realidad

La desconocida de la foto

La desconocida de la foto

Los escritores recibimos con cierta regularidad esta pregunta: «¿Cuánto hay de realidad en lo que escribes?». Tanto lo he analizado, desde todos los puntos de vista, que se ha convertido en mi obsesión. Ya saben, los escritores, dicen, tienen una obsesión y en realidad, todas sus novelas van del mismo asunto. La mía es esa. ¿Qué hay de verdad aquí? Pero en contra de lo que la mayoría de la gente opina, no me refiero a qué hay de verdad en mis ficciones, sino a todo lo contrario. Lo que yo me pregunto es qué hay de verdad en mi realidad.

La realidad como consuelo

La realidad como consuelo

Todos sufrimos la tentación escapista en algún momento. En el espacio, creemos que todo irá mejor en un nuevo sitio lejano, quizá en el pueblo de la infancia en una casa encalada o en una cabaña artesanal como Walden, de Thoreau, o la torre de Montaigne.

El corto que critica la precariedad laboral en Deliveroo o Glovo

El corto que critica la precariedad laboral en Deliveroo o Glovo

No es la primera vez que lo hace, el ciclo de cortometrajes Jameson Notodofilmfest está acostumbrado a que algunos de sus cortos se viralicen. El último que lo ha hecho es ¡Hola, buenas noches!, que narra en primera persona lo que piensa un repartidor de comida a domicilio de una conocida aplicación para smartphones. El trabajador reflexiona sobre sus condiciones laborales mientras pedalea sobre la bici en la que pasa 12 horas al día. El corto es obra del director Pau Rodilla, y está protagonizado por el actor Carlos Vera.

Las lágrimas de la belleza

Las lágrimas de la belleza

La belleza surge de una lágrima que se disuelve en otra ajena. Aparece en el relato de Esaú, el hijo primogénito de Isaac, al que su hermano Jacob engañó en dos ocasiones. Es la historia perturbadora del hermano mayor a quien el padre le niega la bendición. «¿Es que tu bendición es única, padre mío? –leemos en el Génesis– ¡Bendíceme también a mí, padre mío! Isaac guardó silencio y Esaú alzó la voz y rompió a llorar». El llanto del hijo rechazado por su padre –y sobre el que pesa, según las Escrituras, el odio de Dios– plantea un dilema moral que involucra además la cuestión de la belleza: una belleza que nos apela e interroga, nos sondea y descubre. En su fundamental Tratado de las lágrimas, Catherine Chalier persigue este hilo argumental apelando a la autoridad de la tradición talmúdica. Lo hace en el marco estricto de la ética, pero su campo de resonancia es mayor: el padre aborrece a Esaú –sugiere la autora– porque en sus lágrimas percibe un sufrimiento encerrado en sí mismo, egoísta, ajeno al dolor de los demás. Son lágrimas que nublan la mirada y ocultan la realidad. Son lágrimas que convierten en imposible el esplendor de la belleza.

Rompiendo amarras

Rompiendo amarras

Hay un libro de fotografías de André Kertész que se titula ‘Leer’, publicado hace poco en España por Periférica. En las imágenes aparecen hombres y mujeres, niños y viejos, occidentales y orientales, ya sea solos o acompañados, totalmente abstraídos delante de un trozo de papel, un periódico, un libro. Leen, y es como si de pronto hubieran desconectado. El mundo sigue su curso, pero la lectura los ha apartado y están ensimismados en otra parte. Secuestrados por las palabras, distraídos, enchufados a otra historia.

Fiebre lectora

Fiebre lectora

Hace un par de meses volví a leer. Fue «Patria» de Fernando Aramburu y me gustó mucho. Luego empecé a frecuentar librerías, robar ejemplares en casas de amigos y recuperar otros que había prestado. En ese montón estaba, decían, lo más prometedor de la literatura española actual. En una de esas obras, se incurría en dos errores de bulto en las primeras páginas. No diré el nombre. Lo que en la cinco era, pongamos, un triciclo, en la siete era una canoa. Es bien sabido que solo la realidad se puede permitir algo así, nunca una novela.

Yo controlo

Yo controlo

Cuando acabe el partido y su resaca pase, los efectos se desvanecerán. Acabaré volviendo a la realidad, la agotadora realidad. Una que no controlo.

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