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Epónimos en la literatura: escritores que se convirtieron en jerga cotidiana

Los epónimos son tan antiguos como el purgatorio de Dante o las excursiones del Quijote. Es fácil que lo que se ha escrito se convierta en jerga cotidiana cuando sus autores trascienden la temporalidad que se rige por épocas o espacios.

Epónimos en la literatura: escritores que se convirtieron en jerga cotidiana

Borges decía que uno no es lo que es por lo que escribe sino por lo que ha leído. Por otro lado, es fácil que lo que se ha escrito se convierta en jerga cotidiana cuando sus autores trascienden la temporalidad que se rige por épocas o espacios. Para muestra de esto los epónimos en la literatura, o los escritores que se adhieren por extensión de sus obras al vocabulario diario de las personas.   

Los epónimos son tan antiguos como el purgatorio de Dante o las excursiones del Quijote, y derivan precisamente de una ficción que los personajes populares de la literatura han transferido a la cotidianidad. Su tipología abarca desde términos políticos y médicos  -el síndrome de Alicia en el país de las maravillas para describir un trastorno ilusorio de la imagen corporal o Freud basándose en la tragedia de Sófocles para fundar su «complejo de Edipo»- hasta la jerga literaria.

Se trata de  personajes y sus creadores convertidos en sustantivos para ilustrar un comportamiento de la vida rutinaria. La palabra proviene del griego eponymos que significa “darle el nombre de uno a alguien o algo” ya que el “arconte epónimo” (jefe de gobierno y magistrado principal) daba su nombre al año en el que regía.

La trascendencia de estos escritores y sus obras es tan extensa que las asociaciones se vuelven usuales y se adhieren al lenguaje para designar una realidad que en un principio nada tenía que ver con su nuevo designio. En la literatura es tan habitual que se vuelve frecuente aquello de describir situaciones kafkianas y dantescas, o amores masoquistas y maquiavélicos sin que el responsable del calificativo se revele en el diálogo en sí. Y si bien en algunos casos es evidente el origen de estos epónimos, otros no han trascendido con tanta amplitud la cultura popular; aunque los usamos no estamos conscientes de que también provienen de escritores prácticamente presentes desde hace siglos.

 

Los inesperados

Doppleganger o doble que camina

En inglés esta palabra fue acuñada por el escritor alemán Johann Paul Friedrich en su novela de 1796 “Siebenkäs”, se usa para describir  al doble de una persona que camina a su lado. No es uno de los términos más comunes aunque por ejemplo, la serie de TV norteamericana How I Met Your Mother tiene varios capítulos dedicados a esta expresión en donde los personajes principales se encuentran con sus dobles exactos en las calles de New York.  

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Los cinco Doppleganger de «How I Meet Your Mother» | Imagen vía: TheOdisseyOnline

Serendipia

Deriva del inglés serendipity y fue acuñada en 1754 por medio de la correspondencia del escritor británico Horace Walpole a raíz de un relato persa llamado Los tres príncipes de Serendip. En este se supone que los protagonistas solucionan todo tipo de problemas gracias a afortunadas casualidades. La palabra se utiliza para señalar esos descubrimientos accidentales, afortunados e inesperados que se producen cuando se está buscando casi totalmente lo contrario.

Anfitrión

Lo utilizamos para designar a la persona u ente que recibe en su territorio a invitados que atiende “personalmente”. Pocos saben que este es el nombre de un personaje mitológico, bisnieto de Zeus, y que fue el dramaturgo francés Molière quien le dio su significado actual en su obra de teatro homónima del mismo nombre, en la que se afirma que el verdadero Anfitrión «es el que nos da de cenar».

Pantalón

Es inesperado pero el nombre para esa prenda de vestir que se usa como por inercia proviene de un tipo de dramaturgia italiana del siglo XV llamada la Comedia del Arte, en donde uno de los personajes más populares era “el viejo Pantaleón”. Este señor siempre llevaba las piernas cubiertas por un atuendo estrafalario que eventualmente adquirió el nombre de pantalón.

Don Juan

Personaje arquetípico de la literatura española creado por Tirso de Molina en su obra de teatro El burlador de Sevilla y convidado de piedra  en 1630. La figura del Don Juan era la del burlador que representa la ruptura absoluta de todas las normas y reglas preestablecidas. Pero el desenlace algo trágico de la obra ha sido olvidado y hoy en día ser un “Don Juan» es un halago que describe a una especie de seductor de mujeres. Algo similar sucede con la palabra Romeo, que data de la tragedia de William Shakespeare Romeo y Julieta.

 

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Leonardo DiCaprio y Claire Danes en la película de Baz Luhrmann, Romeo y Julieta | Imagen vía Youtube

 


Quevedos

El nombre de Francisco de Quevedo podría haber pasado al lenguaje cotidiano por un sinfín de cualidades personales o por su obra poética; sin embargo, su cotidianidad se detuvo para designar un tipo de gafas como las que usaba el escritor: los quevedos.

Rocambolesco

Rocambole es un personaje literario creado por el escritor francés del siglo XIX Pierre Alexis Ponson du Terrail. Las aventuras de Rocambole son las de un joven que se transforma de ladrón a justiciero como una especie de  héroe de ficción moderno en la novela de aventuras. El término rocambolesco es una alusión a este protagonista e indica algo extraordinario o inverosímil, improbable y difícil de creer.

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Retrato de Rocambole elaborado por el artista francés Andre Gosset para el semanario «La Lune» ejemplar de 1867 | Imagen vía Wikipedia

 

Los sospechosos habituales

Lo más común es que los escritores se conviertan en una especie de marca personal a través de su bibliografía, el universo característico de sus obras los transforma en algo familiar cuyo calificativo es una variante de sus propios nombres.

Homérico

Homero es un nombre clave en la literatura occidental.  Poeta griego al que se atribuye la autoría de la Ilíada y la Odisea, es el autor por antonomasia de la literatura clásica. Sus epopeyas llenas de personajes legendarios y heroicos le valieron dos epónimos: Odisea y Homérico. La palabra homérico se utiliza para adjetivar esos relatos legendarios que no solo recuerdan a las historias del poeta, sino que describen  pueblos y personajes extraordinarios  tan épicos como Aquiles y Ulises. Por otro lado, una Odisea, como bien relata el libro, se utiliza para describir un largo viaje lleno de adversidades en donde abundan las aventuras para la consecución de un fin.  

 

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Ulises y Polifemo | Pintura de Jacob Jordaens (1593-1678)

 

Dantesco

La descripción más exacta y perturbarte que se ha hecho del infierno y el cielo la hace el poeta italiano de la Edad Media Dante Alighieri en  la Divina Comedia. Una obra necesaria en la literatura que a través de decenas de cantos guía a Dante por los nueve círculos del infierno, el purgatorio y el paraíso. Esa exactitud tan poética como impresionante abrió un universo en el cual todas aquellas escenas aterradoras y pasmosas que combinan hechos inconcebibles en su dramaturgia se describen como dantescas. Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza”.

Kafkiano

La metamorfosis del escritor checo Franz Kafka tiene todas las características de lo absurdo e inverosímil para concebir un mundo donde el término es literal. En su novela “El juicio” el protagonista es arrestado y juzgado por un crimen del cual nunca se le informa. La cantidad de procedimientos y reglas herméticas, la complicada e inaccesible burocracia que llevan a la frustración extrema del personaje trasladan al término Kafkiano para describir cualquier situación similar en donde la burocracia imposibilita encontrar una solución sencilla.

Maquiavélico

El concepto del maquiavelismo tiene que ver con actos inmorales o considerados negativos en la sociedad. Se relaciona con la persona que actúa con astucia y perfidia para seguir propósitos individuales. Su origen se deriva de la doctrina e ideas de Nicolás Maquiavelo a través de sus obras El Príncipe y los Discursos sobre la primera Década de Tito Livio. El florentino es el autor de una especie de manual satírico en el cual explica cómo ha de ser el príncipe o gobernante ideal; en este reflexiona sobre el empleo de “malas acciones” cuando el fin lo justifique.

Dickensiano

Charles John Huffam Dickens fue un novelista inglés conocido en la literatura universal por obras como Oliver Twist, Tiempos Difíciles o Un cuento de Navidad que practicaba la crítica social en sus obras con ironía y humor. Su estilo poético pero risible, como una sátira que reprochaba la pobreza y la estratificación social de la edad victoriana, le valió este término para describir aquello que no alcanza las condiciones mínimas de vida o trabajo que garanticen la dignidad humana, según el diccionario. También puede aplicarse a las trabas burocráticas y la vida urbana regida por el individualismo.

 

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Póster de la versión de Roman Polanski para el cine de Oliver Twist | Imagen vía IMDB

 

Sádico

El sadismo es un término -tal vez el más popular- derivado del Marqués de Sade, escritor y filósofo francés del siglo XVIII cuya obra literaria se consideraba obscena y depravada en su época por las explícitas situaciones sexuales e incluso violaciones de los personajes. Define la RAE al sadismo como «la perversión sexual de quien provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad en otra persona». 

Quijotesco

Una de las pocas excepciones en donde el personaje trascendió más allá del escritor. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha creado por Miguel de Cervantes Saavedra en 1605 es un símbolo universal para describir el comportamiento de una persona que hace lo imposible para defender sus creencias, obra desinteresadamente en defensa de causas que considera justas o es víctima de un idealismo pocas veces práctico. En el siglo XVII ya se usaba el término quijote para definir a una persona que no diferencia la realidad de la fantasía.

 

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Edición de «1984» de George Orwell | Imagen vía DeBolsillo Editorial.

 

Orwelliano

El término «orwelliano» ha pasado al vocabulario común para designar a las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y represoras, como las representadas en la novela 1984 del escritor George Orwell. La utopía de Orwell describe maneras sutiles pero efectivas de someter a su población: a través de la propaganda y del lenguaje.  Orwelliano no solo hace referencia a situaciones y sistemas totalitarios, sino que también remarca la importancia que desempeña el lenguaje en la formación de pensamientos y de emociones en una sociedad.

Lovecraftiano

Howard Phillips Lovecraft es fundamental para la literatura de ficción y terror. Autor de novelas y relatos del género desarrolló la corriente del horror cósmico para mezclar la literatura tradicional de terror sobrenatural con elementos de ciencia ficción. Sus universos fueron tan influyentes que la palabra se utiliza para revivir historias o situaciones que evocan esa miscelánea de su obra.

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Fotograma de la película «El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey» | Imagen vía CineyCine

Algunas suposiciones

Estos epónimos datan de literatura de décadas y hasta siglos pasados, lo que indica el tiempo que pueden demorar en calar en la cultura popular. Analizando superficialmente el panorama actual de las letras y considerando la relevancia exclusiva de escritores del siglo XX y XXI -gracias a ese universo constante creado en sus historias- estos son algunos de los próximos epónimos que tal vez escuches en una conversación:

Bolañesco

El escritor chileno Roberto Bolaño publicó una decena de libros en vida, muchos de sus obras se dieron a conocer de manera póstuma, pero sus universos detectivescos -en donde Latinoamérica y Europa se mezclan en un contexto de crítica social y especificaciones generacionales- pueden ser identificados fácilmente si comenzamos a usar el epónimo Bolañesco.

Tolkiano

John Ronald Reuel Tolkien, identificado como el padre de la literatura moderna de fantasía, es un narrador exhaustivo que no dudó en escribir veinte páginas para describir un bosque o inventar varios idiomas para la creación completa de sus personajes. El universo tolkiano sería entonces uno absorbente y delineado hasta el más mínimo detalle en el cual no solo caminarían elfos, duendes y criaturas fantásticas, sino que se trazaría el panorama completo con lupa.

Coetziano

Si se pudiera describir la obra del escritor sudafricano y Nobel de Literatura John Maxwell Coetzee no sería con una palabra sino con un sentimiento. Desesperación, como el título de una de sus obras, es lo que sucede en sus historias en donde se mezclan escenarios áridos y desolados para representar la miseria humana en todas sus formas.  

Rothiano

El eterno aspirante al Nobel de Literatura Phillip Roth tiene un tino para describir la sociedad estadounidense y sus fosos que ha calado en la crítica y el público como una especie de auto revisión para los norteamericanos. Esa cadencia y crítica social muy exclusiva de un continente describe fácilmente algo Rothiano.

Murakamiano

El japonés Haruki Murakami tiende a escribir historias en donde el horror cósmico toma gran parte del protagonismo, es decir, ciencia ficción con elementos paranormales. Su virtud para describir la soledad de un continente a la perfección hace que el universo de sus obras en conjunto sea bastante identificable, así como la escenificación que hace de la sociedad asiática en juego con la totalidad de sentimientos que llevan al aislamiento y la introspección. Algo Murakiano sería exactamente eso, Murakami en su máxima expresión.

 

La mayoría de estos epónimos, de ser consultados en el diccionario de la RAE aparecen con parcas definiciones en donde predominan expresiones como: “relacionado con el escritor argentino Jorge Luis Borges” o “que tiene cualidades parecidas al poeta griego Homero”; no obstante, los términos envuelven un universo mucho más amplio que fusiona los cuerpos literarios con la familiaridad de la realidad.

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