El presidente filipino, Rodrigo Duterte, declaró la ley marcial el martes en la región sureña de Mindanao, tras unos letales enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y militantes de un grupo vinculado a la organización yihadista Estado Islámico en una ciudad de la zona.
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha firmado una orden ejecutiva por la que se endurece la prohibición de fumar en público, reforzando así algunas de las medidas antitabaco ya existentes, consideradas de las más duras en Asia.
Un abogado filipino ha presentado un informe en la Corte Penal Internacional (CPI) en el que acusa al presidente Rodrigo Duterte y a otros 11 oficiales filipinos de asesinatos en masa y crímenes contra la humanidad.
La Cámara de Representantes (Cámara Baja) de Filipinas ha destituido hoy a doce diputados que se negaron a aprobar la reinstauración de la pena de muerte.
Unas fotos que muestran a cientos de prisioneros desnudos sentados en filas durante el registro de sus celdas en Filipinas ha generado un importante revuelo en el país. Este escándalo ha puesto sobre la mesa las vulneraciones de Derechos Humanos en la sangrienta guerra contra las drogas lanzada por el presidente Rodrigo Duterte.
El presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha anunciado que los militares participarán en la sangrienta guerra contra las drogas y ha prometido matar aún a más traficantes y adictos. «Estoy incluyendo a las Fuerzas Armadas de Filipinas y convirtiendo el tema de las drogas en una amenaza de seguridad nacional, y llamaré a todas las fuerzas armadas a que participen», ha informado Duterte, que ha prometido además matar más adictos «hijos de puta».
Duterte, de 71 años, afirmó que la medida estaría destinada a «proteger a los filipinos y a la juventud de este país». Duterte ganó las elecciones presidenciales de 2016 tras haber prometido que mataría a miles de criminales para erradicar el tráfico de droga, una de las lacras de la sociedad filipina. La sangrienta guerra contra la droga que lanzó al llegar al poder se tradujo en seis meses en la muerte de al menos 5.700 personas, incluidas miles de ejecuciones extrajudiciales. Filipinas vivió bajo la ley marcial durante 14 años cuando el exdictador Ferdinand Marcos la decretó pretextando la amenaza que planteaba la insurrección comunista.
Los ciudadanos aseguran que la única forma de sobrevivir a la sangrienta guerra contra el narcotráfico de Duterte es «haciéndose el muerto». Sin embargo, su cruzada no sólo está con los drogadictos, sino que los periodistas también están dentro de su objetivo. «Que seas periodista no significa que estés exento de ser asesinado si eres un hijo de perra», llegó a decir. Duterte recordó el caso de Jun Pala, un periodista y político asesinado en el año 2003 –opositor al ahora presidente electo– por un hombre armado que le disparó desde una motocicleta. Este asesinato nunca llegó a resolverse. «El ejemplo aquí es Pala. No quiero subestimar su recuerdo, pero era un horrible hijo de perra. Se lo merecía», indicaba. «La mayoría de los asesinados, para ser franco, han hecho algo. No serás asesinado si no hiciste nada malo», concluía ante la mirada atónita de decenas de periodistas.
Conocido como el Trump filipino, llamó «hijo de puta» a Obama y ha mostrado repetidamente su malestar por las críticas de EEUU a su polémica guerra contra las drogas. En este sentido, ha asegurado que reducirá la influencia militar de EEUU en su país y establecerá vínculos más cercanos con Pekín. Además, ha informado que su país está dispuesto a realizar maniobras militares con China y Rusia, reiterando que no va a seguir permitiendo los «juegos de guerra» con su antiguo aliado estadounidense, hasta ahora principal suministrador de equipamiento militar.
El 9 de mayo, el Partido Democrático Filipino-Poder Popular de Duterte resultó vencedor en las elecciones presidenciales de Filipinas al recibir 16.601.997 votos (el 39,01 %) con una ventaja de 6,6 millones de votos sobre el segundo candidato, Manuel «Mar» Roxas II. Como presidente, Duterte aboga por una política de enfrentamiento más contundente contra la milicia islamista radical Abu Sayyaf, mientras que ha intentado entablar un proceso de paz con la milicia comunista, además de luchar contra el crimen organizado y la droga, con la posibilidad de establecer un sistema de recompensas para acabar con sus líderes. Rodrigo Duterter fue alcalde de Dávao durante 22 años.
Hace ya diez años que Antonio Escohotado lo proclamó en Televisión Española: “La guerra contra las drogas ha terminado”. No era creíble, decía, pensar que se podía estar librando una batalla contras las drogas cuando su uso y presencia no iba sino en aumento. Había que asumir que las drogas no iban a desaparecer. Que siempre acompañarán al hombre, como lo han acompañado desde que puede llamarse hombre.
El presidente ruso Vladimir Putin firmó este miércoles una orden para que Rusia deja de formar parte de la CPI, y Duterte ha tardado apenas 24 horas para decir que está considerando hacer lo mismo. “Son inútiles los que están en el tribunal penal internacional. Ellos lo han echado (a Rusia). Puede que yo haga lo mismo. ¿Por qué? Sólo los pequeños como nosotros somos maltratados”, ha declarado el dirigente filipino. Sobre la decisión de Rusia, comentó: “¿Cuál podría haber sido la razón?. Quizá protegerse de lo que están haciendo en Siria, los incesantes bombardeos y las muertes de civiles”. Rusia está siendo objeto de una fuerte presión por parte de la comunidad internacional por sus ataque en Siria, en medio de denuncias de defensores de los derechos humanos de estar bombardeando objetivos civiles, una acusación que Rusia ha negado.
Antes que Rusia, en la última semana de octubre, Sudáfrica, Gambia y Burundi decidieron poner fin a su participación en la Corte Penal Internacional. Filipinas es miembro de la Corte Penal Internacional desde 2011. El pasado mes, un fiscal de la CPI dijo que el tribunal de La Haya podría tener jurisdicción para perseguir a los autores de los más de 2.400 asesinatos cometidos en el país asiático en el marco de la lucha contra las drogas promovido por el propio Duterte.
«Ha sido una victoria merecida. Has sido elegido – le ha dicho a Trump – el líder del país más poderoso», declaró el presidente filipino en un encuentro con periodistas. Preguntado si piensa que podrá tener una buena relación con el presidente electo, contestó que él puede ser amigo de cualquiera, sobre todo, de políticos como Trump que no han dicho nada sobre el tema de los derechos humanos en Filipinas. «Nosotros no tenemos disputas. Yo puedo ser amigo de cualquiera, sobre todo de un presidente de otro país. Él no se ha entrometido en los derechos humanos». Duterte es objeto de duras críticas por parte de la comunidad internacional por su política contra las drogas y el narcotráfico de permitir y animar a los ciudadanos y policías a matar a los drogadictos y camellos.
Es de sobra conocida la hostilidad mantenida por Duterte hacia Estados Unidos, país tradicionalmente aliado de Filipinas, y sus insultos a Barack Obama. Tras la elección de Trump ha cambiado el tono y se ha mostrado convencido de que el nuevo presidente podrá llevar a cabo sus planes anunciados en la campaña electoral, entre los cuales está la expulsión de los inmigrantes ilegales. Se estima que numerosos filipinos trabajan de forma ilegal en Estados Unidos.
Las invectivas de Duterte contra la antigua potencia colonial se han convertido en una costumbre durante sus intervenciones. En esta ocasión, el presidente filipino dijo que antes creía en Washington, pero que ya ha perdido el respeto por el que fuera mayor aliado de Filipinas. «Miren estos monos, las 26.000 armas que queríamos comprar, no quieren vendérnoslas», dijo durante una declaración televisada. «Nosotros tenemos muchas armas hechas aquí. Estos americanos son tontos», dijo, tras lo cual, aseguró que China y Rusia han mostrado su disposición para vender armas a Filipinas.
El Departamento de Estado de EEUU paralizó la venta de rifles de asalto para la policía filipina después de que el senador norteamericano, Ben Cardin, dijera que se opondría a la operación comercial, alegando su preocupación por la violación de los derechos humanos en el país asiáticos.
Anteriormente, Duterte incluso había llegado a llamar “hijo de puta” al presidente norteamericano, Barack Obama. El miércoles, día que aterrizó en Pekín para su visita oficial de cuatro días, ya dijo que su país se ha beneficiado muy poco de su larga alianza con lEEUU, su antiguo colonizador. «Vuestra estancia en mi país ha sido para vuestro propio beneficio. Es tiempo de decir adiós, mi amigo», dijo dirigiéndose a las autoridades de Washington. Duterte ha dado un giro de 180 grados a su política exterior en comparación con la de su predecesor, Benigno Aquino, que en 2013 llevó a Pekín ante un tribunal internacional por sus disputas territoriales en el Mar de China Meridional. Las autoridades estadounidense no han respondido aún a las declaraciones de Duterte, por lo que se la nueva administración que surja de las elecciones norteamericanas la que tenga que lidiar con este inesperado frente abierto.
«Cada año, mi equipo y yo decidimos qué máscara hacer. El año pasado, hicimos a Tyron Lannister (el enano de Juego de Tronos), y este año, Duterte era la elección obvia», asegura John Tan, un ingeniero industrial que lleva haciendo máscaras de gente popular para Halloween desde 2001. Desde que las máscaras se pusieron a la venta hace unos días, Tan ya ha vendido más de 200, y estima que recibirá otros 500 pedidos durante los próximos días.
El polémico presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, cumplió el pasado 9 de octubre los primeros cien días en el cargo apoyado por los filipinos y criticado en el extranjero por su campaña contra las drogas que ha causado unos 3.700 muertos.
La policía filipina había confirmado que Francisco Santiago Jr había muerto tras una operación antidroga, pero cuando los periodistas llegaron al lugar de los hechos, Santiago comenzó a mostrar signos de vida. Había sido disparado varias veces, su cuerpo estaba ensangrentado y mostraba signos de estar gravemente herido y permaneció quieto hasta la llegada de la prensa. En declaraciones a Al Jazeera el ciudadano de 28 años ha confirmado que su retorno a la vida no fue un milagro: estaba haciéndose el muerto para sobrevivir ya que, de otra manera, los policías hubieran seguido disparándole. Francisco Santiago Jr estaba desarmado y había intentado demostrar a los agentes que no estaba relacionado con la venta de metanfetaminas, pero después fue el blanco durante el tiroteo de la operación anti narcotráfico. Se trata de uno de los pocos supervivientes de la violenta campaña de Duterte que ya ha acabado con más de 1.500 vidas.
La suspensión de De Lima viene después de que la legisladora presentara la semana pasada ante el Comité de Justicia y Derechos Humanos del Senado a un ex sicario que dijo formar parte de los «Escuadrones de la Muerte de Davao», la localidad de la que el actual presidente ha sido alcalde durante más de dos décadas. Ese grupo de paramilitares llegó a asesinar a más de un millar de traficantes de drogas, adictos, oponentes políticos, militantes islamistas y un periodista. Según el testimonio de Edgar Matobato, de 57 años, permaneció durante 25 años en la nómina de la municipalidad de Dutarte para matar por encargo. Para desligitimar el testigo de De Lima, la Cámara de Representantes de Filipinas le ha acusado de haber recibido sobornos millonarios de narcotraficantes y criminales a cambio de tratos de favor cuando estuvo al frente del ministerio de Justicia, entre 2010 y 2015. «Va a hacer falta algo más que ataques despiadados para acabar conmigo», dijo en su defensa De Lima, considerada una de las principales rivales políticas de Duterte.
Organizaciones de Derechos Humanos como Human Rights Watch (HRW) consideran la suspensión de la legisladora un «intento cobarde de desviar la responsabilidad por el espantoso número de muertos de la abusiva guerra contra las drogas de Duterte».
Veloso siempre ha mantenido que fue engañada para transportar un equipaje que contenía droga sin su conocimiento cuando se dirigía a Indonesia para trabajar como empleada del hogar. En abril de 2015, el presidente de Indonesia retrasó la fecha de ejecución justo horas antes de que fuera a ser ejecutada debido a que una mujer acusada de ser la reclutadora de Veloso, María Cristina Sergio, se entregase a la policía de Manila. En ese momento, el ex presidente de Filipinas, Benigno Aquino, hizo un llamamiento a Widodo para que fuese suspendida la condena.
El presidente indonesio, al igual que Duterte, está librando su propia guerra contra las drogas y ya ha ejecutado a 18 personas condenadas por tráfico de drogas desde que asumió su cargo en octubre de 2014.
Obama acude a la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) donde coincidirá con el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, con quien tenía previsto mantener un encuentro a solas, reunión que no se celebrará finalmente después de que la delegación de EEUU la cancelara tras los insultos que el dirigente filipino lanzó el lunes contra Obama.
Junto a Obama, otros líderes acuden a este pequeño país gobernado por el Partido Comunista con cerca de siete millones de ciudadanos, que mantiene un férreo control en materia de libertad de expresión pero que está aprovechando este momento para convertirse en el centro de atención en su calidad de anfitrión de este encuentro anual de la ASEAN.
El presidente de EEUU Obama llegó bajo la lluvia tropical, iniciando un día lleno de eventos ceremoniales y diplomáticos que incluyó una reunión con el presidente de Laos, Bounnhang Vorachit. Estados Unidos mantuvo durante 20 años un embargo que levantó en 1995 consecuencia de uno de los periodos más negros en la historia del pequeño país, que fue bombardeado por el ejército de Estados Unidos coincidiendo con la guerra de la vecina Vietnam, dejando miles de civiles muertos. Las relaciones comerciales no se normalizaron hasta el año 2004.
Sin pelos en la lengua desde que alcanzó la presidencia de Filipinas, a Duterte se le conoce de varias otras formas. Entre ellas «El Castigador» e incluso el «Trump Filipino». Siempre que ha tenido la mínima oportunidad ha hecho gala de su controvertida verborrea, incluso en plena campaña electoral. Se atrevió a mitigar la violación y el posterior asesinato de una joven australiana en abril, cuando lamentaba no tanto el suceso sino la belleza de la víctima. Y ahora ataca al presidente norteamericano después de que Obama criticara su sangrienta guerra contra los narcotraficantes. «Debes ser respetuoso. Hijo de puta, voy a maldecirte en este foro», ha dicho.
Rodrigo Duterte está dispuesto a acabar con la droga a toda costa. Tras ganar las elecciones en mayo, lanzó una macabra llamada a sus conciudadanos: «Si conocen a algún drogadicto, mátenlo, ya que sería demasiado doloroso pedir que lo hagan sus padres». Desde el comienzo de su mandato, el pasado mayo, unas 1.900 personas han muerto en manos de la Policía. El mes pasado Duterte hizo públicos los nombres de unos 160 funcionarios, jueces, policías y militares a quienes acusó de proteger a narcotraficantes o de vender drogas en sus barrios.
Dicha toma de posesión se produjo hace tan sólo 4 días, y ya está tomando sus primeras medidas para combatir el negocio de la droga. Duterte, de 71 años, fue elegido el pasado mes de mayo después de una campaña muy polémica que le sirvió para que lo compararan con el mismísimo Donald Trump. Sin embargo, ahora muchos le temen más que a Trump. Desde que el pasado 9 de mayo fuera elegido presidente, los cuerpos y fuerzas de seguridad filipinos han matado a más 100 personas en operaciones policiales. El día de su investidura, el propio Duterte animaba a los filipinos a matar no sólo narcotraficantes, sino también drogadictos: “Si conocéis algún drogadicto, matadle, ya que dejar que sean sus padres los que actúen sería demasiado doloroso”, aseguró.
En este contexto, Duterte recordó el caso de Jun Pala, un periodista y político asesinado en el año 2003 –opositor al ahora presidente electo– por un hombre armado que le disparó desde una motocicleta. Este asesinato nunca llegó a resolverse. «El ejemplo aquí es Pala. No quiero subestimar su recuerdo, pero era un horrible hijo de perra. Se lo merecía», señala. «La mayoría de los asesinados, para ser franco, han hecho algo. No serás asesinado si no hiciste nada malo», concluye Duterte en una rueda de prensa ante la insólita mirada de decenas de periodistas.
El abogado hizo unas polémicas declaraciones contra la criminalidad y la corrupción. «¡Olvidad las leyes sobre los derechos humanos!», gritaba en su último mitin. «Si soy elegido presidente, vosotros, traficantes, atracadores y canallas, sería mejor que se vayan, porque los voy a matar». Duterte, abogado de 71 años, se aseguró una insuperable ventaja de 6,1 millones de votos sobre su rival más cercano, el candidato oficialista Mar Roxas.