«Celebrar un acto como aquel, mientras se pide corresponsabilidad a una ciudadanía instalada en el ensombrecimiento de su horizonte vital, fue una irresponsabilidad cívica. Exhibirlo una forma impúdica de insolidaridad»
«No pasa de ser una muestra más de los muchos actos de solidaridad y cariño que ha producido esta epidemia. Hasta ahí, normal. Lo malo fue cuando mi mujer preguntó a mi hijo si él había escrito una carta. Sí, claro, y se la sabía de memoria, anunció orgulloso. Era breve, pero contundente: ‘No os preocupéis de ir al Cielo, que arriba está Dios’».
«Los españoles somos, por clima, temperamento e infraestructuras, un pueblo a la intemperie. El país con mayor densidad de bares del planeta»
«Hoy me enorgullece ver que la solidaridad intergeneracional, eterna invisible en los frenéticos ritmos cosmopolitas, es uno de los pilares permiten a mi pueblo seguir en pie»
Tras Oxfam le toca ahora a Médicos Sin Fronteras, que reconoce ahora que prefirió actuar ella misma antes que le sacaran el escándalo a la luz y que expulsó a una veintena de trabajadores en 2017 por varios casos de abuso sexual, seis de ellos en MSF España.
Cuánto añoro las Navidades sin afeites ni plusvalías, aquellas en que sólo se celebraba eso, la Navidad
Quizás lo hayan visto ya. Si no lo han hecho, no lo hagan. Ya se lo explico yo. Es un vídeo que corre de hace unos días por twitter y que muestra como una mendicante y su hijo son vejados por un presunto refugiado sirio. Ella sostiene un cartel que reza Familia siria. SOS. Pero, como descubre en seguida este justiciero, eso es publicidad engañosa. La madre y su hijo son rumanos y están abusando de la simpatía que despiertan los refugiados para arañar algo de nuestra caridad. Lo entiende muy bien ella y lo entiende muy bien el justiciero que se cree con el derecho, incluso con la obligación!, de despojarla del único documento que los acredita como dignos de nuestra solidaridad; no es lo mismo un refugiado que un inmigrante. O, dicho de otro modo, tenemos inmigrantes de primera y de segunda.
Este fin de semana Simon Kuper se preguntaba en el Financial Times por qué Occidente había abandonado Alepo. Según Kuper, la razón es que los occidentales hemos cambiado: el 11S modificó la percepción de los musulmanes, los fracasos del intervencionismo (y el conocimiento de las falsedades que se emplearon en ocasiones para justificarlo) desacreditaron los argumentos en favor de la acción en el extranjero, la crisis financiera centró a Occidente en sus propios problemas. Entretanto, además, Rusia ha renovado sus ambiciones en política exterior.
Hay pocas causas bajo las que logramos ver unanimidad dentro de este mundo global y globalizado.