Así evitan el Museo del Prado y el Thyssen un incendio como el de Río de Janeiro
Los técnicos en seguridad y restauración españoles definen de un modo concreto la clave para evitar un incendio como el ocurrido en Río: PREVENCIÓN.
Posiblemente estemos ante una de las pérdidas culturales más grandes de nuestro siglo. El pasado domingo, el 90% de las piezas del Museo Nacional de Brasil en Río de Janeiro –unas dos millones– eran devoradas por las llamas en tan sólo una hora. Las fotografías y los vídeos muestran una escena apocalíptica. Aún por esclarecerse las causas que provocaron el incendio, la decepción aumenta en Brasil ante lo que los medios locales ya han calificado como ‘una tragedia anunciada’.
El subdirector adjunto del museo, Luiz Fernando Dias Duarte, expresó «una gran ira» tras el suceso y acusó a las autoridades brasileñas de «falta de atención», ya que, según ha apuntado, desde hace años luchan «para obtener recursos para preservar adecuadamente todo lo que se destruyó» el domingo pasado.
Y es que según recoge el diario brasileño Folha de Sao Paulo, cuando todo comenzó la brigada contra incendios ya no estaba en el museo, sino que sólo había cuatro vigilantes, quienes tardaron en percibir el fuego. Además, el bibliotecario de la galería, Edson Vargas da Silva, dijo al diario local que varios empleados ya se habían quejado por el ruinoso estado de las instalaciones con suelos de madera que contenían «muchas cosas que se queman muy rápido», como documentos de papel.
En este punto las preguntas afloran: ¿cómo gran parte del edificio pudo arder en sólo unos minutos?; ¿cuáles eran los sistemas de prevención del museo?; ¿no había ningún tipo de diseño, como cortafuegos, para evitar que las llamas se extendiesen?; ¿contaban con algún sistema de evacuación de obras?
En este sentido, los técnicos en seguridad y restauración españoles definen de un modo concreto la clave para evitar una tragedia como la ocurrida en Río: PREVENCIÓN. «Siempre decimos que cuando se produce un siniestro e intervienen bomberos, ya han fallado muchos protocolos y llegamos tarde«, apunta a The Objective Miguel Ángel Molina, Director de Seguridad del Museo Thyssen-Bornemisza. «La labor preventiva se debe instar primero desde las instituciones legislando y luego a través de los propietarios y/o titulares de las instalaciones contratando los servicios de mantenimientos homologados que permitan que esa prevención sea real y efectiva», hace hincapié.
En este sentido, Molina asegura que el museo dispone de un departamento de seguridad y vigilancia 24/7, además de un plan de formación coordinado con Bomberos del Ayuntamiento de Madrid y con la UME, así como auditorias externas e internas.
En la misma línea se pronuncian desde el Museo del Prado. «Contamos con sistemas de detección con recepción en la central de incendios ubicada en el centro de control, y equipos de extinciones portátiles y automáticas, acorde a las características del lugar y de los elementos a proteger», nos cuentan desde el departamento de Comunicación de la galería.
No menos importante, es disponer de un diseño en salas que no genere carga de fuego, es decir, no usar moquetas, alfombras, cortinas, maderas, etc. En el Museo Nacional de Río de Janeiro, por ejemplo, según explica en una entrevista con AFP el experto francés Philippe Grandcolas, el suelo era de madera, había falsos tabiques y persianas también de este material, cajas de cartón para conservar los insectos, e incluso en algunos lugares había tarros de vidrio llenos de alcohol para conservar diferentes vertebrados, como ranas o lagartijas.
En este sentido, Miguel Ángel Molina asegura que en las salas del museo Thyssen, las cuales albergan cerca de mil obras que permiten recorrer la historia de la pintura occidental desde el siglo XIII hasta el XX, «no hay cargas de fuego, el suelo es de mármol y las paredes de pintura estuco y materiales ignífugos».
Aún así, ¿que pasaría si fallase el sistema de prevención y mantenimiento y la tragedia se desatase en alguno de estos museos?
Desde el Prado apuntan que llegado el fatídico momento cuentan con unas tuberías que propagarían Gas FE-13, el menos dañino para las obras de arte, y todo está compartimentado para blindar el posible foco de un hipotético fuego. Además, disponen de un sistema de evacuación de obras en función de su importancia.
Y en el caso del Thyssen, el procedimiento sería similar. En este sentido, Miguel Ángel Molina explica que «la central de incendios activaría las puertas cortafuegos y los sistemas autónomos de extinción, cortarían y sectorizarían los conductos de ventilación y en el hall se abrirían los exutorios para proceder a una ventilación forzada que retire el posible humo». Además, cuentan con un inventario de todo el fondo del museo, obra por obra, con una ficha de evacuación «que permitía a Bomberos acudir a rescatarla in situ, aunque no conociese el museo y luego embalarla y trasladarla a un depósito seguro«, explica el director de la pinacoteca. «Es un plan muy ambicioso, con códigos QR que informan a bomberos de las fichas de obras a través de las tablets».
Elementos importantes serían también la formación y la concienciación, mediante cursos y simulacros, y por supuesto la inversión, unos presupuestos, según Molina «que no se pueden negociar o suprimir, porque sino el sistema fallaría y sería una reacción en cadena».
De esta forma, aunque la posibilidad de que ocurra algo parecido a lo de Río en uno de nuestros museos es remota, lo que está claro es que cualquier prevención es poca si lo que está en juego en la historia.
