7 artistas que rompieron moldes para recordar en el día del Orgullo LGTBI
Gracias a su capacidad de visibilización, el arte siempre ha sido uno de los grandes motores que han impulsado el progreso en cuanto a los derechos de las minorías marginadas
El 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGTBI, un día para celebrar la diversidad y romper con los moldes de lo que se considera normal o diferente. Para llegar hasta donde estamos y avanzar hacia una sociedad más abierta y plural ha sido necesario recorrer el largo camino en el que aún nos encontramos. En este sentido, el arte ha sido uno de los grandes motores que han impulsado el progreso en cuanto a los derechos de minorías marginadas por las convenciones autoimpuestas de lo socialmente correcto. Los artistas y su capacidad para visibilizar este tipo de estigmas históricamente censurados han sido esenciales para lograr el ambiente de libertad tan necesario para la convivencia democrática.
Por eso, en el día que se conmemora el aniversario de los disturbios de Stonewall en 1969 que originaron esta celebración, recordamos a siete artistas que, igual que los siete colores que forman el arcoíris, fueron un foco de luz en la defensa de un derecho tan básico como la libertad de amar o ser.
David Wojnarowicz
El polifacético artista neoyorkino se caracteriza por su capacidad para transmitir y expresarse a través de diversos medios. Aparte de tener una delicada sensibilidad para la escritura, trabajó la fotografía, la música, el cine, la escultura y la pintura. David Wojnarowicz (1954-1992) fue una de las voces más críticas en contra del desprecio al que fueron sometidos los enfermos de VIH en los Estados Unidos. Su obra se erige como una reivindicación de los olvidados en una sociedad que degrada el medio ambiente y excluye a las personas de los márgenes. Wojnarowicz fue un artista combativo, un firme defensor de los derechos del colectivo LGTBI[contexto id=»383891″] y un símbolo en la lucha contra la exclusión de los marginados.
Rosa Bonheur
La pintora francesa fue una de las artistas más reconocidas del siglo XIX y uno de los grandes iconos feministas de la historia. Se especializó en pintar animales y abrió camino para las mujeres en un mundo predominantemente masculino. Reconoció abiertamente su homosexualidad en un tiempo en el que era un delito que las mujeres llevaran pantalones. La obra de Rosa Bonheur (1822-1899) se caracteriza por la imponente luminosidad y el realismo que reflejan sus cuadros, en los que destacan los ambientes bucólicos y una fijación por los leones. La figura de Bonheur es esencial para entender el papel de la mujer en la historia del arte, no en vano es una de las pocas firmas femeninas que cuelgan de las paredes del Museo del Prado.
Francis Bacon
Francis Bacon (1909-1992) fue un pintor de origen irlandés que desarrolló la mayor parte de su carrera en Londres. Su estilo está muy marcado por una obsesión antropológica centrada en la figura humana. La incomunicación y el aislamiento se desprenden por toda su obra, un hecho estrechamente ligado con su condición homosexual y el rechazo que esta produjo en su familia. Pertenece a la corriente de la Nueva Figuración, un estilo que rompió con el abstraccionismo imperante en el arte de posguerra y regresando al Expresionismo como la mejor forma de manifestar los sentimientos más íntimos del artista. Sus figuras se distorsionan expresando la angustia y el malestar interior del pintor, logrando una especie de atracción por la desesperación y la deformación. Bacon recuperó el tríptico como concepto, usando un su estilo grotesco y visceral para tratar temas como la soledad, la ansiedad, la muerte y la vida.
Lili Elbe
La película de La chica danesa, basada en el libro homónimo escrito por David Ebershoff, dio a conocer de manera fulgurante la historia de Lili Elbe (1882-1931), nacida como Einar Wegener. Elbe fue la primera persona en someterse a una operación de cambio de género. Como pintora, su producción tiene un marcado carácter paisajístico, de aspecto brumoso y fuertemente influenciada por la corriente postimpresionista que recorría toda Europa en las primeras décadas del siglo XX. Elba fue también la musa de su esposa Gerda Gottlieb, otra gran artista, icono de la visibilización del erotismo lésbico y uno de los principales apoyos en la transición de género de su pareja.
Frida Kahlo
La figura de Frida Kahlo (1907-1954) se ha convertido en uno de los grandes símbolos del feminismo[contexto id=»381722″] y del colectivo queer, tanto por su obra como por su historia. Su estilo, frecuentemente calificado como surrealista, bebe más del realismo mágico latinoamericano que de las ideas de André Breton, ya que sus pinturas no se inspiran en el subconsciente ni en los sueños, sino que entrañan una naturaleza autobiográfica tremendamente simbolista. Apasionada, revolucionaria y tortuosa son algunos de los adjetivos que se han utilizado habitualmente para describir la vida de la artista mejicana; pero, más allá de ello, Frida Kahlo ha pasado a la historia por oponerse a los roles tradicionales de género, expresando sin complejos su bisexualidad y defendiendo un nuevo concepto de mujer más libre e independiente.
Egon Schiele
Probablemente sorprenda la inclusión de un artista como Egon Schiele (1890-1918) en esta lista. Sin embargo, se trata de uno de los primeros pintores en representar de forma explícita escenas de amor lésbico. La obra del pintor austríaco destaca por el tratamiento tan personal que hace de la feminidad; muestra de una sensualidad totalmente liberada de cualquier imposición o decoro social subyugado a la complacencia masculina. Al contrario que tantos otros pintores que también profesaron adoración por la mujer, Schiele presenta una admiración pura y una pasión ausente de odio y temor, dejando de lado el concepto modernista de femme fatale, muy presente, por ejemplo, en la obra de su amigo Klimt. Otro aspecto muy relevante en la producción del austríaco fue la manera de pintar desnudos, que tienen una gran importancia en su obra, suavizando las diferencias entre masculinidad y feminidad, proponiendo una representación del cuerpo humano andrógina, sin las limitaciones derivadas del género en sus formas.