
Carta de verano
Las bendiciones de la vida de soltero en Madrid son tan dulces para el alma como desastrosas para el hígado

Las bendiciones de la vida de soltero en Madrid son tan dulces para el alma como desastrosas para el hígado

Disfruten de sus fiestas, convivan con sus amigos y conocidos para que el mes de hecatombeon (julio/agosto) ayude a cargar las pilas para afrontar un nuevo año laboral y el curso escolar que está a la vuelta de la esquina.

¿Y ahora que Google ha hecho verídico el verbo inmortalizar se cuelgan imágenes sin ton ni son? Sospecho que este rollito amateur será visto en el futuro como una excentricidad de comienzos de siglo.

Me gusta una barriga blandita donde apoyar mi cabeza cuando leo, una barriga que no piense que se le va a salir un abdominal y me va a dar en el ojo, pero, sobre todo, una barriga que me diga al verla “no sólo seré tu novio, también seré tu compañero de birras”.



Lo que sí que parece una verdad indudable es que uno no puede adentrarse en los bares a impartir doctrina y a mandar a sus políticos a tomar viento a la farola mientras bebe zumitos de frutas o tés de hierbas aromáticas.

El repugnante virus del cosmopolitismo se extiende mucho vía low cost. El brasas del gintonic pide un pincho de foie a la plancha y yo otra caña estilo añejo. Hay una parte del verano que sólo consiste en escuchar a los de al lado y beber cerveza.







¿Madrugar cuando uno podría estar en la cama hasta las tantas? ¿Por qué se sigue poniendo el despertador, uno de los monstruos más infames de toda la historia de la humanidad, cuando no hay ninguna necesidad?



Volveremos a Londres una y otra vez, a sabiendas de que no es placentera, ni agradable, ni fácil ni gozosa pero sí sencillamente- magnífica

Puede que la única lealtad de verano sea la selfidelidad, que es ese obviar todo cuanto monumento haya alrededor. Afanado en posar, al final recuerda el turista lo que retrata, no lo que ve.

Uno parece que camina por las calles en busca de sus rayos, y cuando empiezan a salir de entre las nubes, los de aquí comparten sonrisas y un entusiasmo real, como si recibieran un regalo ansiado por tanto tiempo

Propósito de estío: olvidarnos del rey y del profeta, conseguir que descanse el alma durante estas semanas, que la tenemos maltratada, al alma, sólo porque no existe un aparato con el que medirle la tensión, ni un yogurt para regular su flora.








Si no me equivoco, es una medusa llamada de compases. Cuando leí el nombre, creí que se refería a la manera hermosísima en la que se desplaza por el agua, como si bailara o siguiera el compás de la música muda del fondo del océano.





Creo que me voy a dar una escapada al famoso muelle de Brighton y aprovecho para ir a saludar a Fábregas, Diego Costa y Filipe Luis que huyeron del calor de la península para ponerse a la orden de Mourinho esta próxima temporada con el Chelsea.

La edad de aprender es la primera, cuando nos íbamos a la Gran Vía en verano, y al subir nos encontrábamos al calor bajando por la calle, ese sopor soleado que asfixia a la Gran Vía tras el viento que suele soplar, como si diera al mar, en las esquinas de la plaza de España.

Las tragedias, por desgracia, practican la constancia, decía un amigo hace unos días cuando comunicó que se le había muerto un hermano. En verano. La muerte es permanentemente inminente, escribe Savater.

Tenemos que aprender a usar la rodilla para mejorar en nuestros trabajos de una forma diferente a la de genuflexión: impulsando el pie hacia delante. La patada en los cojones es mucho más efectiva que una huelga de 10 días…

A los hombres españoles ya no les importa un pimiento si una señorita hace topless en la playa. Miradas inevitables y poco más. Se llama modernización, eso que ha llegado a nuestro país a cuentagotas.

Los reyes también se van de vacaciones. Presididas por los tradicionales posados ante los objetivos de los medios de comunicación, las diferentes familias reales de las principales monarquías se preparan para su jornada de descanso estival. He aquí cómo disfrutan del verano reyes y reinas, príncipes y princesas.
