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Art Data: cuando el Big Data emerge dentro del mundo del arte

Al desdibujar las fronteras entre el arte y la información, el Art Data (o arte de los datos) rompe el mito del artista romántico

Art Data: cuando el Big Data emerge dentro del mundo del arte

Internet nos ha convertido en artistas y creadores de contenidos, no hay exclusión, todos contribuimos. Ya sea que estemos actualizando nuestro Instagram o haciendo un vídeo con nuestros móviles, la tecnología nos ha dado nuevos caminos para la creatividad. Pero ¿qué sucede cuando un artista se adentra y se encarga de transformar millones de datos y hacer que las estadísticas conozcan el arte?

Al desdibujar las fronteras entre el arte y la información, el Art Data (o arte de los datos) rompe el mito del artista romántico y ofrece una propuesta artística novedosa ante los comentarios críticos de la era digital. Muchos artistas en la contemporaneidad utilizan como material artístico datos brutos producidos diariamente, buscando soportes innovadores para la exhibición y transformándolos en obras de arte.

El objetivo del Art Data es crear formas estéticas, obras artísticas de naturaleza digital a partir de la información generada dentro de Internet, ese llamado Big Data. La premisa es simple: cualquier información virtual producida en nuestro entorno puede ser transformada en imágenes, objetos o sonidos. El Art Data también presenta vínculos entre los algoritmos establecidos en nuestra cotidianidad –Google, Facebook, Spotify, etc- y la creación de nuevas formas artísticas.

A pesar de la vanguardia tecnológica, el arte y las tecnologías de la información siguen siendo percibidos como dos mundos en conflicto, sin embargo, una nueva generación de artistas considera el uso de la tecnología y el arte en otros términos. El Art Data crea una nueva interpretación del mundo cada vez más matemática y racional, recordándonos que somos el nuevo hombre: el homo tecnologicus. Para las nuevas generaciones de artistas, esta visión tecnocientífica sólo toca la superficie de otro mundo mucho más complejo, secreto y maravilloso, un mundo que también habla en voz alta, un mundo de datos e información.

Del Big Data a la gráfica: el primer paso del Art Data

La visualización y traducción de datos se ha convertido en una disciplina fundamental a medida que más empresas y organismos públicos se han visto obligados a vender lo que ahora es poderoso: la información en forma de cero y unos.
A partir de formas visualmente divertidas para la clasificación de datos, en la actualidad podemos ver como periódicos como el New York Times o Bloomberg han apostado por la visualización de datos, desde los más complejos a los más sencillos. La visualización de datos es un hecho, no solo para entender datos complejos sino para profundizar en las formas de storytelling: desde empresas como Spotify que explican qué sucede con sus escuchas hasta fundaciones educativas que explican la crisis de refugiados.

Dentro del mundo del arte, el primer paso se resume en cómo ver los datos. Entre los pioneros de esta disciplina, encontramos a la artista minimalista Kynaston McShine, quien en su exposición Information (NY, 1970) propuso la primera definición de Art Data en el catálogo de exposiciones del MoMA: «Cada vez son más los artistas que usan el correo, los telegramas, las máquinas de télex, etc., para la transmisión de sus obras (fotografías, películas, documentos) o la información sobre su actividad».

A McShine lo secunda el teórico Edward Tufte, responsable de la creación de Sparkline –el formato gráfico conciso desarrollado para insertar en texto y que todos conocemos gracias a las noticias financieras y a Excel- y Ben Shneiderman, el precursor de otro gráfico de gran importancia en la actualidad: el treemap, inventado en 1990.

Aterrizando en el Art Data. De la denuncia al espacio íntimo

Antes de la creación de formas extremadamente complejas de Art Data, existieron obras como las del artista Mark Napier. En Black and White, el artista norteamericano creó una corriente de información capturada por Carnivore, un programa de software bastante controvertido desarrollado por el FBI en el año 2000. Black & White leía la «forma» de los textos: la topografía cambiante del código binario era impulsado por el movimiento de senderos blancos y negros en la pantalla. En el proceso, un mundo binario era representado como una nube de diferentes tonos de gris.

Siguiendo la breve historia del Art Data y gracias a la complejidad de la visualización de datos en áreas como las finanzas o la estadística, el artista británico Matt Willey creó At This Rate y 2060 Poster, proyectos que denuncian el impacto de la economía y las actividades humanas en el medio ambiente, específicamente en los bosques y selvas tropicales con cifras que pueden alarmar a cualquier espectador: “cada mes perdemos un área 102 veces el tamaño de Barcelona. At This Rate fue producida específicamente para crear conciencia sobre la destrucción de la selva amazónica y recolectar dinero para la ONG Rainforest Action Network.

Otro proyecto que ratifica la importancia en la unión de tecnologías de diseño 3D, captación de datos y 3D-Print, es la obra Nefertiti Hack de los artistas alemanes Nora Al-Badri y Jan Nikolai Nelles, quienes a partir del escaneo clandestino de la cabeza de Nefertiti en el Neues Museum Berlin, plantean la noción de pertenencia y posesión de objetos de otras culturas en las instituciones europeas. «Con la fuga de datos como parte de esta contra narrativa queremos activar el artefacto, inspirar una reevaluación crítica de las condiciones actuales y superar la noción colonial de posesión en Alemania», afirman los artistas en la web del proyecto quienes se estarán presentado en el Festival The Influencers en Barcelona el próximo mes de octubre.

De la denuncia pasamos a una instancia más íntima, que nos habla de gustos y de las emociones que pueden surgir del pop y el rock and roll. El proyecto de Peter Crnokrak, Love will tear us apart again, es un diagrama del impacto emocional del hit de Joy Division Love Will Tear Us Apart donde se estudian 85 covers de la canción de la famosa banda inglesa.  El mapa gráfico creado por Crnokrak es rico en datos en los que se representan varias variables: el tiempo transcurrido desde la grabación original, el artista de grabación, el nombre, fecha de la publicación y la discográfica.

No solo la música genera mapas de datos, nuestros pasos también pueden crean proyecciones cartográficas. La artista digital Laurie Fricks decidió crear una app para que cualquier persona que quisiera pudiese hacer mapas artísticos con sus datos de geolocalización. FRICKbits usa los datos de localización del usuario para dibujar sus patrones de movimiento, como por ejemplo a dónde viaja en la ciudad o las rutas que realiza para ir del trabajo a la casa. Según Fricks los datos de ubicación son los más fáciles de procesar, además que son repetitivos porque tendemos a ir a los mismos lugares una y otra vez. «El patrón de los movimientos en una ciudad son hermosos y, sin embargo, son ignorados a menudo, simplemente por no pensar en ellos. La repetición de los patrones de viaje y los movimientos callejeros pueden transformarse en un retrato de datos abstractos de los usuarios» afirma Fricks en un comunicado de prensa. Quizás a lo que Fricks apunta con este proyecto es a la creación de una huella digital de nuestros viajes físicos.

Ejemplos de Art Data hispanoamericano

Entre Latinoamérica y España existe un puñado de artistas que expresan sus cuestionamientos sobre la intimidad y los espacios a través de la visualización de los datos.

El premiado Joan Fontcuberta desde 2005 ha trabajado en la serie Googlegramas. En el proyecto el artista español reutiliza imágenes que se encuentran disponibles en Internet a través de un programa gratuito de fotomosaico asociado al motor de búsqueda Google. La obra final es una serie de fotomontajes que están compuestos por 10 mil imágenes disponibles en Internet, a partir de la búsqueda de una serie palabras claves relacionadas con la figura que quería construir, desde un beso hasta el hundimiento de Prestige.

Del otro lado del charco, la artista venezolana Ana Mosquera ha creado Paisajes Invisibles. Esta obra parte del análisis de los datos de la app de citas Grindr y descubre espacios invisibles dentro de la ciudad; paisajes imaginarios o lugares creados a partir del deseo y la sexualidad. Paisajes Invisibles fue presentado durante la semana del arte contemporáneo en Antofagasta, Chile, y el resultado visual de este análisis de datos fueron seis diagramas radiales que están vinculados a internet por medio de una aplicación gratuita de realidad aumentada que permite visualizar usuarios activos de Grindr.

Volviendo a los datos musicales encontramos a Santiago Gil, analista de Spotify, quien creó con los datos de la plataforma musical un diagrama de densidad titulado Gossypionimbus. Este diagrama se logró hacer con una matriz donde se trazaban el número de oyentes mensuales de los artistas de cada género y se comparaba con la cantidad de personas que se habían inscrito a Spotify Premium durante un periodo de tiempo determinado.

En otro orden de influencia y representación artística, la brasileña Fernanda Viégas desde 1998 utiliza Internet para sus proyectos artísticos y ha sido considerada como una de las mujeres más influyentes de la tecnología según la revista Fast Company. Junto a Martin Wattenberg actualmente lideran el grupo de investigación de visualización Big Picture de Google y hace unos años trabajaron juntos el Laboratorio de Comunicación Visual de IBM. En su tiempo libre crean proyectos paralelos de índole artística como el mapa animado del viento. Este mapa de animación en vivo toma información pública de la base de datos de pronósticos digitales del Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos recreando cómo los vientos se mueven por el mapa norteamericano en un proyecto de animación eterna. Como obra de arte viva que refleja el mundo real, su sentido emocional cambia de día a día. En los días de viento tranquilo, la obra puede ser una meditación relajante sobre el medio ambiente, sin embargo durante los huracanes -Irma puede ser un buen espectáculo- la estética puede llegar a ser una visión del caos.

La visualización de datos va más allá de los expertos en marketing que desean vender su próximo máster sobre Big Data. Existen miles de ejemplos en el mundo del arte que han pasado por exposiciones desde Buenos Aires a Barcelona. El reto en la actualidad es encontrar la unión del mundo del arte con la tecnología, mezclando la humanística y la ciencia para afrontar los nuevos retos de la representación, no solo a nivel artístico, sino educativo o informativo. Es deber aceptar la realidad en un mundo de datos que está entramado por generaciones antiguas, early adopters y niños que crecieron con un iPad en mano y que están generando información real, nada efímera, minuto a minuto.

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