«Cataluña es grande cuando promociona el talento por encima de la identidad o la afiliación ideológica, cuando quiere a los mejores y no a los más obedientes»
No me gustan los tipos maleducados. No los soporto. Tampoco los diplomáticos (eufemismo de falsos sonrientes falsos), que conste. Cuando uno es (siniestramente) joven siente cierta atracción por los malditos. O al menos ese fue mi caso. Con los años, sin embargo, las tonterías de divos aburren. Uno de los mayores aburridores de ovejas es el sobrevalorado y plasta Bob Dylan. No he asistido a ninguno de sus conciertos, pero parece ser que hay gente que paga mucha pasta para que el tipo te cante cuatro canciones con voz de gallo desafinado y de perfil. Y ni sabe tocar la guitarra. Y con unas letras que dan pena empanadas.
Santos no es tan santo. De la mano de Uribe, el pragmático Santos, para llegar al poder, bajo la más ramplona interpretación de “El Príncipe” de Maquiavelo, bombardeo Ecuador, estuvo a punto de hacer la guerra con la Venezuela de Hugo Chávez, e hizo una operación de rescate al mejor estilo de Hollywood, con asesores directos de los mejores estudios.
Barack Obama recibió un Premio Nobel de la Paz preventivo. Su único mérito era no ser George Bush hijo; algo que le ha sido dado y en lo que ni siquiera ha podido mediar por ninguna vía. El Nobel de la Paz otorgado a Juan Manuel Santos también tiene algo de apaño. Se lo concedieron desde el convencimiento de que el pueblo de Colombia iba a seguir, sumiso, las indicaciones de la cayada de Santos, bien regada de dinero legal e ilegal. La campaña por el sí contaba con todos los medios a su favor, mientras que la del “no” sólo tenía de su lado tres cosas. Una, el apoyo de los dos políticos más respetados de su país, Álvaro Uribe y Andrés Pastrana. Dos, la posición contraria del presidente con peor valoración de la historia democrática de Colombia, Juan Manuel Santos. Y tres, el peso, casi geológico, de la realidad.
Que este sátrapa, tan criminal y más caprichoso que sus antecesores, reciba un premio de allende sus fronteras es un hecho extraordinario. Incluso quienes lo protegen o se benefician de él como China no gustan de aparecer como amigos de uno de los regímenes del mundo más despreciados por brutal, despótico e inhumano.
Me parece que es la tercera vez que hablo de este chico en The Objective, como si tuviera una fijación obsesiva con él. Pero es que hace tales cosas y dice tales cosas que me siento como el delantero centro que, solo ante la puerta, recibe un pase desde el extremo, tan bueno que no tiene que hacer más que empujarlo a la red.
La inversión española en investigación está en caída libre debido al desprecio por la ciencia del actual gobierno
Es una lástima que esa atención se fije en un puñado de nombres, cuando la ciencia es un enorme y maravilloso esfuerzo colectivo e interdisciplinar