Literatura e hipocondría: Claire Legendre o el valor de confesar que estás muerta de miedo
‘El nenúfar y la araña’ (Editorial Tránsito, 2019) es una descarnada y poética autobiografía de la escritora Claire Legendre sobre el miedo y la necesidad de control.
Quería morir a los veintisiete años y cuando los cumplió, cambió de idea. A partir de ese momento comenzó a tener miedo, y lo que es peor, a somatizarlo. El nenúfar y la araña (Editorial Tránsito, 2019) es una descarnada y poética autobiografía de la escritora francesa Claire Legendre sobre la hipocondría, la enfermedad y los monstruos que nos devoran. ¿De qué tienes más miedo, de morir o de vivir?
Claire Legendre camina por un parque público de Montreal. Acaba de descubrir que tiene “timo” —una glándula en el centro del pecho donde la gente se toca cuando dice “yo”—, que su timo es grande como una mariposa (aunque al menos no es un nenúfar) y que esa es la razón de que no pueda tragar y respire a veces con dificultad. Es una extranjera viviendo en una ciudad a kilómetros y husos horarios de su país, Francia. Tiene 35 años y piensa en un hombre para apartar de su cabeza —y probablemente de su “timo”— una angustiosa sensación que la persigue desde mucho antes de que recalase primero en Praga -tres años de hipocondría y visitas médicas- y luego en Canadá.
Su miedo tiene un origen pero no fecha de caducidad: a los trece años fantaseaba con la idea de que moriría a los veintisiete, un 3 de julio, como Jim Morrison, y que sería en un accidente de tráfico. ¿Qué otro motivo hay para morir tan joven? Pasaron ocho cumpleaños y la profecía no se cumplió; a partir de entonces empezó a tener miedo a la muerte. Y a la vida. A las arañas. A que no la quieran nunca más. A que la olviden y la sustituyan. A ti, lector.
“Me da miedo la etiqueta que vas a pegarme en la frente (…). Me da miedo haberte dado armas contra mí”, escribe en El nenúfar y la araña (Editorial Tránsito), la autobiografía poética y descarnada de una autora valiente, porque desnudar la propia vulnerabilidad ya es de por sí un acto de coraje, que además nos enfrenta a nuestra necesidad de control y la violencia que nos infligimos.
“Si hay algo peor que el hecho de que te colonice una araña —o un tumor— es que te colonice sin que tú lo sepas. La araña, o el tumor, es el ojo de Dios”, confiesa Legendre, quien se inventó una enfermedad “para ser su autora” y de ese modo, “tendría el espejismo de controlarla”.
Jugando a ser Dios
En la literatura, al igual que en el cine, los personajes enfrentan horrores; son torturados, sufren una enfermedad terminal, les hacen pedazos el corazón o se caen de un tejado y mueren estúpidamente. En la literatura el escritor es Dios decidiendo sobre el destino de sus pobres avatares; pero la vida es otra cosa. En la vida, tú eres el avatar. “Cuando se es Dios, no se es hombre. Ser Dios en los libros te formatea el espíritu con tal eficacia que después resulta insoportable no serlo en la vida”, dice Claire Legendre, para quien escribir y amar son las únicas dos formas que conoce de darle un sentido a su existencia (o de creer que lo tiene).
Si a los trece años se creó un caparazón adolescente que la protegía de morir súbitamente y dejar un bonito, aunque torturado, cadáver, a sus treinta y cinco años —ahora cuarenta— afirma con amargura que la ficción no nos protege de nada, que “hace el mismo daño que la realidad” porque “cultivamos en nuestro interior los monstruos que nos devoran”. ¿Será acaso el amor una forma de literatura, o de hipocondría?
“Ser Dios en los libros te formatea el espíritu con tal eficacia que después resulta insoportable no serlo en la vida” -Claire Legendre
Claire tuvo una pareja —bueno, en realidad varias, pero una que le marcó de verdad—. Rompió con él para que no se le adelantase, para evitar que el golpe le llegase por sorpresa como esos bichos repugnantes que se cuelgan silenciosos de la cortina del baño y te espían —“el amor, para durar, debe ser imposible. Es una convicción encadenada a las entrañas”—.
Anorexia emocional: huir de la felicidad por miedo a que esta huya, evitar el bochornoso espectáculo de la miseria propia, litost. ¿Qué enfermedad es peor, la que inventamos o la que amenaza realmente nuestra vida?, se pregunta. Ha dejado de fumar y se ha vuelto adicta a hacer deporte -en el fondo, otra forma de calmar el miedo, menos perjudicial pero más cansada-. Y sin embargo, jamás podrá controlar su destino. No la amenaza ni la guerra ni el hambre, solo su propia sombra.
Legendre escribe para penetrarte a ti, lector. Te guste o no. El nenúfar y la araña, singular, breve, poética, filosófica, sincera, dolorosamente humana, no cura el miedo, sino que comparte sus síntomas.
“Formo parte de una sociedad dócil que está obsesionada con su peligro interior. Lo que como, lo que bebo, lo que fumo, cómo follo, el daño que me hago. Si tuviese que afrontar un peligro externo tendría sin duda menos miedo”.