Ágatha Ruiz de la Prada: "Siempre he dicho que habría que pagar por trabajar"
Esta entrevista terminó un día de octubre con lo que hoy se ha convertido en su principio. «La verdad es que yo me olvido de todo, de absolutamente de todo, de lo bueno, de lo malo. Tengo malísima memoria y creo que eso me ha ayudado una barbaridad».
Esta entrevista terminó un día de comienzos de octubre con la frase que hoy se ha convertido en su principio. «La verdad es que yo me olvido de todo, de absolutamente de todo, de lo bueno, de lo malo. Tengo malísima memoria y creo que eso me ha ayudado una barbaridad«. Esa es la lección que extrae la diseñadora más extravagante de España, quizás la más icónica, después de décadas de trabajo en el punto de mira.
Dice Ágatha Ruiz de la Prada (Madrid, 1960) que ella se olvida de todo, pero la realidad es que recuerda perfectamente el click que la llevó con 15 años a querer dedicarse a «crear ropa feliz»; dice que se olvida de lo bueno, pero se ríe orgullosa de sus inicios en el taller de Pepe Rubio y se acuerda todavía emocionada de su primer desfile; dice que tener mala memoria le ha ayudado una barbaridad pero tiene presente cada día el optimismo que trata de imitar de su abuela y el mensaje que se dijo cuando empezó a trabajar: «Yo pensé que trabajar iba ser mi felicidad total y la verdad es que acerté». Lo recuerda con The Objective una tarde de comienzos de octubre en la sala de prensa de South Summit, la cumbre dedicada a start-ups y emprendedores más importante de España, donde ha dado varias conferencias.
“Yo vengo de una familia donde ni mi madre, ni mi abuela, ni mi bisabuela trabajaban ni habían trabajado. Y menos mujeres. Y entonces para mí el trabajo era la libertad, era la pera… En cambio, cuando mis hijos dicen, a veces, yo creo que en broma, ‘cómo me gustaría no trabajar’. Yo que he visto a gente no trabajar, es tan horrible no trabajar. Porque cuando trabajas, te olvidas completamente de tus problemas. Hay veces que yo me he levantado por la mañana y me dolía el pie. Llegaba al estudio, y al día siguiente se me había olvidado que me dolía el pie. Yo siempre he dicho que habría que pagar por trabajar”.
—¿Ha utilizado alguna vez el trabajo como catalizador?
«Siempre. He utilizado muchísimo el trabajo como catalizador, cuando he tenido problemas, el trabajo me ha ayudado una barbaridad. Por eso hago que mi ropa siempre sea ropa feliz, optimista, positiva… Yo creo que tienes que afrontar los problemas desde el primer momento de una forma positiva. Yo decido desde el primer día que mi ropa iba a ser así. Siempre he pensado que la ropa es para ser feliz, no para ser desgraciado».
«Yo he sido feminista toda mi vida»
La siguiente pregunta llega con cuidado, a tantear primero: ¿qué opinión tiene sobre el movimiento que reivindica que las mujeres tengamos las mismas oportunidades y derechos que los hombres? Pero Ágatha no está para rodeos. Y habla con la voz más enérgica, clara y confiada de toda la entrevista. “Yo he sido feminista toda mi vida, de siempre, desde que tengo uso de razón. Nunca me he considerado más tonta que un hombre, jamás, nunca he considerado que un hombre tuviera más derechos que yo. He luchado por eso, me encantan las mujeres que han luchado antes que yo, como Simone de Beauvoir, o como tantas”.
Y es la Ágatha feminista la más segura, sincera y locuaz de toda la charla: “Yo creo que, gracias a Dios, hemos mejorado muchísimo. Si te das cuenta de lo que es ahora tener una vicepresidenta mujer, pero ya ha habido otra vicepresidenta mujer. Ahora hay una alcaldesa de Madrid, ya ha habido otra alcaldesa de Madrid, cada vez son más. Desde Indira Gandhi, Margaret Thatcher, la Kirchner, Bachelet… Unas te pueden gustar más, otras menos, pero están por todas partes. A mí me hubiera encantado que ganara Hillary Clinton, ahí fue una gran injusticia, porque no ganó por ser mujer. Pero, al menos, estamos mejorando, al menos ha sido candidata. Me hubiera encantado que hubiera sido presidenta, y no te digo más aún a resultas de lo que ocurrió. Pero yo creo que entre mujeres hay que apoyarse siempre”.
—Parece que hay miedo a identificarse como feminista.
«Pues yo siempre lo he sido».
Cambiamos, pero seguimos hablando de miedos. Del miedo al fracaso, ese enemigo arraigado que persiste en España. “Es un error, porque los fracasos son éxitos. Puesto que te enseñan. En otros países, una persona que ha fracasado en cinco empresas está muy bien considerada. Aquí no”.
—¿Ha sentido Ágatha Ruiz de la Prada alguna vez el miedo al fracaso?
«La verdad es que soy bastante poco miedosa en general. Miedo al fracaso no he tenido, tengo pequeños fracasos. Pero al final no voy mal en la guerra».
Se sonríe.
Ágatha Ruiz de la Prada lleva más de 35 años en “la guerra”. Acumula tantos premios fuera y dentro de España que es difícil llevar la cuenta. El último lo recibió el viernes, el premio Nacional de Diseño de Moda 2017, entregado por el Ministerio de Cultura. Empezó como ayudante en el taller de Pepe Rubio con 20 años. “Fue genial, yo me decía ‘pero oye qué divertido es trabajar’. Claro que si tu primer jefe es Pepe Rubio, dices qué barbaridad, cómo puede ser tan genial”. Ese fue el período en el que empezó a convertirse en un icono de la movida madrileña. El mismo icono transgresor que es es marquesa de Castelldosríus, grande de España y baronesa de Santa Pau.
–¿Cómo lleva la conjunción de esas dos Ágathas?
«Bueno… Es parte de mi vida, tú naces, uno nace bajito, otro alto, con más cosas o con menos cosas, otro en Argentina, otro en Francia. Y yo con títulos. Es parte de mi personalidad, de mi vida y de mi cosa».
«Yo no soy una persona que solo tenga amigos ricos y que solo tenga amigas casadas y con tres hijos y que solo vaya a Puerta del Hierro. Yo soy una persona que me muevo en todos los ambientes, que tengo amigos de todas las clases sociales, en todos los países, de todas las edades y he tenido la suerte de moverme por todas partes. Y me he divertido tanto en un sitio como en otro. Tengo amigos que no tienen un duro y amigos que están forrados. El ambiente donde más contenta estoy es en mi estudio. Pero tampoco soy la típica diseñadora que solo habla con modelos y que todos sus amigos son diseñadores y tal, no. Yo tengo millones de amigos, pero mis grandes amigos no son ni famosos, ni nada. Esa gente que solo es amiga de famosos me revienta bastante«.
El trabajo como antídoto
Para mirar hacia delante, volvemos a esa Ágatha del principio. ¿Recuerda su primer desfile? “Por supuesto, tenía 20 años y fue en un sitio maravilloso. La verdad es que lo recuerdo y se me ponen los pelos de punta, la canción, la escena, todo, fue una cosa espectacular. Fue una de las emociones más grandes de mi vida. Creo que todavía sigo emocionada”.
—¿Le diría algo a esa emocionada Ágatha de 20 años? ¿Le avisaría de algo?
«Yo creo que hay que vivir la vida y a veces te sale una cosa mejor mejor y otra peor. Pero la vida es así, no tienes por qué tener miedo a tener problemas».
Que los problemas llegan y a veces se quedan lo sabe bien Ágatha Ruiz de la Prada. Por eso ella se ha creado su propio antídoto lleno de formas abultadas, de nubes, flores y corazones, de rosa, amarillo, verde y rojo. Ha encontrado en su trabajo su revulsivo: «Desde que me di cuenta de que la ropa era la pera. Y la verdad que qué felicidad. Me ha ayudado muchísimo y he sido súper feliz con mi profesión».
La diseñadora dice que se lo ha pasado tan bien estas décadas trabajando que le encantaría que fueran ahora sus hijos los que se lo pasaran parecido. Cósima y Tristán Ramírez —hijos de su exmarido, el periodista Pedro J. Ramírez— han entrado a formar parte de la empresa. Ella, «la musa de Ágatha Ruiz de la Prada», como directora de relaciones internacionales. Él, director general de la marca. “En moda hay muy pocas empresas que aguanten más de una generación, pero me encantaría”.
Como todo el mundo en España estos días de octubre, hablamos sobre Cataluña. “¿Has visto mi escaparate?”, pregunta ella. “He hecho un traje ideal”. Se refiere a un vestido amarillo y rojo, como una bandera de España que ha plantado en su tienda de la madrileña calle de Serrano. ¿El escaparate es toda la respuesta? “Mira, yo soy nacida en Madrid, pero de madre de Barcelona. Cuando mis padres se separaron yo tenía puente aéreo, iba una barbaridad a Barcelona. Ahora la verdad es que voy poquísimo”. ¿Debido a la situación política? “Imagino que sí. Porque es que te da una pereza ya todo lo que está pasando…”. ¿Es un terreno de arenas movedizas? “La verdad es que yo soy totalmente contraria a la independencia, o sea que lo mío no es arenas movedizas, pero es una cosa que se ha dejado ir e ir…”.
Ágatha no tiene Facebook ni Instagram personal, pero utiliza, en ocasiones, el de la empresa. En cambio, no le gusta Twitter: «Lo encuentro peligrosísimo, porque es de decir una frase brillante en tres segundos y muchas veces te puedes arrepentir de lo que has dicho. Y luego te insultan mucho y te dicen muchas barbaridades, a mí no me gusta. Tienes que tener cuidado con Twitter porque es muy peligroso«.
Unos minutos después de esta entrevista, la diseñadora va a dar una conferencia sobre el valor de la creatividad en el sala principal del South Summit. Y en unos minutos estará en un salón lleno de mujeres y hombres, muchos muy jóvenes, que quizás la vean como un referente, como la empresaria de éxito en la que buscarse. “¿Que qué le quiero decir a la gente? No le quiero decir a la gente nada. Hay gente a la que le parece la pera ser profesora y a mí no me gusta tanto ser profesora. Hay gente que se cree que lo que más te divierte es dar mensajes a los diseñadores jóvenes y no es una cosa que me divierta en absoluto”.
Sí se ha divertido durante la cumbre, asegura, y está “impresionadísima” con la organización y ha aprendido muchísimo y está muy contenta con el proyecto. Aunque nada de eso quita para que ahora, a unos minutos de su segunda conferencia del día, se pregunte: “¿Cómo me meto en estos follones? Porque me da una pereza hablar en público… Luego lo hago y no me importa. Pero, en este momento, a esta altura del partido, me quiero ir a mi casa”.