La Tate rinde homenaje al arte queer
El Reino Unido tiene un objetivo claro: redimirse de sus errores históricos. Más allá del Brexit, y otros grandes hitos que marcan su historia más reciente, los británicos tienen experiencia en apartar de lo socialmente aceptado a algunos grupos que conviven en las islas.
El Reino Unido tiene un objetivo claro: redimirse de sus errores históricos. Más allá del Brexit, y otros grandes hitos que marcan su historia más reciente, los británicos tienen experiencia en apartar de lo socialmente aceptado a algunos grupos que conviven en las islas. La lucha por los derechos de los homosexuales en el Reino Unido comenzó hace cinco décadas, cuando el Parlamento británico votó a favor de la despenalización del sexo entre hombres en Inglaterra y Gales. Eso fue en 1967, y hasta ese momento este tipo de relaciones constituía un delito grave. Especialmente las establecidas entre dos hombres, ya que las relaciones entre mujeres no estuvieron nunca prohibidas por esta ley, al menos de forma explícita, dada la obsesión de los ingleses por perseguir la sodomía.
La discriminación suele caracterizarse por influir en todos los aspectos de la vida, y la cultura no se queda fuera. Muchos fueron los artistas británicos que tuvieron que esconder su condición sexual, o que padecieron un auténtico tormento por intentar vivirla en libertad. Oscar Wilde, Francis Bacon, David Hockney, John Singer Sargent, Keith Vaughan, Dora Carrington o Ethel Sands son algunos de los nombres que conforman la historia del arte y la cultura LGTB del Reino Unido. Todos ellos están presentes en Queer British Art: 1861-1967, la exposición que acaba de inaugurar la Tate Britain de Londres. Con el ánimo de conmemorar el 50 aniversario de la despenalización de la homosexualidad, y de hacer justicia, los británicos cuelgan en uno de sus museos más emblemáticos lo mejor del arte marica. Porque queer, en este caso, se refiere sin tapujos a lo marica.
Esta es la primera muestra dedicada a la vida y obra de creadores del colectivo LGTB
El nombre de la muestra ha supuesto una fuerte polémica, ya que el término ‘marica’ podría considerarse despectivo -más en español que el ‘queer’ inglés, ya totalmente adaptado por la comunidad LGTBQ+ -, y por no englobar a otros colectivos, como el de las lesbianas. Clare Barlow, comisaria de la exposición, aseguraba a The Guardian que el uso del término ‘marica’ estaba justificado “por lo que tiene de reivindicativo, porque derriba las barreras y abre las puertas a muchas posibilidades”.
Esta exposición no es una más de las tantas que los museos y galerías londinenses inauguran a lo largo de cada año. Se trata de la primera muestra dedicada a la vida y obra de creadores del colectivo LGTB, un evento inimaginable hace apenas unos años. Es la revolución desde las paredes de un museo, y la sensación de justicia que deja el pasear por sus salas da buena fe de ello.
Oscar Wilde fue encarcelado durante dos años por «indecencia grave y sodomía»
Entre los objetos expuestos se incluye la puerta de la celda en la que el escritor, poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wilde fue encarcelado durante dos años por «indecencia grave y sodomía». Esta pieza de metal, que ha viajado desde la prisión de Reading hasta la galería londinense, se muestra expuesta junto a un retrato, obra de Robert Goodloe, del poeta a los 27 años, once años antes de su encarcelamiento. Cuando Goodloe pintó a Wilde, este estaba en el mejor momento de su carrera. Quedan así reflejados el éxito y el escarnio, el uno al lado del otro. Una ironía teñida de injusticia, con la que ahora podemos contextualizar la forma en la que una nación dejó de lado a uno de sus mayores talentos por sus preferencias sexuales.
Otro de los platos fuertes de esta exposición es la muestra centrada en las creaciones del círculo de Bloomsbury, un grupo artístico creado en torno a Virgina Woolf al que pertenecieron pintores y filósofos como Dora Carrington, Lytton Strachey o Bertrand Russell y que mantenía una postura muy abierta acerca de la sexualidad.
Muchas obras del arte marica británico se han perdido con el tiempo, ya que fueron destruidas por considerarse pecaminosas o por promover un estilo de vida que no era tolerado por el conjunto de la sociedad. No obstante, muchas se conservaron, y las más grandes pueden verse en esta exposición sin precedentes. La muestra va más allá de las obras y viaja al propio corazón de los artistas, mostrando objetos personales y documentos que dan fe del tormento que tuvieron que vivir por revelar al mundo el secreto de sus vidas. Hoy que no son necesarios los secretos, que el orgullo prima sobre la vergüenza, sí son necesarias muestras como ésta. Era vital dedicar un lugar en el que otorgar justicia a los que sufrieron, sin obviar su sufrimiento, mostrando su trabajo y su talento por encima de todo. Hacerlo en un lugar como la Tate Britain, residencia de lo más granado del arte británico, es casi tan valiente como las vidas de estos artistas.
Queer British Art: 1861-1967 estará disponible en la Tate Britain Gallery de Londres hasta el 1 de octubre de 2017.