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Ciencia

Margarita Salas, la pionera del ADN con la patente más rentable de la ciencia española

La asturiana, discípula del Premio Nobel Severo Ochoa, revolucionó los laboratorios de genética de todo el mundo con su enzima phi29 ADN polimerasa

Margarita Salas, la pionera del ADN con la patente más rentable de la ciencia española

Sería fácil decir que la técnica para amplificar el ADN que descubrió Margarita Salas (Asturias, 1938) y que se ha convertido en uno de los pilares de la genética moderna fue fruto de la casualidad. Era el año 1967 y la investigadora regresaba a España después de tres años trabajando en Nueva York con el premio Nobel de bioquímica Severo Ochoa. Nuestro país era “un páramo científico” sin financiación para hacer investigación. Pero volvió con una ayuda estadounidense del Jane Coffin Childs Memorial Fund for Medical Research bajo el brazo.

Eligió algo pequeñito para empezar: estudiar el virus phi29, del que se sabía que infectaba bacterias. “Comenzamos por un deseo de conocimiento, para saber más de él a nivel molecular”, cuenta cinco décadas más tarde la investigadora, de 80 años, por teléfono a The Objective. Y ahí en esa casualidad, en ese virus pequeño del que nadie esperaba nada, estaba la pieza que revolucionaría las pruebas de ADN, y por la que Margarita Salas ha ganado este año por partida doble el premio Inventor Europeo, en la categoría de Logros a toda una vida y el premio Popular, que organiza la Oficina Europea de Patentes (EPO, por sus siglas en inglés).

Junto a ella, y por primera vez en la historia del premio, estaba nominado otro equipo español, que no consiguió el galardón: el de los ingenieros Antonio Corredor y Carlos Fermín Menéndez, en la categoría de Industria, por desarrollar un molde para crear bloques de hormigón que funcionan de rompeolas de forma más eficiente y sostenible.

Estos son los tres investigadores españoles nominados el premio Inventor Europeo 2019
Margarita Salas en el laboratorio. | Foto: EPO

En 1982, la genética se había convertido en un campo vibrante de investigación, pero la copia de genomas seguía siendo un reto. La técnica más utilizada entonces, la reacción en cadena de la polimerasa, introducía un error en cada 9.000 pares de bases de ADN y había que enfriar y calentar la muestra 30 veces para que las moléculas se multiplicaran.

Entonces, Salas consiguió aislar una enzima del virus que estudiaba, llamada phi29 ADN polimerasa, que servía para copiar y ensamblar moléculas de ADN en millones de réplicas idénticas mucho más rápido y con mucha más precisión. «Tiene unas propiedades fantásticas para sintetizar ADN, porque permite amplificarlo a partir de cantidades mínimas, como una molécula, que en sí mismas no se podrían analizar. El ADN polimerasa produce copias idénticas —se puede replicar más de un millón de veces— hasta lograr la cantidad suficiente de ADN para secuenciarlo y analizarlo».

Esta técnica se utiliza en laboratorios de todo el mundo y sus aplicaciones van desde estudios genéticos, arqueológicos o criminológicos porque tiene un margen de error mínimo, menos de uno en un millón de pares de bases. Salas pone un ejemplo: «En un crimen, cuando hay un rastro de sangre o un pelo, la cantidad de ADN no se puede analizar porque es muy pequeña, pero con la ADN polimerasa phi29, que replica con alta precisión estas cantidades sí es posible».

La investigadora la patentó por primera vez en Estados Unidos en 1989 y en Europa en 1997 a nombre del CSIC, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y la convirtió en la patente más rentable de la ciencia española: durante los seis años que estuvo activa, de 2003 a 2009, generó más de seis millones de euros. Desde que expiró, el mercado de productos que incorporan el phi29 ADN polimerasa descubierto por Salas alcanzará los 156 millones de euros en 2020. Las regalías que el CSIC recibió por esta patente fueron claves para que Salas y su equipo pudieran seguir avanzando y ampliando las capacidades de esta enzima como buscar una mayor eficiencia y resistencia para poder amplificar el ADN en condiciones más extremas.

Estos son los tres investigadores españoles nominados el premio Inventor Europeo 2019 4
Foto: EPO

Para Salas la nominación a este premio «es especial» porque «se deriva de una investigación básica de la que ha surgido una aplicación biotecnológica muy importante». La científica cita a su mentor, Severo Ochoa, para defender la importancia de ese deseo de saber por saber: «Un país sin investigaciones es un país sin desarrollo». En ese sentido, en España sigue atrasado: «Desde hace ya una serie de años, estamos con una financiación muy escasa, estamos en mínimos, a la cola de la Unión Europea. Es difícil trabajar y a pesar de eso, se hace muy buena investigación, hacemos milagros, porque los resultados que se obtienen son muy buenos. Pero falta financiación y posibilidades para los jóvenes investigadores que se tienen que salir fuera».

La investigadora, que fue científica cuando no había mujeres en la ciencia, que fue la primera profesora de su departamento de Bioquímica, que fue la primera mujer en presidir el Instituto de España —una institución que agrupa a las ocho academias reales de España— manda un mensaje a las jóvenes científicas: «Que sigan adelante, que valen tanto como puede valer un hombre, que no se desanimen. Si les gusta la investigación, dará sus frutos».

Reconoce que la situación de la mujer en la ciencia ha cambiado mucho. «Cuando yo empecé, en el año 1961, con la tesis doctoral se pensaba que las mujeres no valíamos para hacer investigación, éramos invisibles, se nos trataba de una forma discriminatoria. Ahora hay más mujeres haciendo la tesis doctoral y todas ellas en un futuro van a seguir adelante». Sin embargo, concede que siguen ahí los espacios donde nos ponen más difícil llegar: «Hay menos porcentaje de mujeres liderando grupos de investigación, nos falta el liderazgo. Pero, teniendo en cuenta que muchas están iniciando su carrera científica, creo y espero que en futuro no demasiado lejano ocupen puestos relevante en la investigación y el porcentaje se equipare».

El año pasado, cuatro investigadoras recogieron su galardón como inventoras europeas del año. Cuatro mujeres que se han convertido ya en una inspiración para otras niñas. Así lo dijo la física Ursula Keller: “Espero que muchísimas niñas estén viendo estos premios porque, aunque la sociedad os empuje fuera de la ciencia, de verdad que os necesitamos”. Este 2019 esa inspiración puede llevar un apellido español.

—En algunos sitios la califican de la mejor científica española.

—(Se ríe). Creo que es exagerado, solo soy una científica que hace su trabajo, que le gusta su trabajo, que tiene mucha pasión.

—¿Irá mañana al laboratorio también?

Claro, voy todos los días. 

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