Té frente a pinta: El futuro de Inglaterra según The Kinks
The Kinks, la banda, que retorció la ironía británica hasta el límite, conserva en sus letras la mejor crónica social y política del actual Reino Unido. Pasado simple para los laboristas. Presente continuo para los conservadores.
Mientras los padres brindaban con té en sus mejores tazas de porcelana, los hijos alzaban sus pintas en pubs y conciertos para defender que seguían en pie. Que eran indomables. Subversivos. Portadores del nuevo imperio británico. Jóvenes al fin y al cabo. Ambas generaciones intentaban olvidar las heridas provocadas por la II Guerra Mundial. Unos mediante la indiferencia. Otros a través de la queja. Las guitarras. Los amplificadores. Los bailes frenéticos. El beat. El caos como equilibrio. Swinging London.
En este contexto cultural destacan dos nombres: Ray y Dave Davies. Hermanos y fundadores de The Kinks. La banda, que retorció la ironía británica hasta el límite, conserva en sus letras la mejor crónica social y política del actual Reino Unido. Dead End Street, Waterloo Sunset, A Well Respected man o Mr. Churchill says son algunas de las canciones que reflejan esa patria en decadencia. Pasado simple para los laboristas (Jeremy Corbyn). Presente continuo para los conservadores (Theresa May).
“Cuando los Kinks tuvieron éxito estábamos en la época del Technicolor y el Swinging London, pero nuestro hogar era aún un documental en blanco y negro. No vi mucho cambio. Y mi familia tampoco lo esperaba. Nunca dejaron de esforzarse. Estaban concentrados en vivir, mientras que a Dave y a mí nos preocupaba todo ese gran movimiento social”, recordaría el propio Ray.
Este y otros testimonios de la banda se recogen en Atardecer en Waterloo (Sílex, 2017), el gran manual de la Kinkología (universo The Kinks) escrito por el periodista Manuel Recio y el matemático Iñaki García. En cada una de estas páginas se analiza el auge y la caída del reinado Davis, aquel que logró conquistar las Américas por medio de riffs y trajes eduardianos. “Los Kinks son un grupo tabernario. Cuando Ray Davies compuso Sunny Afternoon quería que se cantara en los pubs y bares, lo que a su vez les convierte en un grupo de salón o de pub. Lo que hicieron fue describir la sociedad británica de una manera costumbrista, literaria, e incluso poética que hacen que el oyente no inglés conecte con su sociedad. Esta es la magia de la formación, convertir los temas locales en universales”, remarca Manuel Recio.
Give the People What They Want
El auge del nacionalismo, la autonomía del Reino Unido con el resto de Europa o las diferencias entre clases quedan plasmadas en letras como Brainwashed, Yes Sir, No Sir o She’s bought a hat like Princess Marina’s. Es esta última uno de los espejos donde mirar y analizar los complejos y anhelos de la clase trabajadora. Aquella que intenta imitar en todo momento a la aristocracia para maquillar la áspera y esclava vida en la fábrica. “Ha comprado un sombrero como el de Anthony Eden/ porque le hace sentir como un señor/ No puede permitirse un Rolls o un Bentley/ Tiene que comprar un Ford de segunda mano”, relata la propia canción.
La nostalgia de una nación inglesa fuerte, la limitación territorial con Europa (“Brexit significa Brexit”) y los recortes en servicios sociales y educativos (impuesto a la demencia o la eliminación del comedor gratis para los escolares) son algunas de las propuestas en las que se ha basado el programa político de la primera ministra británica, Theresa May. Debilitada por sus comparecencias en medios y su oposición a debatir cara a cara con Corbyn, la Dama de Hielo podría llegar a empatar con el líder laborista, según la última encuesta que divulgó el miércoles la cadena ITV (41,5% frente al 40,4% de los laboristas).
Un panorama político similar al que describen los Kinks en Give the People What They Want. En esta canción, cuyo nombre coincide con el del disco, la banda critica la falta de implicación colectiva ante los recortes y el populismo promovido por las clases políticas. Guitarras que luchan contra el hombre masa. Rasgueos de protesta ante el pensamiento único. (“Tienes que darle al pueblo lo que ellos quieren/ cuanto más hago/ más necesitan/ cada vez se hacen más difíciles y más difíciles de complacer”).
Country al estilo British
Un éxito en la América de los 80. Con él entraron el puesto 15 de las listas de ventas y lograron recuperar el prestigio que habían logrado en los 70. Todo lo contrario que en su Londres natal, donde se les seguía rememorando por You really got me o Sunny Afternoon. Los Kinks se habían convertido en un recuerdo de sí mismos. “Daba la sensación de que los medios del Reino Unido en aquella época sólo querían que siguiéramos produciendo en masa viejos hits sin dejarnos progresar más allá. Era complicado que nos radiaran en nuestro país”, reconoció el propio Ray por aquel entonces.
Es este el momento en el que el grupo deja de lado su peculiar barroquismo inglés y se vuelca en el estudio de los sonidos norteamericanos. Country y blues con acento British. Puro vanguardismo de los Kinks. “Entre las influencias de Ray hay una parte importante que se ubica en América, aunque es verdad que los Kinks son un grupo británico, y más concretamente londinense. El ejemplo de estos dos mundos se encuentra en Muswell Hillbillies. Un disco que rememora el barrio donde nacieron, de ahí el juego de palabras que guarda el nombre, pero también defiende la música de América”, remarca el escritor.
Tras despertar del intenso sueño americano, Ray, Dave y los suyos deciden volver a su Londres natal. Es allí donde podían transformar una historia anónima en himno nacional. Patriotismo outsider. Legado de Sir Ray Davies, caballero de la Orden del Imperio Británico.