Anticiclones
La noticia se merecía una portada y la tuvo: «Galicia verá el sol tres meses después». Así abría La Voz de Galicia a mediados de esta semana y no era para menos.
La noticia se merecía una portada y la tuvo: «Galicia verá el sol tres meses después». Así abría La Voz de Galicia a mediados de esta semana y no era para menos.
Los fotógrafos norteños que hicieron su agosto en febrero parecen volver a hacerlo en marzo: esas olas tremendas saltándose todos los rompeolas llegan a formar imágenes formidables de la naturaleza desatada.
La imagen es bonita. Eso hay que reconocérselo. Melosa como un cruasán francés recién sacado del horno y tierna como una edulcorada película Disney. El tren que vemos nos recuerda a tiempos de zares y zarinas.
Dice la marmota Phill que nos quedan otras seis semanas de invierno. A este paso nos plantamos en Mayo sin ver la luz del sol.
En esta España, en la que no pasa el tiempo, el cambio del tiempo es lo único que pasa. Aquí, sólo se cumplen las previsiones meteorológicas. Las electorales, ni de casualidad.
Las imágenes de las olas gigantescas de hasta 13 metros azotando el norte de España abren todos los telediarios. Las cosas están peor en el norte de Europa.
¿Cuántos nos acordamos ayer de Bill Murray al ver a la marmota Phil realizando su predicción meteorológica en manos de un señor con sombrero?
Es bastante probable que antes o después se nos lleve un viento gélido o nos derrita un sol criminal. La predicción del tiempo es un tema que preocupa a la humanidad desde el origen.