Estas son las ventajas de soñar despierto
Albert Einstein pasaba mucho tiempo solo, pensando. El autor de la teoría de la relatividad apenas tenía 16 años cuando hizo su primera aproximación a la idea que cambiaría la Física moderna. Einstein se preguntó: qué pasaría si una onda luminosa viajara a una velocidad constante, como un ciclista. Se dio cuenta de que la línea parecería congelada. Hay un episodio del programa Cosmos –del primer Cosmos, el presentado por Carl Sagan- que explica muy bien esta teoría. Nadie podía imaginar que la semilla de una idea tan precisa radicara de un pensamiento tan abstracto.
Te dijeron que no perdieras el tiempo. Tumbado en la cama y mirando el techo. Sin ser productivo en un sentido físico.
Albert Einstein pasaba mucho tiempo así, pensando. El autor de la teoría de la relatividad apenas tenía 16 años cuando hizo su primera aproximación a la idea que cambiaría la Física moderna. Einstein se preguntó: qué pasaría si una onda luminosa viajara a una velocidad constante, como un ciclista. Se dio cuenta de que la línea parecería congelada. Hay un episodio del programa Cosmos –del primer Cosmos, el presentado por Carl Sagan- que explica muy bien esta teoría. Nadie podía imaginar que la semilla de una idea tan precisa radicara de un pensamiento tan abstracto.
Einstein no está solo. La mayor parte de los pensadores de la Historia entregaron mucho tiempo a la reflexión, al trabajo mental. Charles Darwin, por ejemplo, tenía un camino que solía transitar cuando quería dedicar su tiempo a pensar con calma. También son conocidos los largos paseos, a menudo de horas y horas, de Friedrich Nietzsche, que se perdía entre los árboles para poner en orden sus ideas.
Un colaborador de Quartz ha escrito todo un alegato en defensa de la procrastinación, y de algún modo lo ha hecho como un planteamiento político, además de espiritual: Zat Rana –así se llama- critica que se considere el tiempo de ensimismamiento como un tiempo improductivo y sostiene que de hecho es todo lo contrario. Para ello se apoya en su experiencia, pero también en las opiniones de algunos expertos.
“Soñar despierto [daydreaming, en inglés] alimenta la divagación”, explica Fiona Kerr, divulgadora científica y profesora en la Universidad de Adelaida. “El resultado es que terminamos siendo más productivos cuando abordamos problemas complejos y presentamos soluciones e ideas más creativas”. Rana también hace mención a los estudios que comenzaron en los ochenta y ahondan en el pensamiento reflexivo como herramienta decisiva en el sistema educativo, un método del que se aleja el sistema contemporáneo inculcado en las escuelas.
El tiempo que se invierte en soñar despierto y reflexionar sin ningún objetivo marcado ayuda a reforzar la memoria y a que el cerebro vaya más allá, trace conclusiones más complejas y realice conexiones no lineales. Rana propone que no nos limitemos a encontrar un momento para pasear y desconectar de vez en cuando, sino que nos esforcemos por crear una rutina. Él lo hace cada semana.
Rana cuenta que cada jueves por la noche se reserva dos horas donde no hay distracción posible: soledad absoluta, aislamiento tecnológico. Sin música, internet o teléfonos. Un tiempo que dedica a pensar cómo mejorar su trabajo, su forma de vida. Quizá dos horas pueda resultar pesado, y esta es una realidad que Rana no niega. Por ello invita a todo el mundo a encontrar el tiempo adecuado.
En cualquier caso, las preguntas que se plantea en ese periodo tienen que ver con su momento emocional, el tiempo que dedica a su trabajo y al posible desequilibrio respecto al que ocupa el sentimental, sus objetivos futuros, los riesgos potenciales a los que se somete con sus rutinas, las cuestiones diarias que debería replantearse. Rana explica que con este ejercicio detecta problemas “antes incluso de que lo sean” y que tropieza con ideas a las que “no habría llegado» de no haberse reservado un rato para procrastinar.
No hay excusas sobre la falta de tiempo: todos sabemos cuántas horas pasamos ante las pantallas cada día simplemente para matar el rato. O chateando, o navegando en las redes sociales. Un estudio elaborado por The Phone House determinó que el 42% de los usuarios españoles no puede pasar más de 60 minutos sin leer los mensajes de su móvil, y la consultora Oracle Marketing Cloud desveló que cada persona consulta su móvil un promedio de 150 veces al día. Son datos reveladores. Seguro que encontrar tiempo para divagar y soñar despierto es posible. Quizá sea incluso necesario.