El gran maestro del terror H.P. Lovecraft dijo una vez que de todos los miedos, el pavor a lo desconocido era el más antiguo e intenso. Un presencia ancestral que late bajo nuestras camas y ahora también en nuestras pantallas de televisión.
Cuando era niña tenía pesadillas en las que Don Pimpón, el monstruoso labriego de Barrio Sésamo, me perseguía por un bosque igual que hacía en los créditos del programa infantil. La infancia rememorada es imperfecta y escalofriante; uno nunca se libra de los terrores nocturnos que nos persiguieron de niños. Ese eterno misterio que acecha en la risa psicótica de Pee-wee Herman, con el que no querrías compartir ascensor o encontrártelo disfrazado de Rey Mago, bebiéndose el agua que tus hijos dejaron para los camellos.
Tras su estreno el pasado octubre en Estados Unidos, la HBO ha empezado a emitir esta semana en España Channel Zero, una serie de terror de alto voltaje creada por el genio de Nick Antosca (Hannibal y El bosque de los suicidios), que en su primera temporada narra la historia de Mike Painter (Paul Schneider), un psicólogo infantil que vuelve a la ciudad donde nació para investigar el extraño comportamiento de los niños y su relación con un inquietante programa de televisión infantil emitido en los setenta, Candle Cove, que ya había provocado estragos en el pueblo.
Los seis capítulos están basados en un popular y escalofriante creepypasta, Candle Cove, una de esas leyendas de internet que medran durante años en nuestro inconsciente, muy a pesar de saber que fueron inventadas, en este caso por el animador y escritor Kris Straub.
¿Y tú? ¿Viste Candle Cove?
Nos remontamos al año 2009, cuando en un foro de nostálgicos de una televisión local de Estados Unidos el usuario Skyshale033 preguntó si alguien recordaba cierto programa infantil de principios de los 70’ llamado Candle Cove. “¿No iba sobre piratas? Recuerdo una marioneta pirata hablando con una niña pequeña en la entrada de una cueva”, contestó el internauta mike_painter65. “Sí –continuó Skyshale-, era el Pirata Percy. Parecía estar hecho de partes de otros muñecos y su cabeza era la de un viejo bebé de porcelana”.
El hilo fue creciendo con borrosos recuerdos de otros usuarios que habían visto el programa de niños y recordaban a un maléfico esqueleto llamado Skin Taker que arrancaba la piel a tiras con sus dientes y un barco parlante comandado por Percy que gritaba: “Tienes que… ir… adentro”, cada vez que el pirata debía abordar un lugar oscuro y siniestro. Los comentarios se volvieron más inquietantes, hasta el punto de que los usuarios empezaron a dudar de si algunas oscuras escenas del programa las habían soñado.
Como si de un conjuro se tratase, algunas leyendas de internet traspasan las fronteras entre ficción y realidad.
La cadena se cierra abruptamente con el siguiente mensaje:
“mike_painter65
Asunto: Re: ¿El programa local Candle Cove?
Hoy fui a visitar a mi madre a la residencia y le pregunté si recordaba cuando yo tenía 8 o 9 años, a principios de los setenta, y veía el programa Candle Cove. Me dijo que estaba muy sorprendida, le pregunté por qué y me contestó: ‘Porque me parecía extraño que dijeses ‘me voy a ver Candle Cove, mamá’ y te quedases mirando la estática en la televisión durante media hora. Fantaseabas mucho con tu pequeño programa de piratas”.
En un artículo publicado en Aeon, el escritor Will Wiles apuntó: “Hardware y software corruptos, hechizados por los perturbadores espectros de anteriores usuarios. Los creepypastas funcionan mejor cuando el medio infecta el mensaje”. Al igual que en la mayoría de las leyendas que circulan por las redes, Candle Cove dio lugar a cientos de recreaciones, vídeos, memes y cuentos escritos por anónimos internautas. Y como si de un conjuro se tratase, algunas de estas leyendas traspasan trágicamente fronteras.
Ficciones peligrosas
Waukesha (Wisconsin), 31 de mayo 2014. Morgan Geyser y Anissa Weier, de doce años de edad, apuñalan diecinueve veces a una compañera de clase siguiendo ordenes del SlenderMan, una criatura imaginaria nacida en un foro de Internet. Durante el interrogatorio, Morgan le diría a la Policía: “Está en todas partes. Siempre vigilándonos, aunque no tenga ojos. Mientras exista, nunca estaremos solas”.
No fue el único caso del que se tuvo noticias, algunos meses después otra niña de 14 años prendió fuego a su casa mientras su madre y su hermano permanecían en el interior; intentaba convertirse en acólita del ser tentacular y sin rostro que habitaba en el bosque. Incluso asociaciones de aterrorizados padres demandaron a su creador, Víctor Surge, responsabilizándole de ese virus que parecía haber infectado la mente de sus hijos, esa presencia que medraba en el más absoluto silencio en centenares de fotografías, vídeos y cuentos. Pero, ¿qué hace que un personaje como el Hombre Esbelto haya arraigado tanto en nuestra cultura? ¿Puede la bola de nieve del creepypasta convertirse en alud social?
Las series perturbadoras como Candle Cove simbolizan todo lo que no podemos entender, incluido nuestro mundo
Para el escritor y futurólogo Francisco Jota-Pérez, autor de Homo Tenuis, el primer ensayo español que aborda el fenómeno del Slender Man, “las historias de terror y los monstruos dicen más de nosotros que el más introspectivo de los drama más realistas o que la más minuciosa crónica periodística; empujan nuestras debilidades hacia la luz para volverlas tan visibles como nuestros puntos fuertes”, porque el Hombre Esbelto es en realidad “un contenedor vacío” en el que depositar “los peores miedos en al respecto de la era digital que nos ha tocado vivir”.
Llámese Cthulhu, SlenderMan o Pee-wee Herman, todos y cada uno de ellos, monstruos o series perturbadoras, simbolizan aquello que no podemos entender, incluido nuestro mundo y el lugar que ocupamos en él, y causan en nosotros el mismo miedo irracional que sentíamos de niños, un monstruo oculto en el armario que cuando apagas la luz, despierta. ¿Te acuerdas de Candle Cove? ¿Te acuerdas ahora?