Carlos Bardem: "Si fuera como mis personajes estaría en la cárcel o muerto"
Hablamos con el actor sobre su última película, ‘Adiós’, la industria del cine, John Ford y la deriva política en España
Carlos Bardem es un hombre que de niño soñaba con ser astronauta o bombero, como muchos otros, pero que al final acabó siguiendo el legado familiar y dedicándose al cine y a la escritura. Un hombre fuerte, con planta que dirían, culto, amable y muy cercano, que se describe a sí mismo como «una buena persona». Fan de las películas de John Ford, concretamente de Centauros del Desierto y El hombre tranquilo, reconoce que su gran referente profesional en su madre, Pilar Bardem.
Nos reunimos con él por el estreno de Adiós, la nueva película de Paco Cabezas en la que Bardem interpreta al inspector de homicidios Manuel Santacana, un tipo duro donde los haya. Un largometraje cargado de emociones que ya ha recibido muy buenas críticas y en el que Bardem reconoce haber llorado. «En esta película todos los actores y actrices frecuentamos emociones muy duras por momentos», nos asegura. «Para conseguir interpretar esas emociones hay que trabajar con cosas que cada uno de nosotros llevamos dentro –violencia, ira, odio– y que a mucha gente le costaría convocar».
A Bardem se le llena la boca y se le iluminan los ojos cuando habla de su profesión. «Tengo la suerte de dedicarme a lo que más me gusta, que es contar historias, de dos maneras distintas: como actor y como escritor».
Antes de irse, y ya fuera de cámara, nos da una magistral mini lección de historia sobre la esclavitud española en Cuba, el cultivo de caña de azúcar, y sobre las muchas familias influyentes que están detrás de ellos –como los antepasados negreros del expresident catalán Artur Mas–. Todo viene a colación de su nuevo libro, Mongo Blanco, la historia de uno de los grandes negreros del siglo XIX. «Cuando escribo intento contar lo que mí me inquieta, lo que quiero retratar y lo que quiero comprender».
Hablamos con Carlos Bardem sobre Adiós, sobre cine, sobre el cambio que ha experimentado la industria, pero también sobre Historia y política.
¿Quién es el inspector Manuel Santacana en Adiós?
Es un policía con mucha calle, bregado, curtido; un hombre recto que cree tener ciertas ideas claras que le ayudan a manejarse en las malas calles y que como todos los personajes en esta película va a tener que tomar decisiones que le van a demostrar que las cosas no son como creía.
Como todas las grandes narraciones Adiós trasciende el género. Es una película que tiene acción, pero que es profundamente humana, una película muy emocional y muy emocionante. Una película que te pellizca adentro y que a mí me gusta definirla como un thriller flamenco, con duende.
Nos tienes acostumbrados a papeles de hombre duro y aquí no es una excepción
Tengo un físico que es el que es y siendo como soy, una bellísima persona, –ríe– me suelen dar papeles de personajes duros o malvados. Lo disfruto mucho. Creo que una de las cosas buenas de esta película es que nada es lo que parece y que todos los personajes tienen una gran transformación.
¿Carlos Bardem es así fuera de la pantalla?
No, hombre. Si yo fuera como mis personajes estaría en la cárcel o muerto. Esta es la maravilla de ser actor, que te pagan por jugar a ser otras personas, y a mí me tocan muchos villanos, muchos malvados.
Es divertido porque te permite visitar lugares del alma que todos tenemos y que afortunadamente no frecuentamos en la vida real, lugares que tienen que ver con la agresividad, con la violencia, con el odio y con la rabia, con todos esos sentimientos que conforman la maldad. Cuando interpretas un villano en algún momento vas a tener que fingir alguna de esas emociones, y para ello hay que rebuscar qué hay en ti que te pueda servir para acercarte a eso o para intentar conocerlo.
¿Cómo ha sido rodar en Sevilla, en las 3.000 viviendas?
Siempre te acercas a estos lugares con ciertos prejuicios y descubres que son barrios muy degradados, barrios donde la vida es muy dura pero donde vive gente muy buena que tiene que pelear por salir adelante. Fue muy bonito ver la reacción de la gente, la fiesta que se montó cuando el equipo de rodaje entró allí, cómo después de cada escena rompían a aplaudir. De alguna manera llevamos una fiesta a las 3.000 viviendas y la gente se lo tomó como lo que es el cine en realidad, un juego, un juguete caro. Ellos tuvieron la oportunidad de jugar durante varios días y eso fue muy gratificante.
Actor, escritor, licenciado en Historia, diplomado en Relaciones Internacionales…
En el fondo, tanto una cosa como la otra son dos caras de la misma moneda, la pasión por contar historias. Soy un tipo curioso y me gusta aprender. Creo que mantenerse curioso alarga la vida y te ayuda a ser joven tengas la edad que tengas. La curiosidad lo es todo.
Como licenciado en Historia, tienes que disfrutar mucho cuando ruedas películas o series como Alatriste o El Cid…
Por supuesto. Ahora lo estoy disfrutando muchísimo en el rodaje de la serie de Amazon El Cid, porque realmente es una producción muy grande para los estándares de aquí. Estamos rodando en escenarios naturales y el vestuario y la recreación están muy bien documentados históricamente. Tú te pones un casco y unas calzas y empiezas a andar distinto. El hábito hace al monje en este caso. Yo me siento muy privilegiado, siento que estoy jugando y que me están pagando por jugar.
¿Qué opinión te merece la entrada de Amazon o Netflix en la producción cinematográfica?
Yo no tengo más que agradecimiento a estas plataformas, porque su entrada ha significado un incremento en la producción y nivel de trabajo con los actores de este país. Dicho esto, yo me crié en la sala de cine y soy un romántico de las salas de cine. Las cosas no son ni buenas ni malas. Los hábitos de consumo audiovisual han cambiado y la gente ahora está mucho más acostumbrada a ver películas en soportes que no son una pantalla en una sala oscura.
A mí lo que me parece interesante es que la gente vea cine, que lo vea donde quiera, donde pueda, pero que vea películas.
Curiosamente me parece que en muchas de estas plataformas es donde el creador ha encontrado más libertad para hacer ciertas cosas, como en Roma, de Alfonso Cuarón, una película que difícilmente se hubiera financiado por un estudio tradicional. Pasa lo mismo con The irishman, de Scorsese, una película que no la podría haber hecho si no hubiera sido por una plataforma de estas.
Scorsese dice que las películas de Marvel no son cine…
Y en esto yo estoy con Scorsese. Es verdad que vivimos en un momento en la industria cinematográfica en el que se hacen muchas películas pero menos cine. Creo que Scorsese explicó perfectamente su punto de vista y yo lo suscribo 100%.
¿Habría que invertir más en cultura, en cine, en España?
La clave está en cómo tú lo has dicho: es inversión, no es gasto. La diferencia siempre se da entre los Gobiernos que ven la cultura como un gasto y los que la ven como una inversión. Si tú tienes un pueblo más culto, un pueblo formado por personas más críticas, por supuesto se va a incrementar el gusto por el consumo de cultura y subirán los índices de lectura y de asistencia a teatros, cines y museos.
El cine es una prueba de ello. El cine da al Estado mucho más de lo que desembolsa el Estado. Los números están ahí para quien los quiera mirar. La cultura genera riqueza y eleva la conciencia de los pueblos, no es un gasto es una inversión.
¿Cuál sería el director o el actor con el que todavía no has trabajado y desearías hacerlo?
No te puedo contestar eso. Hay cientos de directores actores y actrices con los que me gustaría trabajar, de aquí y de fuera, de donde sea. A mí me gustaría trabajar con cualquiera que me dé un buen personaje y que me dé una buena historia. Soy un enamorado de los actores y de las actrices. Amo a la gente que quiere nuestra profesión, una profesión hermosa. Siento un profundo respeto por el oficio del actor, y hay cientos de compañeros y compañeras con los que me encantaría trabajar.
Eres muy crítico con algunos temas políticos… ¿Qué decir de Vox y su resultado en el 10N?
Me parece que es un fenómeno preocupante, pero que también hay que ponerlo en perspectiva. Realmente estos señores no se han bajado de un platillo volante. Estos señores estaban todos en el Partido Popular y ahora se han quitado la careta: está de moda ser fascista. A mi lo que me parece preocupante es el blanqueamiento que se les da en muchos medios de comunicación, sin que haya nadie que los confronte, que desmonte sus argumentos basados en mentiras descaradas estadísticamente comprobables.
Yo creo que el auge de esta gente y su blanqueamiento viene con aquellos partidos que se proclaman constitucionalistas y acaban pactando con ellos. Tiene que ver también con una cosa que nos han colado: el mantra de que todas las opiniones son respetables, y esto no es así. Cualquier discurso de odio, homófobo, racista, machista o clasista, no es una opinión respetable. Hay que combatir y confrontar este discurso.
Otro punto es la tendencia de los medios de comunicación de equiparar a Vox con Podemos, cuando no son equiparables. El programa de Podemos es socialdemócrata; un programa que lo firmaría Olof Palme en los años 70. Aquí nadie quiere montar una Venezuela –ni sería posible–.
Y sobre el PSOE, ¿hemos perdido la esencia del socialismo en España?
El socialismo en España hace tiempo que abdicó. La socialdemocracia en este momento la representa Podemos. El PSOE se ha convertido en un partido de centro liberal que no cuestiona ni el sistema económico ni la distribución de riqueza.
Me alegro muchísimo y tengo muchas esperanzas puestas en esta coalición de Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos. Creo que es bueno para este país. Primero que se rompa esa especie de mantra de que hay que gobernar con mayorías absolutas, que se reconozca la fragmentación política que le corresponde a la sociedad diversa que somos y que entre en el Gobierno de una opción socialdemócrata como Podemos.