Ni Cristiano, Ni Courtois. No ha sido Florentino Pérez quien ha dado el bombazo. El fichaje del verano es el de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, como directora del Centro de África del Instituto de Empresa, ideado dicen que en febrero pasado, para promocionar el emprendimiento, la innovación, el liderazgo ejecutivo y el desarrollo de proyectos de acción social en el continente africano.
No conozco un solo periodista de plantilla (entiéndanme, de los considerados rasos) que gane más de 1.500 euros brutos, la mitad de lo que El País considera, con arreglo al caso Goytisolo, un salario digno. (Del artículo «Goytisolo en su amargo final», en que Franciscco Peregil contaba cómo las penalidades habían acabado por sumir en el desaliento al escritor barcelonés, me llamó la atención que el propio diario, en su estimable labor de auxilio, fijara en 3.000 euros brutos el sueldo mínimo para no vivir en precario).
Se hace eco el New York Times del último grito: España debería adaptarse a los horarios internacionales para ser más productiva. Dicho de otro modo, nos recomiendan los expertos eliminar la siesta, entre otras cuestiones.
La realidad es poliédrica, tiene múltiples aristas; tan solo es cuestión de elegir bien el enfoque y, en caso de meter la pata, cambiar de vértice.