Vivir de la música, ¿o vivir para ella?
La música, de una manera o de otra, forma parte de nuestras vidas. Todos escuchamos música en algún momento del día: cuando vamos en el coche, cuando vamos andando hacia algún lugar, cuando hacemos deporte, a veces mientras trabajamos o estudiamos. Algunos escuchan música mientras se duchan, otros mientras cocinan, otros la escuchan prácticamente todo el día. Y es que la música, además de poner una banda sonora a muchos momentos de nuestra vida, es capaz de tocar y cantar lo que sentimos, lo que pensamos. Ritmos y letras que nos dan ganas de saltar, correr, de bailar; otros que son perfectos para los momentos de tristeza.
La música, de una manera o de otra, forma parte de nuestras vidas. Todos escuchamos música en algún momento del día: cuando vamos en el coche, cuando vamos andando hacia algún lugar, cuando hacemos deporte, a veces mientras trabajamos o estudiamos. Algunos escuchan música mientras se duchan, otros mientras cocinan, otros la escuchan prácticamente todo el día. Y es que la música, además de poner una banda sonora a muchos momentos de nuestra vida, es capaz de tocar y cantar lo que sentimos, lo que pensamos. Ritmos y letras que nos dan ganas de saltar, correr, de bailar; otras incluso son perfectas para los momentos de tristeza.
«Han decidido emplear su tiempo en ayudarnos a completar esa banda sonora que compone nuestras vidas»
Todos tenemos nuestros grupos, esos que escuchamos a menudo, a los que seguimos y vamos a ver si dan un concierto en nuestra ciudad. Ese conjunto de bandas a las que escuchamos va creciendo poco a poco. A veces, porque tenemos sed de nuevas voces o nuevos sonidos, o porque simplemente nos los recomienda un amigo, empezamos a seguir a un nuevo grupo, uno que aún no es muy conocido, de esos que aún dan conciertos íntimos en pequeñas salas.
Esos grupos dedican horas y horas de su tiempo libre a componer, a ensayar, a conseguir un escenario donde darse a conocer. Son gente que lucha por poder dedicarse a su vocación. Porque dedicarte a lo que realmente te gusta y poder vivir de ello es un lujo, pero más aún si lo que te gusta es la música. Por eso hemos pedido a dos grupos, de estilos muy diferentes, que nos cuenten por qué han decidido emplear su tiempo en ayudarnos a completar esa banda sonora que compone nuestras vidas.
Playa Cuberris, rock playa hecho desde Madrid
Playa Cuberris es un grupo formado por cuatro chicos que no solo tienen mucho estilo, sino que además tienen un gran talento. “Nuestras canciones beben de muchas fuentes y como no nos parecía bien encasillarlas bajo algo ya preconcebido, inventamos nuestro propio género, el rock playa”, nos cuenta Peto, la voz de este grupo madrileño. Y es que lo primero que hay que hacer para entrar en el mundo de la música es buscar la diferencia, aquello que los hace únicos y que hará que el público se enamore de sus canciones.
Entrar a formar parte del panorama musical actual es bastante difícil. “A día de hoy se cuenta con muchos más medios para producir música y aprender. Por otro lado, eso causa que haya una oferta musical enorme, con lo que hay demasiada competencia en el mundo de la música”, explica Álvaro, el guitarrista. Añade además que es una profesión complicada para todos los grupos, ya sean nuevos o no, pero el dinero juega un papel muy importante para poder darse a conocer y aquellos que ya están asentados en este mundo lo tienen mucho más fácil.
Con dos discos grabados y conciertos por toda España, los chicos de Playa Cuberris, como los de muchos otros grupos, aún tienen que dedicar los ratos libres que sus trabajos les dejan para poder sacar adelante este proyecto. “Todos esperamos poder vivir de esto llegado el momento, pero yo creo que también sabemos disfrutar del camino y de las pequeñas recompensas que nos va dando el día a día”, nos cuenta Roy, el bajista. Y es que la música para ellos no es solo una profesión, “es una expresión artística que nos ayuda a decir cosas que no podemos, o no sabemos, comunicar de otra manera”, explica Roy.
Es por eso que, al hablar de futuro, no hablan de dinero ni grandes lujos, sino de disfrutar de aquello que más les gusta. Dani, el batería más sonriente de los escenarios madrileños, quiere un futuro “encima de los escenarios, disfrutando, teniendo para comer, viajando y pasándomelo bien”.
Vivir de la música “es posible, aunque no está al alcance de todo el mundo. Hay que ser perseverante, obstinado, pasional y tener cierta dosis de suerte”. Difícil, pero no imposible. Siguen luchando para que sus canciones lleguen al mayor número de gente posible, siempre disfrutando de cada momento porque, como dice su cantante, “si alguien decidió meterse en la música para hacer de ella un negocio, definitivamente se equivocó de escenario y de época”. Y es que estos cuatro talentos quieren disfrutar al máximo de lo que hacen, y si consiguen vivir de ello, pues mejor que mejor.
The Blackjaw, ocho años de rock y energía
También cuatro chicos, también con un gran talento, pero volcado en un estilo completamente diferente. “Somos una banda de punk rock con mucho toque rock, gritos, melodía y energía”, nos explican Edu, Germán, Kala y Guille, que formaron The Blackjaw en el año 2009. Desde entonces, han tenido que superar numerosas dificultades para llegar a donde están.
Tras haber grabado tres discos y haber dado un gran número de conciertos, una de las mayores dificultades sigue siendo la financiación: “en nuestro caso, por suerte a día de hoy cuando estamos girando, el grupo se autofinancia con el dinero de las actuaciones y recuperamos la mayor parte de lo invertido, pero a la hora de grabar un nuevo disco es necesaria una inversión personal de cada uno de nosotros” nos cuenta el grupo, y añaden que “tener un grupo requiere bastante dinero si quieres mantener un standard de calidad ‘aceptable’ para los tiempos que corren”.
Dos días entre semana y los fines de semana es lo mínimo que los chicos de The Blackjaw dedican a su música. Son casi ocho años de horas, días, de ensayos, de muchos sacrificios que, todos coinciden, merecen la pena: “sí que merece la pena todo el esfuerzo y las cosas que hemos sacrificado por esta banda, hemos tenido nuestros momentos difíciles pero hemos salido de ellos”.
Y es que llegar a vivir de la música no es algo fácil. Se necesita mucho esfuerzo, mucha perseverancia y, sobre todo, muchas ganas. “El que tenga pensado montar una banda de rock o cualquier estilo fuera del mainstream y triunfar en poco tiempo, tendrá poco recorrido, esto es una carrera de fondo”. Estos cuatro músicos saben que vivir de la música no es algo fácil, pero no van a dejar de intentarlo y, sobre todo, no van a dejar de disfrutarla: “Nos encantaría vivir de esto, pero tenemos los pies en el suelo. Ofrecemos nuestros discos gratuitamente en las redes desde el mismo día del lanzamiento, porque a nosotros lo que nos reporta beneficios es tocar en directo, ganar espectadores, conocer gente, conocer lugares y si algún día podemos ganarnos la vida haciendo esto seremos los tíos más felices del mundo”.
Conciertos, más conciertos
Vender discos nunca ha sido fácil, pero desde que apareció Internet y, con él, la piratería, es casi misión imposible. Por eso ambos grupos coinciden en que la manera de obtener beneficios hoy en día es la música en directo, los conciertos. “Que haya más festivales, música en directo, en bares, en terrazas…” es la forma de sacar adelante la música, según Playa Cuberris.
“Que haya más festivales, música en directo, en bares, en terrazas…”
Para estos grupos, la inquietud de la gente por escuchar nuevas voces, nuevos ritmos, es su hueco para entrar en el mercado. Los integrantes de The Blackjaw creen que “hay mucha gente investigando y buscando nuevas bandas interesantes que les puedan atraer, independientemente de donde vengan”. Sin embargo, consideran que este grupo sigue siendo minoritario y confían en que Internet y las nuevas plataformas lo haga crecer. Quizá por la diferencia de estilos, los chicos de Playa Cuberris tienen una idea diferente acerca de este tema: “hay un rollo un poco de locos de querer escuchar siempre al grupo nuevo porque siempre queremos estar a la última, conocer las bandas que los demás no conocen”.
Sea como fuere, lo que estos y todos los músicos que luchan por vivir de su pasión necesitan es que escuchemos su música en el móvil, en el ordenador, pero también que salgamos de casa un fin de semana y les demostremos al pie de un escenario que nos sabemos sus canciones. Más salas llenas es lo que necesitan para dejar de vivir para la música y poder, por fin, vivir también de ella.