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A.J. Finn: “En nuestra sociedad a las mujeres siempre se las cree menos”

El escritor norteamericano recaló en Barcelona para presentar el exitoso thriller ‘La mujer en la ventana’ (Grijalbo, 2018), que será llevado al cine en otoño del próximo año. Y no se nos ocurrió otra cosa que subirlo a una azotea para que, como la protagonista de la novela, espiase a sus vecinos. Con prismáticos y dejando K.O. a quien escribe, así es el hombre que por alguna razón asumió el seudónimo de A.J. Finn.

A.J. Finn: “En nuestra sociedad a las mujeres siempre se las cree menos”

El escritor norteamericano recaló en Barcelona para presentar el exitoso thriller ‘La mujer en la ventana’ (Grijalbo, 2018), que será llevado al cine en otoño del próximo año. Y no se nos ocurrió otra cosa que subirlo a una azotea para que, como la protagonista de la novela, espiase a sus vecinos. Con prismáticos y dejando K.O. a quien escribe, así es el hombre que por alguna razón asumió el seudónimo de A.J. Finn.

 

El norteamericano Dan Mallory no se esconde bajo un seudónimo aunque lo tenga; sus millones de lectores en todo el mundo lo conocen como A.J. Finn, autor de ‘La mujer en la ventana’ (Grijalbo, 2018), que ha visitado Barcelona en un larguísimo viaje de promoción que continuará por Europa y Asia. En el ascensor, mientras subimos a la azotea de su hotel en Barcelona para espiar a los vecinos, le pregunto si sigue trabajando de editor de novela negra en Nueva York. “Hace tres semanas que lo dejé –confiesa-. Ahora soy multimillonario”. Y no es una broma, su primera obra ha sido traducida a unas 39 lenguas convirtiéndose en uno de los grandes bestsellers del año y la Fox ya trabaja en la película que se estrenará en Estados Unidos el próximo otoño de 2019.

Dan, o A. J, es atractivo, espontáneo, tiene un humor afilado y como muchos autores estadounidenses es tan profesional durante las entrevistas que al poco de comenzar ya siento que ninguna de mis preguntas va a provocarle un titubeo. Al igual que la protagonista de ‘La mujer en la ventana’, Anna Fox, soy una persona a la que le asaltan las dudas; sin embargo, no presencié (o creí presenciar) como ella un asesinato. Lo cual hubiese tenido gracia estando como estamos Dan y yo mirando por la azotea con unos prismáticos como un par de voyeurs, es decir, como la mayoría.

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Dan Mallory ‘aka’ A.J.Finn. | Foto: Diana Rangel / The Objective.

 

“En el verano de 2015, unos días después de mi 36 cumpleaños, me diagnosticarnos un trastorno bipolar después de 15 años luchando contra una depresión grave. Estaba desesperado, había probado todos los tratamientos posibles: hipnoterapia, electroshock, meditación… ¡Y nada funcionó! Entonces definieron mejor mi diagnóstico, me cambiaron la medicación y fui mejorando”, me cuenta Daniel, que quiso explorar su terrible vivencia, con la que perdió las ganas de salir de casa, pero “me parecía deprimente escribir sobre la depresión”. Por eso, escribió un thriller bastante singular.

“A diferencia de otros personajes femeninos, Anna es una mujer que no depende emocionalmente ni vive obsesionada por ningún hombre, algo de lo que estoy bastante cansado». – A.J. Finn

 

La protagonista de ‘La mujer en la ventana’, Anna Fox, es una psicóloga que alguna vez tuvo marido e hija, pero lleva diez meses encerrada en su casa bebiendo en exceso, chateando con otros agorafóbicos y espiando a sus vecinos. Hasta que un buen día, como L.B Jefferies, el protagonista de ‘La ventana indiscreta’ de Hitchcock a la cual homenajea la novela, cree ver algo extraño en la casa de sus nuevos vecinos. ¿Puede una mujer haber sido asesinada y estar viva al mismo tiempo? ¿O acaso Anna Fox se ha vuelto loca?

“Una de las experiencias más frustrantes de alguien que lucha con un trastorno de salud mental es la negación por parte de los demás, la soledad y la dificultad para conectar con otras personas, pero también lo difícil que es malinterpretar y que te malinterpreten. En esta historia todos son sospechosos, incluida la protagonista, y esa es una de las razones por las que me interesó que Anna Fox fuera una mujer, no solo porque podía explorar mi propia enfermedad distanciándome del personaje, sino porque a las mujeres siempre se les da menos crédito en nuestra sociedad”, señala Daniel.

El papel que asumen las mujeres en esta historia, más allá del de víctima, un cliché habitual en la literatura de género que resulta, dice el autor, bastante perverso y manido, son personas que se salvan a sí mismas. “A diferencia de otros personajes femeninos, Anna es una mujer que no depende emocionalmente ni vive obsesionada por ningún hombre, algo de lo que estoy bastante cansado. Creo que los escritores deberíamos escribir más desde las perspectiva femenina, porque si eres hombre tienes muchas más posibilidades de recibir buenas críticas y ganar premios y es lo mínimo que deberíamos hacer”. Y asegura que aunque no es nada protector con su historia y tiene bastante confianza en los productores de la película que empieza a rodarse este agosto, sería inviable que el protagonista fuera otro que una mujer.

 

Todos somos voyeurs

Empezando por el mismo Hitchcock, que no solo convirtió a la maravillosa Grace Kelly en coprotagonista de ‘La ventana indiscreta’, sino que se obsesionó tanto con ella que se dedicaba a espiarla, cuentan, mientras estaba con otros hombres. A Dan la inspiración para escribir esta novela, salpicada de referencias al cine negro clásico que la convierten en una rara avis en el género, le llegó cierto día en que estaba viendo justo aquella película, una de sus favoritas, cuando se encendió una luz en la casa de los vecinos – “Los neoyorquinos nunca corren las cortinas”- y al momento tuvo la sensación de que estaba viviendo en dos tiempos: era John Steward espiando el edificio de enfrente con sus prismáticos y un voyeur del siglo XXI.

El director de ‘La Soga’, al igual que la escritora Patricia Highsmith sobre cuyas obras Daniel Mallory realizó su tesis en la facultad, son las dos grandes influencias de esta novela, donde ha pretendido reflejar el estilo parco, dinámico y claro que el cineasta y la novelista compartían. Aunque eso no es lo único que tenían en común, cada cual a su manera subvirtió las normas del género. “Lo interesante es que Hitchcock adaptó al cine el libro ‘Extraños en un tren’ de Highsmith, pero lo abordó de manera diferente; en la película hay un final feliz en que el culpable recibe su merecido mientras que eso no ocurre en la novela. Y a pesar de eso, los dos sentían fascinación por coger a una persona corriente y lanzarla a una pesadilla para ver cómo reacciona, como si fueran científicos experimentando con ratas de laboratorio”, explica el autor.

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Fotograma de ‘La ventana indiscreta’, de Alfred Hitchcock.

 

Mientras lo dice pienso en esos asesinos de los que sus vecinos, una vez cometido el crimen, comentan sorprendidos que eran buenos tipos, gente ‘completamente normal’. ¿El criminal nace o se hace? “Yo nunca he matado a nadie”, bromea. “Bueno, sí –le contesto-, en tu libro…”. Ambos nos echamos a reír de una forma un tanto extraña, diría que hasta sospechosa. Como cuando viajando a Estados Unidos tienes que responder uno de esos cuestionario en que te preguntan si llevas una bomba encima o si matarías al Presidente, y te dan ganas de decirle: “Pues claro, a ti te lo voy a decir…”. Porque vivimos eternamente observados y, sin embargo, no hacemos más que fingir que lo elegimos nosotros. Internet, en el fondo, no es más que otro patio de vecinos donde espiamos sin necesidad de prismáticos y exhibimos nuestra mejor máscara.

 

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“Es muy fácil dar una imagen falsa en las redes. Un amigo mío se fue a Jamaica con su esposa hace unos meses y colgaron fotos de sus vacaciones en las que parecían radiantes y felices, pero al volver anunciaron que iban a separarse. La ironía es que las redes nos conectan y puede ofrecernos muchas verdades, pero a la vez interactuamos mucho menos entre nosotros y acabamos tragándonos grandes falsedades como el escándalo de Facebook. Internet es una ventana que a veces mira a una pared blanca, un espejo o una fachada”, resume Daniel, que ya está trabajando en su segunda novela, inspirada en las historias clásicas de detectives.

Y dicho esto, cogemos nuestros prismáticos y nos ponemos a espiar a la gente, inventamos historias sobre ellos –ninguna buena- y caemos en la cuenta, como quiso decir Hitchcock en ‘La ventana indiscreta’, de que cuanto vemos al otro lado no es más que el interior de nuestras propias cabezas. Así de bien estamos…

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