Si la música te eriza la piel, quizá sea porque tienes un don especial
Eso si, es imposible asegurar si los escalofríos proceden de la propia música o de algún recuerdo concreto que la música evoca
Si amas la música, si ciertas canciones hacen que un escalofrío recorra tu cuerpo, significa que tienes una sensibilidad genuina. Hay canciones con las que ocurre. Digamos, por ejemplo, la versión que hizo Jeff Buckley de la canción Hallelujah, de Leonard Cohen.
Probablemente creas y des por hecho que todo el mundo puede sentirse de esta manera, pero la ciencia lo desmiente. El científico Matthew Sachs, antiguo alumno de Harvard, empleó un año en el estudio de los efectos de la música en nuestro cuerpo y del origen y punto de partida del escalofrío. Lo que descubrió tras examinar minuciosamente –en un sentido cerebral– a 20 personas es que solo 10 de ellas, la mitad, reconocían esta sensación con alguna canción en concreto. Las conclusiones se publicaron en la revista especializada Neuroscience.
Unas de las entrevistadas se llama Alissa Der Sarkissian, a quien analizan mientras escucha la canción Nude, de Radiohead. “Puedo sentir cómo mi respiración sigue el ritmo de la canción”, dice. “Mi corazón late más despacio y me siento como dentro de la melodía”. Der Sarkissian es investigadora en el Instituto de Cerebro y Creatividad de la Universidad de California del Sur, y detalla todo lo que la música le lleva a experimentar.
El estudio prueba que la otra mitad de los entrevistados fue incapaz de sentir emociones con tanta intensidad. Sachs continuó investigando y determinó que las personas de un grupo y la de otro presentaban estructuras cerebrales bien distintas. Sachs pudo advertir que aquellas que tenían un volumen mayor de fibras conectando la corteza auditiva con las áreas que procesan las emociones tenían una mejor conexión, lo cual derivaba en una mayor sensibilidad.
Ahora bien, este experimento científico tiene un margen de error significativo: el científico es incapaz de asegurar si los escalofríos proceden de la propia música o de algún recuerdo concreto que la música evoca. Sachs aspira a ir más allá en sus investigaciones, como cuenta la revista Quartz, y espera llegar a concluir cuál es la casilla de salida de esta sensación. Él mismo reconoce que 20 personas suponen, todavía, una muestra poco representativa.
Si has escuchado la canción de Jeff Buckley, quizá hayas experimentado algo parecido. El poder de la música es evocador. En gran medida, es por este tipo de reacciones que Sachs vive convencido de la capacidad terapéutica de la música. La música puede ser el camino hacia la relajación, y hacer música en grupo mejora las cualidades sociales y de trabajo en equipo. “Uno de las razones principales por las que la gente se pone música y la escucha es que necesita poner en orden sus emociones”, señala Sachs en una entrevista a The Guardian.
Sachs cree que infravaloramos los efectos potenciales de la música. El científico sostiene que la depresión nos quita la capacidad de “experimentar placer” con las cuestiones cotidianas, pero cree tener una solución a estos males: “Podrías utilizar la música con un terapeuta para explorar tus sentimientos”. Sachs cree profundamente que la música puede ir más allá y curar incluso desórdenes maniático-depresivos. Sachs está seguro de que el poder de la música no tiene límites.