¿Está acabando Hollywood con las salas de cine?
Warner Bros se suma a una revolución en la industria del cine que pone en jaque la supervivencia de las salas
Estuvimos hablando durante meses de Mulan y Tenet, Tenet y Mulan, porque eran la viva imagen del debate interno que albergaban los grandes estudios, aquí representados por Warner Bros y Disney: ¿qué hacemos con una producción que nos ha costado 200 millones o más, a la que queremos ganarle el doble o el triple –como mínimo–, cuando los cines están cerrados o tienen aforo limitado? La apuesta de Warner fue valiente: la película de Christopher Nolan desembarcó en la gran pantalla y, aunque tuvo mejores números a nivel internacional que en Estados Unidos, recuperó lo invertido. Disney le dio la espalda a las salas y decidió llevarla directamente a Disney+ a un precio sin precedentes. El golpe para los exhibidores fue tremendo: un título como este te puede hacer el 6% de la taquilla de un año.
Con todo, aseguró Disney que aquello sería una excepción: «No lo vemos como un intento de decir que hay un nuevo modelo de ventana de exhibición». La excepción se está extendiendo en el tiempo y Warner, que hasta ahora había sido la major que más estaba respetando a las salas, ha anunciado que apuesta por un modelo híbrido; esto es, llevará sus películas al streaming (HBO Max) y a los cines. Igual que ya aventuró que haría con Wonder Woman; igual que está haciendo Netflix con caras (y extraordinarias) apuestas como El irlandés, Historia de un matrimonio o Mank. Warner dice que es una medida creativa y excepcional –¿les suena?–, que quieren volver a la normalidad cuando se calme la marea. Pero ¿y si nada vuelve a ser como era?
En el mismo momento en que Warner hizo el anuncio, AMC, la mayor cadena de cines de Estados Unidos, se desplomó en bolsa. El efecto llegará con retraso a España, dado que aquí no tenemos HBO Max; pero ha sido la propia productora la que ha anunciado que, para mediados de 2021, se irán incorporando los títulos a su plataforma. Mientras tanto, nuestros exhibidores sobreviven como pueden con descensos de taquilla del 70% –del año pasado a este– y problemas financieros que ya arrastraban y que se han agravado con la pandemia: 96 de cada 100 cines bordean la bancarrota.