referencias bélicas – que, incluso, se produjeron durante la misma eliminatoria-, esto no debería ser más que una simple nota a pie de página. Sin embargo, se rellenaron horas de tertulias en la prensa deportiva y se gastaron millones de palabras en discutir esta anécdota en las redes sociales.