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Incorporar el arte y la cultura a la memoria del exilio, una asignatura pendiente

Inmaculada Real, doctora en Historia del Arte, defiende la necesidad de incorporar el patrimonio artístico del exilio a las políticas públicas de memoria.

Incorporar el arte y la cultura a la memoria del exilio, una asignatura pendiente

Las políticas de memoria han sido abordadas desde el ámbito histórico, político y social, pero menos desde el cultural y artístico. Este martes la doctora en Historia del Arte Inmaculada Real defendió la necesidad de incorporar el patrimonio artístico del exilio a las políticas públicas de memoria en un evento organizado por la Fundación Felipe González al que también asistió el ex ministro de presidencia Ramón Jáuregui.

 

La Guerra Civil española interrumpió un periodo de esplendor científico, artístico y cultural desarrollado durante el primer tercio del siglo XX y conocido como la Edad de Plata. Como consecuencia del conflicto bélico, buena parte de la intelectualidad española tuvo que marchar al exilio e intentar continuar sus trayectorias artísticas en la diáspora: un enorme, disperso y desconocido legado que la doctora en Historia del Arte Inmaculada Real quiere preservar y dar a conocer.

“El retorno del exiliado hasta ahora ha estado simbólicamente representado a través del Guernica. Sin embargo, hay que decir que hay muchos Guernicas porque mucho patrimonio llega antes y después que este cuadro. Se trata de un legado artístico ampliamente desconocido que hay que poner en valor porque forma parte de nuestra memoria”, aseguró la autora de El retorno artístico del patrimonio del exilio en un evento organizado por la Fundación Felipe González en el Museo del Romanticismo.

“En los años 60 empieza a haber cierta flexibilidad en el Franquismo que permite a algunos viajes de vuelta. Pintores como Ramón Gaya, Eugenio Granell, Vela Zanetti o Luis Seoane quieren conocer cómo está esa España que tanto habían idealizado en la diáspora y cuando regresan se dan cuenta de que es una España muy distinta y muy distante de la que han dejado. Sufren el desaliento porque se dan cuenta de que las políticas franquistas, el silencio y la censura habían llevado a un olvido de esta generación”, cuenta sobre el inicio de este retorno artístico, que en el caso de muchos intelectuales es definitivo y viene acompañado de sus colecciones. “Otros artistas más políticos como Josep Renau o Antonio Rodríguez Luna dicen que no volverán hasta que muera Franco. Y otros como José García Tella nunca regresan”, añade.

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‘Artista pintando en su estudio’ de Ramón Gaya | Préstamo permanente de la Generalitat de Catalunya al Museu Nacional d’Art de Catalunya.

Este retorno de los artistas republicanos exiliados ha ido generando una serie de museos que Real denomina museos del exilio, instituciones de un perfil altamente biográfico que nacen con el objetivo de conservar estas colecciones. “Son más de 30 museos que se reparten por toda la geografía española y surgen en los años 80 y 90 a propuesta de ayuntamientos y diputaciones provinciales”, entre ellos la Fundación Apel.les Fenosa, la Fundación Vela Zanetti, el Museo Ramón Gaya, el Museo Unicaja Joaquín Peinado, la Fundación Luis Seoane, la Fundación Eugenio Granell, la colección Blasco Ferrer del Museo del Parque Cultural de Molinos, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, la Fundación Josep Renau o el Museo Picasso de Barcelona.

“Estos museos están ligados al viaje de vuelta. El artista quiere reestablecer lo perdido, su identidad y enraizarse en su lugar de origen. Y es allí donde se dan cuenta de que son desconocidos y tienen el anhelo de lograr el reconocimiento que España no les había otorgado”, ni la sociedad, ni los historiadores del arte, ni los museos, que incorporan su obra de manera muy tardía. “En ese deseo van a hacer generosas colecciones de sus colecciones personales y así se configura ese mapa de los museos del exilio, muy vinculados a la historia local porque son sus paisanos los que se dan cuenta de que vuelve una figura relevante en el extranjero y que hay que ponerlos en valor”, continúa diciendo Real.

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Alba Toajas, Inmaculada Real, Ramón Jauregui y María González. | Foto vía Fundación Felipe González.

Para la investigadora, el problema es que 30 o 40 años de su nacimiento, estas instituciones siguen siendo unas verdaderas desconocidas que apenas han logrado trascender el lugar en el que se enmarcan, trabajar de manera conjunta u ocupar su merecido espacio como lugares de memoria. “Pese a tratarse de un legado que procede del exilio republicano español a día de hoy el marco legal no considera este patrimonio artístico ni los museos del exilio como parte de la memoria histórica”, afirmó Real. “En España la memoria histórica se ha hecho desde un punto de vista muy histórico, político y social pero no desde un punto de vista artístico ni cultural”, dijo mientras señalaba tanto la ley nacional de 2007 como las diferentes leyes autonómicas, con dos excepciones: las de Aragón y Baleares. “Ambas son de 2018 y por primera vez en el texto de ley aparece la creación de museos de la memoria democrática”, apuntó.

Como demuestran los museos de estos artistas, arte, memoria y exilio están estrechamente relacionados. Para que este patrimonio español procedente de la diáspora sea reconocido y conservado, Real propone varias líneas de actuación, empezando por ampliar el concepto de memoria histórica a la cultura. Más concretamente, recomienda incluir estos museos dentro de las políticas y planes de recuperación y conservación que se están desarrollando a nivel nacional y autonómico, “crear un centro análogo al centro documental de la memoria histórica, pero destinado y dirigido al patrimonio histórico y cultural; coordinar y conectar todos estos museos del exilio y crear trabajos colectivos como exposiciones, publicaciones y proyectos de investigación entre ellos; y digitalizar todas estas colecciones”. En definitiva, difundir y dar visibilidad a todo este legado “porque está disperso a nivel nacional, pero también internacional”.

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Imagen vía Fundación Felipe González.

A continuación, Ramón Jáuregui, político socialista que ejerció como ministro de la presidencia con José Luis Rodríguez Zapatero, reconoció la desatención que el patrimonio cultural ha recibido en las políticas de memoria histórica diciendo: “Es verdad que nunca hemos pensado en el arte, nunca hemos establecido la necesidad de articular esta necesidad”. Y ante la inminente exhumación de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los caídos, se preguntó: “¿No es posible que la sociedad española de hoy ajuste deudas con su Historia sin romper por ello con las bases de su convivencia actual y los principios de reconciliación y perdón que presidieron la transición democrática? Necesitamos mirar al pasado de frente, con frescura y autocrítica, sin ira, sin venganza y sin odio (…) porque la recuperación consensuada de la memoria histórica refuerza los fundamentos de la convivencia democrática”.

En su opinión, “Una nueva generación quiere recordar sin que ese recuerdo implique la ruptura machadiana de las dos Españas”. De ahí que aconsejara resignificar y transformar el Valle “porque no hay ningún otro lugar tan simbólico”. “La condición necesaria es quitar a Franco. No es posible la convivencia del verdugo y las víctimas. Y esa condición se va a cumplir el jueves. Pero no es suficiente. Hay que dignificar las criptas. Identificar los restos y devolverlos a sus familiares. Hacer un gran monumento como en Washington o Berlín en nombre de todas las víctimas. Y un museo que pudiera incorporar arte en el exilio. Todo eso permitiría un abrazo reconciliatorio”, concluyó.

Este evento, titulado Más allá del Guernica: arte, memoria y exilio, se enmarca dentro de la iniciativa Palancas: la revolución de las pequeñas cosas de la Fundación Felipe González. De manera sucinta este proyecto es un espacio de cocreación que pretende reunir diferentes propuestas transformadoras que favorezcan grandes cambios e incluyen una agencia metropolitana de la soledad, un proyecto por un uso más razonable de los plásticos o medidas para luchar contra los incendios.

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