
Haloperidol para los arrepentidos
El que se arrepiente se está desligando de sus actos dolosos, incorporados necesariamente a la trama de su propia personalidad, está diciendo que una acción concreta no es suya.
El que se arrepiente se está desligando de sus actos dolosos, incorporados necesariamente a la trama de su propia personalidad, está diciendo que una acción concreta no es suya.
El papa Francisco me recuerda a esos curas de la Teoría de la Liberación tan modernos de allá por los 70. A los niños de los Colegios Nacionales nos hablaban en misionero y nos tocaban canciones de Dylan pasadas por la fe.
Ni Jesucristo, Alá, Buda, Yahveh, Krisna o Shivá predican raptar y violar niñas, impongan el apartheid, inciten a degollar a aquellos que no pertenezcan a su fe, animen a crear campos de concentración, propongan expulsiones en masa y masacres permanentes.
Después de siglos en los que se apreciaba que una cosa era lo que sucedía en la calle y otra lo que exigía la Iglesia, parece que una persona ha llegado con el ánimo de igualar y normalizar la realidad cotidiana con las leyes y consignas celestiales.
Los jovencitos occidentales, gracias al libertinaje promovido desde las logias, andan por ahí adorando a satán sin ningún rubor y con toda la inconsciencia de sus pocos años.
Desde la antigüedad hasta nuestros días, las religiones o algunos de sus seguidores, han sido todo menos adalides del verdadero sentimiento religioso. Con barbaridades como matar en nombre de una religión, lo que se consigue es más dolor, más odio.
Es el silencio que permite la duda, la curiosidad, la negación, la inquina, el amor, la búsqueda, la investigación. La libertad, en una palabra.
¿Cómo puede un buen musulmán respetar el dogma cristiano de la Trinidad o de la Encarnación? Si lo respeta, entonces no es un buen musulmán.
Tú eres el máximo líder espiritual de una religión colorida y vitalista que se expandió por el centro de Asia, y que con la filosofía New Age se volvió un éxito planetario.
El Papa Francisco lo tiene bastante jodido. Su claro objetivo de administrar con transparencia y eficacia los bienes de la Iglesia con especial atención hacia los más necesitados entra en conflicto con los intereses reales de la iglesia castrense oficial.
El terrorismo es una pata que cojea en la humanidad, una lacra para la democracia y para el bienestar. Pero no se esconde tras una sola frontera, ni tan sólo tras una religión
¿Qué pasa cuando un niño de 14 años ha de huir corriendo por los pasillos de su escuela porque un hombre armado le persigue apuntándole a la cabeza? Los niños, por aquello de ser niños, seguramente no lo entienden; el resto, por aquello de ser adultos, creemos justificarlo.
No es religión, no es sólo ideología, es un sistema de educación en el odio. Adultos fanáticos preparando cerebritos para luchar contra la libertad.
Siete cuerpos yacen tendidos en el barro. Están boca abajo. Plantas de los pies mirando al cielo, rodillas flexionadas, zapatos que caen. Los acaban de sacar del autobús que les llevaba hacia su destino final sin ni siquiera saberlo.
Es una buena noticia que en este diario se publique una información sobre las peregrinaciones a Fátima. Es una buena noticia porque es buena en sí misma: los peregrinos son, sin duda, gentes de paz.
Bergoglio, el Papa Francisco, me inspira confianza. Soy creyente. Llevo años muy distanciado de la jerarquía de la Iglesia, a quien percibo en otro mundo, mortal, humano, mundano, e inmensamente lejano de lo que mis padres.
El triunfo del bien sobre el mal parece el deseo eterno de la humanidad. Unos lo manifiestan más abiertamente, otros se lo guardan más escondido. Hace unos días en la India celebraban este evento en el festival de Durga Puja.
Hay que tener valor para casarse hoy en día. Son palabras del papa Francisco bromeando con las parejas de recién casados presentes en la plaza de San Pedro este miércoles pasado. Una idea que para muchos no es una broma sino una gran verdad.
Cada vez me gusta más. Si, Francisco. Me fascina su actitud. Humana. Normal. Un hombre que convierte lo ordinario en extraordinario. “Hay que tener valor para casarse hoy en día”, ha dicho.
Cada vez tengo menos dudas de que la religión es el peor de los fanatismos. En nombre de Dios, de Alá o de quien sea la deidad que se venera se han cometido verdaderas atrocidades en la historia de la humanidad. Y desgraciadamente se siguen cometiendo. ¿Hasta cuándo un dogma primará ante la cordura?
Se desconoce el secreto de la longevidad del padre Clemens, que lleva desde 1936 dando guerra o, mejor dicho, repartiendo paz, en las trincheras espirituales de los púlpitos de Bélgica.
El Papa Francisco visitó Corea del Sur, país de la secta Moon, de las iglesias protestantes con cruces de neón, del kimchi y de la cirugía estética como regalo de graduación.
Es la fuente de todo lo que nos mantiene unidos a la vida y el origen de todo lo que la destruye. Es la causa de los besos, el aire de las sonrisas y el origen primero -en su ausencia- de todas las guerras y conflictos.
La cruz se alza sobre los escombros de la hoz. Siempre pasa lo mismo pero aún hay personas que siguen defendiendo el infierno que provocan sus promesas de construirnos un paraíso en la tierra.
No creo en la combinación “guerra santa”. “Guerra santa” es una combinación del tipo “fuego helado” o “luminosa oscuridad”… Absurdo. A mí sólo se me ocurre que tenemos el corazón un poco enfermo, con manifestaciones acordes al nivel de nuestro desarrollo.
Su supervivencia pasa por apostatar de su fe y convertirse a la doctrina islamista. Detrás la mano de la Yihad pero frente a ellos, y en pleno siglo XXI, las espaldas de una comunidad internacional que ni siquiera se avergüenza de mirar tanta barbarie en sus periódicos.