Activismo rave
Muchas son las ciudades que han visto su vida nocturna menguar. Cuando la fiesta es más que fiesta, los jóvenes europeos luchan por mantener vivas sus noches.
…cuando la fiesta es más que fiesta
Lo fácil es relacionar una noche de fiesta con sustancias prohibidas, o no, pero por lo menos no demasiado saludables. Sin embargo, para la generación millenial –como para otras muchas que vinieron antes-, la noche es sinónimo de vida. De noche disfrutan lo que no pueden disfrutar de día, cuando pasan las horas estudiando para acabar en el paro, o cuando tienen que soportar trabajos que nada tienen que ver con lo que estudiaron. Por eso, cuidado con tocarnos la noche –advierten- o nos movilizaremos como nuestros padres se movilizaron, por ejemplo, en el 68.
Save London’s culture
David Bowie, The Who, Pink Floyd o Led Zeppelin son grandes nombres propios de la noche londinense. En sus locales nocturnos dieron unos primeros pasos que marcaron el devenir de sus carreras, de la cultura británica y de la historia de la música a nivel mundial. Sin locales independientes, o directamente underground, quién sabe qué habría sido de estos y otros muchos, algunos ahora anónimos, estandartes del pop y el rock. Ahora, sin embargo, parece que la noche de Londres está muriendo. O, por lo menos, es ese enfermo débil y cansado que aún lucha con algunas de sus últimas fuerzas por sobrevivir. El declive de la noche londinense -paradigma de la cultura viva de la capital británica- es claro: según la Association of Licensed Multiple Retailers, en la última década, Londres ha pasado de tener 3.144 locales nocturnos a 1.733. ¿Es ésta la crónica de una muerte anunciada? Los jóvenes –y más de un sexagenario-, nativos y foráneos, no se dan por vencidos. Bajo el lema “salvemos la cultura de Londres” han salido a sus calles, de día, a gritar por guarecer la noche.
En la última década, Londres ha pasado de tener 3.144 locales nocturnos a 1.733
El punto de inflexión ha sido el cierre definitivo de la discoteca Fabric. Una gota que ha colmado un vaso de años y años de barreras cada vez más insalvables. La clausura de este templo de la música electrónica se produjo hace apenas unos meses, cuando dos jóvenes murieron por consumo de drogas en su local. La decisión no se entiende entre los asiduos a la discoteca, que han logrado recoger más de 160.000 firmas en la plataforma Change.org para evitar el cierre de Fabric. Pero su lucha no termina en internet. Se han organizado varias marchas, algunas ‘raves andantes’ por la ciudad para clamar por lo que consideran directamente injusto. Ahora, la sensación general es que si Fabric puede caer, cualquiera puede hacerlo.
Resulta, al menos para algunos, curioso observar la movilización de toda una generación para evitar el cierre de un local nocturno, mientras por otro lado es incapaz de actuar por su futuro en la Unión Europea. Y es que en el referéndum del Brexit, los mayores decidieron el futuro de los jóvenes, que en vez de acudir en masa a votar prefirieron mostrarse indiferentes. Pero no en Londres(oro cerca aeropuerto de Luton escorts). Los jóvenes londinenses, acostumbrados a rodearse de gente de todas partes, siempre han sido conscientes de la importancia de preservar la convivencia. Y ellos conviven en los pubs, en los locales de música en directo, en los clubes. Allí crean, se enamoran, crean lazos irrompibles. Por ello, luchan por preservar su fiesta, una fiesta que es mucho más que eso. Es el latir de una ciudad, el latir de una gente.
No es el caso de Fabric, pero en muchas ocasiones lo que provoca el cierre de locales es la propia gentrificación de los barrios. Por ejemplo, el ya mítico Passing Clouds, que hace diez años abrió en Daslton, una de las zonas con las tasas de criminalidad más altas de todo el país -la policía conocía la calle donde se encuentra el local como el “callejón del crack”-, y que es hoy en día uno de los barrios más populares de Londres. Como en todos los casos de gentrificación, los alquileres se han disparado, dificultando la supervivencia de comercios locales. En el caso de Passing Clouds, un lugar en el que se celebraban eventos, conciertos y que organizaba acciones específicas para mejorar la vida de la comunidad –hacía incluso las veces de comedor social-, que ha tenido que cerrar después de ver su alquiler un 350% más caro. Ahora, la empresa Landhold Developement -nueva propietaria del edificio donde se sitúa el local- anuncia la venta de apartamentos residenciales en él. De esta forma, y de golpe y porrazo, están acabando con uno de los pilares de la capital británica.
Para los manifestantes, tanto la policía como el Ayuntamiento londinenses no son grandes amigos de la vida nocturna, por lo que consideran el cierre de Fabric y el de otros locales un ataque deliberado. “Tanto la policía como el Ayuntamiento se han metido en una narrativa que establece que la vida nocturna es un problema”, decía en una de estas ‘raves andantes’ Alan Miller, de la Asociación de Industrias de la Noche, frente a la multitud que le escuchaba. “Nosotros rechazamos esa narrativa”, añadía, “la vida nocturna no sólo supone 66 mil millones de libras por año en la industria del Reino Unido, sino que también mejora y transforma nuestras ciudades”. Sin embargo, el nuevo alcalde de la ciudad, Shadiq Khan, se erigía como firme defensor de este sector recientemente. “La noche de Londres es una pieza clave de nuestro patrimonio cultural”, afirmaba. Medidas como la apertura nocturna del metro de Londres durante los fines de semana lo respaldan, por eso muchos no entienden cómo permite que Fabric y otros cierren. No está en su mano, esgrime, no puede hacer nada.
Ámsterdam o Berlín están ‘al acecho’ para sustituir a la capital británica como estandarte en las noches
Después del Brexit, muchos apuntaron a Madrid como posible relevo de Londres como capital financiera, y en el caso del ocio nocturno ahora Ámsterdam o Berlín están ‘al acecho’ para sustituir a la capital británica como estandarte en las noches. Hasta que eso ocurra, los residentes en Londres seguirán levantando pancartas y llenando las calles, intentando salvar a ese enfermo crónico que todavía tiene aliento para vivir.
Más allá de Londres
Londres es la ciudad que está acaparando todas las miradas con las movilizaciones de unos jóvenes que quieren conservar su forma no sólo de divertirse, sino de entender la vida. Muchas son las ciudades que han visto su vida nocturna menguar.
En Madrid, el ‘activismo rave’ lo traen las instituciones, conscientes del valor de la noche para una ciudad, para que permanezca viva
Madrid mismo, por ejemplo, ha vivido en los últimos años un importante retroceso en su ocio nocturno, sobre todo después de sucesos como el acaecido en 2012 en el Madrid Arena, en el que murieron cinco chicas por la negligencia de los promotores de una fiesta de Halloween. Desde entonces, los controles a locales y discotecas se han endurecido, las licencias han dejado de concederse y el sector se ha visto entre la espada y la pared. Por el error de uno solo, dicen, debemos pagar todos. No obstante, parece que en Madrid vuelve a moverse algo. No es que sus calles se hayan inundado de personas reclamando que la noche es suya, como en Londres, sino que el consistorio de Manuela Carmena está avanzando en una nueva dirección. Muestra de ello es que la Plataforma por el Ocio, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, han presentado hace unos días en la sala Moby Dick ‘Madrid Me Gusta’, la nueva campaña de marketing turístico para promocionar el ocio nocturno, impulsando la mezcla entre cultura, gastronomía y fiesta en la capital. En esta ocasión, el ‘activismo rave’ lo traen las instituciones, conscientes del valor de la noche para una ciudad, para que permanezca viva. Y es que, según FITUR, la vida nocturna de Madrid (96,44%) es el principal atractivo turístico de la ciudad seguido del patrimonio cultural (95,16%) y la oferta gastronómica (93%).
Londres, Madrid, París, Berlín, Ámsterdam… son tan sólo ejemplos de una Europa que se debate entre seguir como siempre o avanzar a un lugar al que no se puede llegar sin la juventud. Y, adivinen qué… a los jóvenes lo que les gusta es salir de fiesta.
Desde hace décadas, los jóvenes de medio mundo han hallado en la noche una forma de expresarse, un espacio en el que ser ellos mismos. La sociedad ha avanzado, también, pasándolo bien en una noche de fiesta, mostrando una forma de ver y de vivir la vida que no tiene otro nombre que “libertad”. Esa libertad para salir y para reunirse, para disfrutar en un ambiente que evoluciona constantemente. Por esa libertad muchos han luchado, y otros tantos seguirán haciéndolo, copa en mano si es necesario.
La serie de fotos de las marchas por salvar la noche londinense pertenecen a Marina Palacios, fotoperiodista española afincada en la capital británica.