El día que Kubrick se anticipó a Trump
Una escena en la que la realidad política toma tintes cómicos tan oscuros que de la risa, brota la más amarga desazón. La película de Kubrick de 1964, originalmente titulada Dr. Strangelove, or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb e incomprensiblemente traducida al español como ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú, es el tratado más fiel de la estupidez humana en tiempos de guerra. En el día en el que Estados Unidos lanza decenas de misiles contra instalaciones del gobierno sirio, parece un buen momento para recordar el film, a pesar de que la realidad no provoque la mínima risa.
Hablamos de una escena en la que la realidad política toma tintes cómicos tan oscuros que de la risa, brota la más amarga desazón.
La película de Kubrick de 1964, originalmente titulada Dr. Strangelove, or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb e incomprensiblemente traducida al español como ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú, es el tratado más fiel de la estupidez humana en tiempos de guerra.
En el día en el que Estados Unidos lanza decenas de misiles contra instalaciones del gobierno sirio, parece un buen momento para recordar el film, a pesar de que la realidad no permita incluir el humor en la negrura.
El general Jack D. Ripper, un poderoso narcisista de oxigenado peinado, emite la orden del imparable ataque movido por un impulso de virilidad. Aunque salvando las distancias, Robert de Niro ya comparó a Strangelove con el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Bien es cierto que la película de Kubrick se ubica en el contexto de la Guerra Fría, pero hoy vuelve a tomarse pertinente: es la perfecta reconstrucción del absurdo, y como tal, válida en cualquier época, circunstancia y situación estratégica.
Ya lo explicó el propio Kubrick: «La risa llega cuando recreas una situación que parece completamente ajena a cualquier amago de broma y, de repente, introduces en ella la simple posibilidad de la realidad cotidiana. Hablamos de un lugar sagrado como el Pentágono, en el que se está decidiendo el futuro de la Humanidad. Y en ese espacio, no hay más que hombres tan reales, absurdos y banales como cualesquiera otros. En el contraste, surge la comedia«, aunque a día de hoy, la escena invite a una reflexión sin maldita gracia.