«Época confusa y febril esta en la que los mandatarios apelan a la unidad nacional y agasajan al pueblo otorgándole unos valores morales sempiternos»
«Hace unos días, conversando con unos amigos, dije que si la mayoría fuera como yo, la España vacía estaría llena y Madrid vacío»
«Hoy me enorgullece ver que la solidaridad intergeneracional, eterna invisible en los frenéticos ritmos cosmopolitas, es uno de los pilares permiten a mi pueblo seguir en pie»
Corbyn defiende finalmente una segunda votación sobre el Brexit y ya sólo cabría esperar a la tercera o a la que sea la vencida. Se pretende así que el pueblo corrija al pueblo, en lo que sería un ejercicio histórico de virtud o de hipocresía según se mire.
No hace falta que recuerde al lector ilustrado (condición que se presume iuris et de iure en este periódico) la referencia casi literal a Ortega y su Misión de la Universidad. Me limito a reproducir, entre las obligadas comillas, algunos párrafos significativos, aunque desordenados: “La reforma universitaria no puede reducirse, ni siquiera consistir principalmente, a […]
El 3 de diciembre de 1869, contestando en el Parlamento a Castelar, Sagasta reconoció que “sería completamente imposible, no habría medio, no de gobernar, sino de vivir en sociedad, si se comprendieran los derechos individuales de manera absoluta, pues lo absoluto en el ejercicio de los derechos individuales conduce irremisiblemente al estado de barbarie”. Por “absoluto” quiere decir “sin relación a los derechos de los demás” –lo que Oakeshott llama “supuesto incondicional”-, por eso añadió que “la limitación en el ejercicio de los derechos de cada uno por la garantía del ejercicio de los derechos de los demás, es la libertad, es el progreso, es la civilización, es la sociedad”.
Quizá no sea el mejor momento para plantearse estas cuestiones, pero el primer día del año nos incita a mirar, con esperanza o desánimo, hacia el futuro.
Uno de los mantras de la crisis catalana es el diálogo, a pesar de que siempre son necesarias cesiones y una base de acuerdo para ello. El independentismo suele apelar al diálogo, pero es experto en vaciar conceptos: después de afirmar que acataría el resultado del referéndum, Puigdemont acusó al gobierno central de no querer dialogar.
La relación de Trump con la prensa es un misterio insondable. Trump es un showman y siempre ha sabido beneficiarse de los automatismos de los medios de comunicación para que éstos sirvan a sus intereses; ha hecho para él lo que las agencias de medios ofrecen a sus clientes. Tras décadas de perfeccionar su técnica, el hombre se presenta a las elecciones presidenciales: lanza sus mensajes para que la prensa los muerda con sus fauces, y en lugar de destruirle, los medios le han acabado encumbrando como presidente de los Estados Unidos.