Pasión, activismo y memoria
A inicios de septiembre de 2020, Alejandro de Villota irrumpió en la escena artística madrileña con la inauguración de Memoria Galería
Galería Memoria, bajo la dirección y curaduría de Alejandro de Villota, abre en Madrid con la consigna de dar visibilidad al arte moderno y contemporáneo tanto de Latinoamérica como de España. A su vez, promete ofrecer un espacio para la reflexión y crítica entorno al arte.
A inicios de septiembre de 2020, Alejandro de Villota irrumpió en la escena artística madrileña con la inauguración de Galería Memoria. «Sentí que la única opción para tener una carrera con la que me sintiera realizado era crear un espacio para generar proyectos con poso humanista», nos cuenta. Su trayectoria en el mundo del arte viene de largo. Nació en un entorno familiar más que ligado al arte: su padre, el pintor y escultor Javier de Villota, le hacía partícipe de sus trabajos siendo un niño y, con tan solo nueve años, participó en la creación de la performance Mercado de la Muerte en Paseo Recoletos; instalación que relató la barbarie de la Guerra de Sarajevo: «tengo grabado cómo las noticias de Televisión Española narraron ese día la acción artística: no era un arte para contemplar, era un arte para reflexionar. Este evento algo traumático y temprano supongo que marcó mi acontecer». Desde entonces, su amor por el arte ha estado marcado por la pasión pero también por el compromiso.
Su etapa formativa la inició en finanzas para luego licenciarse en Arte Contemporáneo. Trabajó casi cuatro años para el Museo de Bellas Artes de Houston y su Archivo de las Américas de documentos críticos latinoamericanos. Para ese entonces, Alejandro ya había vivido en Chile, México y Brasil. Ello le impulsó a crear su propia colección, también titulada «Memoria». «Desde un comienzo, me pareció tremendamente injusta la falta de reconocimiento internacional de muchos artistas latinoamericanos. Esa fue una de las principales causas que me llevó a profundizar en esta región». Parte de este conocimiento lo plasmó en el libro Líneas de NO libertad. Imaginario de un artista, sello editorial de la Universidad Autónoma de México, resultado de su primer proyecto curatorial: una exposición homónima que se celebró en el año 2015 en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, en ciudad de México. Desde diversas composiciones plásticas, el relato repensaba sobre la violencia y memoria del movimiento estudiantil del 68 junto a la masacre de Tlatelolco en relación a eventos históricos de represión durante la dictadura en Chile y España.
Luego vino Diálogo de Estéticas Urgentes. Transculturalidades Iberoamericanas; Imagen, Identidad y Memoria, muestra celebrada en Complejo Cultural de la Universidad Benemérita de Puebla y luego en el Museo de Arte Contemporáneo de Yucatán en 2016. Un año después, De Villota presentó el proyecto ‘Palimsestus: Image& Memory, en el Art Museum of Americas (AMA), encargado por la Organización de Estados Americanos. Dicha exhibición abordó los vacíos de la colección como consecuencia de los discursos extra oficiales del arte latinoamericano. En ella se expuso parte de su colección con una selección de artistas como Yolanda Andrade, José Balmes, Roser Bru, Carlos Cruz-Diez, además de obras de la colección permanente de la Organización de Estados Americanos.
Su colección personal, la mayoría compuesta por arte latinoamericano y relacionado con el exilio de la Guerra Civil de España a esta región, la inició desde hace más de una década, cuando empezó a tener contacto directo con los artistas: «siempre me pareció que existen muchas historias del arte que reivindicar. Nuestra sociedad encierra un tremendo potencial para contemplar y entender mejor las imágenes y la cultura visual que nos rodea desde hace siglos». En su galería ha encontrado el espacio idóneo para dar visibilidad a los artistas que admira y a su vez poder reflexionar sobre temas que exaltan sus intereses críticos.
La primera exposición, titulada El Castigo (2020), proponía crear un espejo introspectivo para un espectador desprovisto de autonomía, luego de pasar la ardua etapa de confinamiento. «Nos falta mucho para poder asimilar y aprehender sobre el cambio de paradigma que ha supuesto esta pandemia. Fue muy interesante comprobar la reacción del público al verse confrontado por ensayos visuales, como las obras naife del Archipiélago de Solentiname o de Ernesto Cardenal, junto a las estrategias conceptuales del mexicano Abraham Cruzvillegas y obras del periodo de realismo crítico de los años 70 de Rafael Canogar».
Actualmente, en Memoria Galería podemos ver Vidas en Tránsito, un homenaje a la artista hispano-chilena Roser Bru. Se trata de la primera exposición individual en 50 años dedicada a la artista hispano-catalana en Madrid y la primera revisión de su obra tras su fallecimiento el pasado 26 de mayo. «En los últimos años, museos como el Nacional de Arte de Cataluña y el Museo Reina Sofía han adquirido su obra pero falta mucho para dar a conocer todo lo que su legado abarca».
Al elegir la obra de los artistas, dice tener muy en cuenta tres cualidades: la resiliencia, la genialidad y la cosmovisión del artífice. Su interés por el concepto de memoria lo desarrolló desde el estudio de teóricos como Aby Warburg o Didi-Huberman y, en la psicología social, en relación a la formación de imaginarios. «España es un ejemplo de país que le cuesta pensar y digerir su memoria. Según mi opinión, el arte tiene esa posibilidad conciliadora ante una sociedad tan dicotomizada. La memoria es adaptativa en cuanto que nos ayuda a seleccionar y priorizar imágenes. Supone un aparato crítico. Me gustaría democratizarla, despolitizarla. Ponerla al servicio de una sociedad más humanista».
Ubicada en pleno centro del barrio de Salesas, en el número 19 de la calle Piamonte, la galería ha llegado para darle aún más vida artística a la zona. La novedad de Galería Memoria es el extraordinario fondo que ofrece de arte latinoamericano. Alejandro nos cuenta que, pese a que en España la base del coleccionismo no es muy amplia, no cree en el cliché de que hace falta mucho presupuesto para empezar una colección. Su iniciativa se suma también a la presencia cada vez más habitual de coleccionistas latinoamericanos en el país como Patricia Phelps, Mario Cader-Frech o Jaime Polo. «Estos filántropos han donado parte de su legado al Museo Reina Sofía o incluso creado sus propios espacios institucionales. Me parecía que había un nicho cultural en este ámbito». Así lo creemos también.