Empezando por el mausoleo de la Plaza Roja de Moscú donde reposa el cuerpo embalsamado del ideólgo de la revolución de 1917, Vladimir Ilich Lenin, situado frente al Kremlin, a unos metros de la tumba del otro gran adalid de la revolución, el dictador Josef Stalin. Se espera que, como otros años, la Plaza Roja de Moscú se llene de nostálgicos que asistan al desfile militar, y veremos a miembros del Partido Comunista portando banderas e imágenes de Lenin y Stalin mientras recorren las calles de la capital. No faltará tampoco el homenaje ante la estatua de Lenin.
Para unos, esta conmemoración, al igual que las que se repiten cada año, es una forma de preservar la gloriosa etapa de la URSS y del Partido Comunista Ruso, el PCUS; para otros, es sólo parte la historia del país para atraer a los turistas y asisten a estas conmemoraciones con indiferencia. Entre los primeros, de algún modo, está el actual presidente ruso, Vladimir Putin, ex miembro de la temida KGB – los servicios secretos soviéticos – que llegó a decir públicamente que «la caída de la URSS fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo». Entre los segundos, buena parte de los jóvenes rusos.
A pesar del paso de los años, a pesar de que la revolución rusa fue una época de penalidades, de purgas y crímenes de estado, llaman la atención los resultados de una encuesta hecha en noviembre de 2016 por el instituto independiente Levada. A la pregunta «¿Lamenta la caída de la URSS?», el 56% de las personas respondió que sí, el 28% que no y el 16% no se pronunció. Lo que refleja una clara idealización sobre lo que fue realmente la revolución. Por eso, porque no hay una idea generalizada entre la población rusa sobre lo que realmente fue la URSS, su dictadura, su sistema de partido único, su falta de libertades políticas y religiosas, con una represión que causó millones de muertos, fusilados, enviados a los gulags o exterminados de hambre, se sigue conmemorando en octubre la Revolución de 1917 que dio origen el primer estado comunista hasta entonces.