«Ya advierte Shakespeare de que si pasas demasiado tiempo de vacaciones, la diversión constante termina siendo tan agotadora como el trabajo»
«¿Hay que desconectar en vacaciones? Quienes sostienen tal cosa hacen precisamente la contraria: pasar el estío permanentemente conectados»
«Había pensado hablar aquí de la absurda prueba de esfuerzo a la que los políticos han decidido someter a las instituciones: ha pasado agosto y nada parece haberse movido, si no es hacia un enroque todavía mayor»
El aburrimiento bueno es el de producción propia: el aburrimiento autárquico. Porque acompaña sin quitar la soledad, precisamente
Las preciosas vacaciones, para quien las tenga, son el tiempo consagrado a uno mismo. Se trata, en teoría, de relajarse, recuperar el señorío sobre el tiempo que el dinero nos ha usurpado, reconquistar la risa y atiborrar el perfil de nuestras redes sociales de parajes y cielos menos contaminados. En teoría. Porque nada sucede nunca como esperamos.
«Es temprano y las playas están vacías. Hay una poética del día de verano que ya da luz pero al que la gente aún no responde»
«La irresponsabilidad de nuestros políticos está alcanzando límites desconocidos. De eso también huyo. Y de la parálisis que acarrea.»
José Luis Roig reflexiona en el Subjetivo sobre cómo al llegar el verano «la elegancia se va de vacaciones»
Habíamos ido a pasar unos días cerca del faro de Trafalgar. Un amigo nos prestaba su casa –esos son los amigos que hay que conservar, me dijo una amiga cuando supo dónde pasaría el puente de mayo–, mi novio nunca había estado en el sur y yo quería tener un recuerdo encapsulado de una cierta felicidad a la que volver de vez en cuando ahora que mi baja de maternidad se ha acabado.