La fertilidad masculina en cuenta regresiva
¿La realidad se encamina peligrosamente hacia distopías como la de la infertilidad global esbozada en este diálogo de la película Hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón? Sería el peor de los futuros: la humanidad al borde de la extinción.
“—¿Tú por qué crees que ya no podemos tener más bebés?
—Qué más da. En 50 años todo habrá acabado. ¡Ya es demasiado tarde!”.
¿La realidad se encamina peligrosamente hacia distopías como la de la infertilidad global esbozada en este diálogo de la película Hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón? Sería el peor de los futuros: la humanidad al borde de la extinción.
Más allá de esa visión apocalíptica sobre lo que nos depararía un no muy lejano 2027, en nuestro presente se comienzan a dar claras señales de alarma.
En las últimas cuatro décadas se ha registrado un pronunciado y continuado descenso en la concentración espermática y en el recuento total de espermatozoides en los hombres de países occidentales, parámetros estos que permiten determinar la calidad del semen y que afectan no sólo la fertilidad masculina y por tanto la reproducción humana, sino que también tendrían implicaciones en la salud pública.
El declive es descrito en la reveladora investigación publicada en la revista Human Reproduction Update, de la Universidad de Oxford, como un canario en la mina de carbón, un llamamiento de alerta.
Tendencias temporales en el conteo de esperma: una revisión sistemática y un análisis de meta-regresión es, sin duda, un estudio de estudios, nunca mejor dicho, pues después de identificar 7.518 investigaciones previas relacionadas y someterlas a una rigurosa criba, se centró en el meta-análisis de 185.
Tras analizar los resultados de las muestras de semen de 42.935 individuos de 6 continentes y 50 naciones obtenidas entre 1973 y 2011, se halló una disminución de 52,4% en la concentración de esperma y de 59,3% en el conteo total de espermatozoides en los hombres de Norteamérica, Europa, Australia y Nueva Zelanda.
El estilo de vida occidental podría estar jugándonos una mala pasada hasta llegar a incidir sobre uno de los dones más preciados y que garantiza la supervivencia: la capacidad de fecundar.
¿No es paradójico que este descenso se haya detectado en los países occidentales desarrollados, donde hay un nivel de vida más alto, y no en África, Asia o América Latina?
Consultado por The Objective, el epidemiólogo Hagai Levine, quien lideró el equipo investigador, reconoce que debido a que no se han realizado suficientes estudios en las naciones no occidentales, hay poca información para adelantar conclusiones más allá de poder indicar que no se ha observado una fuerte caída allí. “Si más datos no arrojan diferencia, habría que mirar hacia factores del ‘estilo de vida moderno’, incluidos los químicos ambientales, el estrés, el hacinamiento y la obesidad, como posibles elementos explicativos y no el ‘estándar de vida”.
El investigador principal y jefe del Área de Salud Ambiental de la Escuela de Salud Pública Hadassah Braun de la Universidad Hebrea de Jerusalén señala, además, que en el mundo occidental los problemas de fertilidad masculina afectan también a la población pudiente, a los ricos.
“Sospechamos que la exposición a los productos químicos artificiales, como los ftalatos, en el período prenatal, durante el desarrollo del sistema reproductivo masculino, puede ser una de las causas. Esta exposición comenzó en las naciones occidentales décadas antes que en las no occidentales”, agrega Levine.
El año pasado, la Comisión Europea identificó, a partir de evidencias claras de alteración en el sistema hormonal, 66 sustancias químicas dañinas para la salud, entre las cuales se hallan varios ftalatos como el Dietilexiloftalato (DEHP), el Butilbenziftalato (BBP), el Dibutilftalato (DBP) y el Diunddecilftalato (DUP).
Estos compuestos químicos que incrementan la flexibilidad de los plásticos pueden encontrarse en esmaltes de uñas, envases de comida, perfumes, detergentes, lacas para el cabello, materiales de construcción e incluso hospitalarios, aunque cada día se usan menos debido al marco de regulaciones que va en aumento, como cuando en 2005 el Parlamento Europeo dio un paso adelante al prohibir le presencia de estos componentes nocivos en los juguetes que se venden en la Unión Europea.
“Debemos monitorizar lo que está sucediendo ahora en los países no occidentales y estudiar las causas de la disminución en los occidentales”, asegura Levine.
El futuro en las manos
Factores ambientales y relativos al estilo de vida pudieran estar asociados al peligroso declive, el cual no ha mostrado evidencia alguna de estabilización en los últimos años, por cuanto la pendiente observada es bastante inclinada.
“En particular, las alteraciones endocrinas producto de la exposición a químicos o el tabaquismo materno durante momentos clave del desarrollo reproductivo masculino pueden tener un impacto en la vida prenatal, mientras que los cambios en el estilo de vida y la exposición a pesticidas pueden jugar un papel en la vida adulta”, se apunta en el estudio que fue encabezado por la Escuela de Salud Pública y Medicina Comunitaria Hadassah Braun de la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Escuela de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, y en el que también colaboraron equipos como el de Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de Murcia.
En el suplemento de actualidad de esta casa de estudios española, el profesor Jaime Mendiola, del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública, quien participó en el proyecto, explica que pese a que ya desde 1992 era conocido el descenso en la concentración espermática, el tema generaba controversia debido a las limitaciones de las investigaciones anteriores. “Este nuevo estudio tiene un alcance más amplio y utiliza rigurosos métodos de meta-regresión, lo cual permite abordar adecuadamente la fiabilidad de las estimaciones de los estudios, pudiendo además tener en cuenta otros factores que podrían explicar dicha disminución”, afirma.
Los hallazgos son preocupantes debido a que una concentración espermática por debajo de 40 millones/ml, como la encontrada en un alto porcentaje de hombres de los países occidentales, se vincula a una reducción de la probabilidad mensual de concebir; más aún, porque la proporción de individuos con recuentos de espermatozoides por debajo del umbral dado para subfertilidad o infertilidad va en aumento, de acuerdo con el estudio.
Pero ¿cuál sería el plazo para revertir esta tendencia de modo de evitar sus peores consecuencias y cuáles serían estas?
“Nuestras acciones determinarán el futuro”, asegura Levine a The Objective. “Debemos centrarnos en el peligro presente, que es claro e inmediato, y afrontar el problema ahora. La señal actual no sólo advierte que si seguimos viviendo de la misma manera podemos amenazar la fertilidad, sino que también es un signo de que hay algo que va mal con respecto a la salud en gran proporción de la población masculina en los países occidentales, por cuanto el bajo conteo de espermatozoides está asociado con una mayor morbilidad y mortalidad”.
Por tanto, no habría que esperar a que el canario deje de cantar, sino atender a su clara señal de alerta investigando con carácter de urgencia las causas y las consecuencias del descenso, como se indica en las conclusiones de la investigación.
Y no es que pudieran acabar relegados al pasado titulares como aquellos cuando el legendario Charles Chaplin tuvo un hijo a los 73 años, el laureado actor Anthony Quinn a los 81 años o hasta el premio Nobel de Literatura, Saul Bellow, a los 84 años; el futuro mismo de la humanidad estaría en riesgo.