Gary Lachman: "Donald Trump es un ser conjurado, una entidad en la Casa Blanca"
Estudioso del ocultismo y miembro fundador de la banda Blondie, Gary Lachman visitó Barcelona para inaugurar la exhbición ‘La llum negra’ en el CCCB.
El historiador del ocultismo y antiguo bajista de Blondie, Gary Lanchman, inauguró el pasado miércoles la exposición ‘La llum negra’ sobre la influencia de las tradiciones secretas en el arte contemporáneo, que podrá visitarse hasta el 21 de octubre en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB)
“Siempre me conmueve tu presencia, querido”, hubiese sido una buena forma de entrarle al historiador de la ocultura y antiguo bajista y fundador de Blondie, Gary Lachman. Y él lo hubiese entendido, claro, y también los admiradores de Lachman y probablemente de Blondie, porque ‘I’m always touched by your presence, dear’ fue una de tantas canciones ocultistas que escribió para la banda y una de las pocas, tal vez la única, que aborda la telepatía. Ocurrió mucho antes de que dejase la música para dedicarse a escribir libros sobre misticismo y ocultismo, como su obra sobre el místico y científico Emanuel Swedenborg que escribió que el cielo y el infierno son en primer lugar estados del alma y luego lugares a donde espíritu decide ir, no castigos o premios; también sobre el fundador de la antroposofía Rudolf Steiner (y de las escuelas Waldorf, curiosamente), sobre la conciencia…; y el año pasado se publicó en español su más reciente título, ‘El ocultismo en la política’ (ed. Luciérnaga).
Pero entonces, cuando todo comenzó, él no era más que un componente de Blondie, que malvivía en un apartamento que compartía con miembros de la banda en Nueva York, y leía vorazmente todo lo que llegaba a sus manos, sobre todo de ocultismo, de Aleister Crowley, cuyo libro ‘Diario de un drogadicto’ se había puesto muy de moda entre los jóvenes de los 70s.
“Aleister Crowley fue un personaje triste”, dice. Estamos reunidos en el auditorio del CCCB, donde inaugura con una conferencia la exposición ‘La luz negra’, sobre la influencia de las tradiciones secretas en el ates desde los años 50, y habla de ‘La Bestia’, Crowley, como de un genio con una enorme necesidad de sorprender y llamar la atención y también bastante vengativo, aunque gracioso.
“Podía clavarte un puñal en cualquier momento. Nos enseña una lección sobre cómo no descubrir la verdadera voluntad”. Así lo escribió el mago más influyente del siglo XX, a la sazón artista, en ‘El libro de la ley’, dictado por una entidad llamada Aiwass, que es el texto central de la filosofía de Thelema: ‘Haz tu voluntad; será toda la ley’. Una figura pop que, al igual que Kenneth Anger, tuvo una enorme influencia en bandas como los Beatles, Led Zeppelin o David Bowie. Porque el arte es también una forma de magia; “el artista –dice Lachman- es un clarividente”.
De hecho, el artista visionario Austin Osman Spare (AOS), considerado por el también mago Alan Moore uno de los grandes brujos de todos los tiempos, estuvo brevemente relacionado con Crowley. Poeta, grabador, pintor y místico, AOS desarrolló el uso de sigilos –símbolos mágicos construidos a partir de una frase con una intención mágica- que posteriormente serían empleados por la magia del caos. ¡Y la exposición ‘La luz negra’ está repleta de ellos! A poco que uno se fija con detenimiento en cuadros como los de Harry Smith, encuentra estos pequeños símbolos escritos con bolígrafo o lápiz en el lienzo; solo el autor sabía cuál era su intención mágica y tal vez nosotros podamos intuirla al contemplarlos detenidamente.
Dice Lachman, que en su conferencia nos hizo recorrer la historia de la magia y el arte desde la Prehistoria hasta la época victoriana –complementando la exposición, más centrada en el siglo XX y la actualidad- que Internet está llena de magia del caos, que muchas personas emplearon estos símbolos mágicos para ayudar a Trump en su campaña electoral.
“La magia del caos es como un objet trouvé (arte encontrado), la puedes hacer incluso con imanes de nevera; por ejemplo, la rana Pepe es un hiper ser cargado por todas las personas que hacen este tipo de magia del caos extraña”, asegura.
Para Lachman, si bien la conexión entre magia y arte no es reciente, tampoco sus vínculos con la política. “Se emplea la magia mental para hacer que las ideas de la extrema derecha se hagan realidad; nos sorprendería saber cuántos ocultistas hay en la órbita de personajes como Trump o Putin«. Sin ir más lejos, Steve Bannon, que fue consejero de Donald Trump, era un gran lector del ocultista italiano Julius Evola, al que se le relaciona tanto con Mussolini como Hitler sin ser él, según fuentes, ni fascista ni nacionalsocialista. Pero aún Lachman es más rotundo, y admite albergar sospechas –medio en broma y medio en serio; o tal vez completamente en serio- de que Donald Trump es un tulpa, un golem, una criatura que una vez creada escapa a nuestro control.
“Trump es una singularidad, un tulpa que está en la Casa Blanca, y que una vez salió de la televisión, que está saturada de realidad. Porque ha llegado un momento en que la televisión emula a la vida y viceversa, y todo es más permeable”. El presidente de los Estados Unidos practicaría, según el historiador, un tipo de magia positivista, basada en afirmaciones y visualizaciones. “Puede que movimientos como el de las Brujas contra Trump en Estados Unidos no funcionen porque él ya sabía de antemano qué iba a ocurrir”, bromea. O no. Y recuerda que el poeta beat Allen Ginsberg intentó en su día hacer levitar el Pentágono.
El auge de la ocultura
O la búsqueda de las ocultas, ocultistas, esotéricas y heterodoxas en nuestras cultura. Que en países como Reino Unido o Estados Unidos tiene un gran recorrido y existen editoriales especializadas como Scarlet Imprint o Hellfire Club, o librerías como Treadwells en Londres, o Catland en Nueva York, con una selección de libros y actividades difíciles de encontrar aún hoy en día en España. De un lado, porque no existe una tradición práctica en nuestro país, y porque el franquismo demonizó todo cuanto no fuera catolicismo ortodoxo. Con contadas y pujantes excepciones, que algunos (quizás muchos) esperamos que prosperen, como el Gremi de l’Art y su apuesta por la recuperación de la magia del territorio, asociaciones como Magia Roja y sus sesiones de música experimental y rituales mágicos, y editoriales como Atalanta, La Felguera, Sans Soleil o la colección de Ocultura que dirige Javier Sierra dentro de Ediciones Luciérnaga y que publicó el último libro de Gary Lachman; e incluso festivales como el Festival de Ocultura que se celebra en octubre en León.
Así pues, y citando al gran William Burroughs, que tiene un lugar destacado en la exposición: «Hay que recordar que todo arte es de origen mágico, y por mágico entiendo dirigido a producir unos resultados muy concretos. Las pinturas eran originariamente fórmulas para hacer que sucediera lo que se pintaba. El arte no es un fin en sí mismo». Y ‘La llum negra’, tampoco es una mera exhibición. Ni siquiera la charla de Gary Lachman lo fue.